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¿A dónde quedaron los 307 cuadrangulares en la temporada de los encopetados Bravos de Atlanta? ¿Y en qué momento se desapareció el contundente uno-dos de Mookie Betts-Freddie Freeman, de los Dodgers?
Vaya a usted a saber por qué ocurren esas cosas en el béisbol. Explicaciones, muy pocas; especulaciones, muchas.
Empecemos diciendo que en la opinión de muchos, el ya muy comentado y hasta criticado formato de la ronda de postemporada, le pretende dar la razón a quienes señalan que, mantener a las novenas que clasifican como ganadoras en sus respectivas divisiones por una semana fuera del juego, les hace perder el ritmo y la continuidad. Eso está dentro de lo posible, pero nada más; por el momento no hay estudios técnicos que comprueben que la parálisis de siete días disminuya la capacidad y competitividad de los jugadores.
Dejemos de ese tamaño la controversia que se plantea en las derrotas que les propinaron a las dos mejores novenas de la Liga Nacional que, sin duda alguna, lo fueron los Bravos de Atlanta, con sus 104 victorias, la mejor marca del año; y los Dodgers de Los Ángeles, con sus 100 triunfos. No le quepa la menor duda a nadie.
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Pero en lo que no estamos de acuerdo es que se trate de menospreciar lo que con buen béisbol han hecho tanto los Filis de Filadelfia como los Cascabeles de Arizona. Sus pretensiones y su juego superaron con creces a las costosas nóminas de los rivales a los que, sin objeción alguna, superaron en el campo de juego. Y no nos digan ahora que todo fue producto de la suerte, porque no se los vamos a aceptar.
Jugaron mejor béisbol, sus peloteros sin tantas ínfulas respondieron a las exigencias de cada partido y sacaron toda su fortaleza en los momentos en que lo necesitaron. No fue otra cosa lo que les ofrecieron las valiosas y consagradas victorias en las rondas de los comodines y las divisionales.
Pero ya habrá oportunidad de profundizar un poco más sobre esos aspectos un poco más adelante.
Los rivales
Ya los Filis habían liquidado hace un año a los Bravos, por lo que aparentemente tenían conocimiento de sus rivales. Y les repitieron la dosis.
No hubo nada distinto a que jugaron mejor y que sus lanzadores — Zack Wheeler, Aaron Nola, el venezolano Ranger Suárez, para apenas citar a los ganadores— una vez más, fueron más efectivos en la serie frente a los serpentineros de los Bravos, que no encontraron la forma de dominar la artillería de Filadelfia, que liquidó en dos partidos a los Marlins de Miami, en la controversia por un comodín.
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Los Cascabeles, por su parte, se desquitaron de los Dodgers, con un encomiable trabajo ofensivo muy oportuno y una excelente labor del cuerpo serpentinero, demostrando que superar a los Cerveceros en la serie del comodín era apenas el comienzo de la ruta ganadora, con dos victorias sin derrotas, que rubricaron con los tres siguientes triunfos ante los poderosos Dodgers.
Ahora los tenemos frente a frente, para disputarse la corona de la Liga Nacional y, de Perogrullo, uno de los dos, finalmente, no acudirá a la Serie Mundial.
Cita a lo grande
Digamos de entrada que sobre el escritorio, los Filis se muestran más sólidos, con su grupo de serpentineros abridores que los de Arizona, y con un ataque que hace estragos con el menor parpadeo que tengan los lanzadores rivales, como quedó plenamente demostrado en sus seis últimas presentaciones, dos ante los Marlins y cuatro contra los Bravos.
Pero los Cascabeles tienen la forma de ir minando a los rivales, obligándolos a trabajar más, hasta el punto que han conseguido 16 bases por bolas en esta postemporada contra 8 de sus contrincantes, quienes batearon para 274 contra 262, pero se igualaron en la tabla de jonrones, con 13 para cada equipo.
Si hay alguna diferencia, anótenla, porque es ésta: los lanzadores de los Filis obtuvieron en las seis presentaciones la raquítica efectividad de 1.53 contra 2.20 carreras limpias por juego de los brazos de los Cascabeles.
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Trea Turner, Bryce Harper, Bryson Stott, el cubano-americano Nick Castellanos, Kyle Schwarber, J.T. Realmuto, Brandon Marsh y Alec Bohm, no es una calle fácil de transitar, y cuyo poder ofensivo, no es despreciable en los actuales momentos, cuando están que no creen en nadie.
Los Cascabeles no se quedan atrás. Responden cuando se necesita y tienen en el formidable Corbin Carroll, el cubano Lourdes Gurriel Jr., el venezolano Gabriel Moreno, los dominicanos, el novato Geraldo Perdomo y el curtido Ketel Marte, y el experimentado Evan Longoria, una manera de atacar a sus rivales de serpentinas cuando nadie lo espera, para cambiar el tablero en pocas jugadas, cuando sus maderos suenan a golpe limpio.
Buen pulso
Para los entendidos, el ganador de la corona de la Liga Nacional no será sorpresa para nadie.
Llegando por vía del comodín, tantos los Filis como los Cascabeles, por todo lo que han hecho y, seguramente, tienen por hacer, merecen llegar a la disputa de la Serie Mundial, pero como ya lo habíamos citado, una de las dos novenas, finalmente, no llegará a la gran cita del béisbol de las Grandes Ligas.
Por lo que han logrado los Filis, la balanza se inclina a su favor: ha sido una novena consistente, de buen jugar, equilibrado tanto con su ofensiva como con su defensiva y su cuerpo de lanzadores. Pero tienen algo más importante: sed de ganar el Clásico de Otoño.
No crean que los Cascabeles se quedan atrás. Van a luchar, a brazo partido, en procura de conquistar el valioso trofeo de la Liga Nacional. Y lo darán todo sobre el campo de juego, para intentar llegar a la gran Cita de Octubre.
Será, sin duda alguna, un buen pulso entre estas dos novenas que superaron a sus temidos y cotizados rivales en lo que va de la postemporada.
¡Y no lo duden, van por más!
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