Hansel Atencia: Jugando en clave de tres
El santandereano, que es una de las figuras de la selección de Colombia, volvió al país para afrontar las finales con Titanes de Barranquilla, actual tricampeón del torneo.
Fernando Camilo Garzón
Uno de los primeros recuerdos que Hansel Atencia tiene de su infancia es con su padre, Jairo Atencia, cuando le enseñó a tocar las congas y el timbal. Su papá, además de trabajar en Ecopetrol, también fue músico e incluso llegó a tocar la percusión en el Grupo Clase, de los hermanos Jorge y Sady Ramírez, en los años 80.
Por eso Atencia recuerda que en su niñez siempre sintió curiosidad por la afición que había en su casa por la música, en especial por la salsa. De hecho, su nombre viene de la admiración que sentía su papá por el músico chocoano Hansel Camacho.
Aunque la salsa le llamaba la atención y su padre intentó enseñarle a tocar, el baloncesto, su verdadero amor, irrumpió muy temprano en su vida gracias a Carmen Atencia, su hermana mayor. Con apenas cinco años, Hansel empezó a jugar al baloncesto después de ver a Carmen brillar en el deporte de la pelota naranja.
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Para sus ojos era la mejor jugadora del mundo y nadie la igualaba, porque era muy completa; lanzaba desde el perímetro y, por su fortaleza, penetraba muy fácil en la zona pintada; era rápida, inteligente y decidida, toda una inspiración que lo motivó a meterse de lleno en el baloncesto.
Su hermana era tan buena que Carlos Parra, director deportivo de Búcaros, le ofreció una beca en el Colegio Franciscano del Virrey Solís, en Bucaramanga, para que empezara a jugar al básquet en la capital de Santander. Así, los dos hermanos, acompañados de su madre, se fueron de Barrancabermeja persiguiendo el sueño de que Carmen llegara a ser profesional.
No obstante, fue Hansel el que finalmente alcanzó el objetivo. En esos años, después de la mudanza, fue cuando el pequeño de los Atencia se enamoró sin remedio del baloncesto. Mientras seguía a su hermana, un día mirando la televisión descubrió a Kobe Bryant, figura de los Lakers de Los Ángeles.
Desde ese día empezó a imitarlo en todos sus movimientos. Antes de asistir a cualquier entrenamiento o de disputar un partido, en su cuarto Hansel Atencia hacía una pelota imaginaria con sus manos y se ilusionaba con que volaba por los aires y encestaba la pelota como lo hacía la Mamba Negra, legendaria estrella del deporte mundial.
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Fue por aquel entonces que, cuando tenía siete años, el mismo Carlos Parra que descubrió a Carmen se dio cuenta de que Hansel Atencia tenía potencial para llegar a ser profesional. Por eso, Parra decidió darle una beca al niño con la posibilidad de que algún día pudiese debutar con Búcaros.
Una oportunidad que le cambió la vida, ya que después de estrenarse con el equipo bumangués en la Liga profesional con solo 16 años, Atencia entendió que el gran objetivo de su vida sería llegar a ser profesional y algún día jugar en la Liga en la que triunfó su mayor ídolo: la NBA.
Hoy el sueño sigue intacto. Con 23 años, el santandereano ya es uno de los referentes de la selección de Colombia. Atencia salió joven del país hacia Estados Unidos. Terminó la secundaria en Grundy, un pueblo del estado de Virginia, y se graduó de comunicación y cinematografía en la Universidad de Maestros en California.
Su paso por el baloncesto universitario estadounidense fue exitoso. A pesar de medir 1,80 metros, una estatura poco común entre los gigantes de la NBA, el barramejo se adaptó con relativa facilidad al nivel físico del deporte norteamericano, porque más allá de su altura, siempre se destacó por su habilidad con la pelota, su velocidad, su compromiso en defensa y, por supuesto, su lanzamiento de tres.
Características que le permitieron, aunque no fue seleccionado para el Draft estadounidense, llegar al baloncesto europeo, a la Liga de Islandia, en 2020. Un cambio caótico para él, sobre todo por el clima, ya que en el país nórdico la temperatura oscila entre los -8 grados y los 10 grados centígrados, un frío al que Atencia asegura que nunca se va a acostumbrar.
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Después de dos años en Islandia, su objetivo actual es poder ir a una liga más competitiva que le permita alcanzar su sueño de llegar al baloncesto estadounidense. Por eso, espera estar pronto en la Liga de España y seguir los pasos de uno de sus actuales referentes: Facundo Campazzo, el argentino de 1,78 metros que la está rompiendo en la NBA.
Por ahora, antes de hacer oficial su cambio de equipo para la próxima temporada, Atencia aprovechó la oportunidad de venir a Colombia, una vez finalizó el torneo en Islandia, para jugar con Titanes de Barranquilla la liga nacional. Algo que ya hizo en 2020 cuando quedó campeón con el quinteto atlanticense y que podría repetir este año, porque su equipo es el gran candidato para ganar el torneo que se disputa en el coliseo Evangelista Mora de Cali.
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Un regreso que lo hace feliz, porque en Islandia, en medio del clima glacial, a Hansel Atencia siempre le gusta pensar en el calor de su familia y de su país para abstraerse del frío. Pensamientos que siempre lo llevan a recordar a su hermana que tuvo que dejar el deporte a un lado después de dar a luz, pero que siempre lo aconseja, mejor que nadie, sobre los movimientos y los errores que comete en la cancha; a su madre, su mayor fanática, que no le pierde la pista y lo sigue en todos sus partidos, y a su padre, al que siempre recuerda cuando en su casa pone salsa para sentir un poco de calor en medio de la lejanía.
Por: Fernando Camilo Garzón - @FernandoCGarzon
Uno de los primeros recuerdos que Hansel Atencia tiene de su infancia es con su padre, Jairo Atencia, cuando le enseñó a tocar las congas y el timbal. Su papá, además de trabajar en Ecopetrol, también fue músico e incluso llegó a tocar la percusión en el Grupo Clase, de los hermanos Jorge y Sady Ramírez, en los años 80.
Por eso Atencia recuerda que en su niñez siempre sintió curiosidad por la afición que había en su casa por la música, en especial por la salsa. De hecho, su nombre viene de la admiración que sentía su papá por el músico chocoano Hansel Camacho.
Aunque la salsa le llamaba la atención y su padre intentó enseñarle a tocar, el baloncesto, su verdadero amor, irrumpió muy temprano en su vida gracias a Carmen Atencia, su hermana mayor. Con apenas cinco años, Hansel empezó a jugar al baloncesto después de ver a Carmen brillar en el deporte de la pelota naranja.
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Para sus ojos era la mejor jugadora del mundo y nadie la igualaba, porque era muy completa; lanzaba desde el perímetro y, por su fortaleza, penetraba muy fácil en la zona pintada; era rápida, inteligente y decidida, toda una inspiración que lo motivó a meterse de lleno en el baloncesto.
Su hermana era tan buena que Carlos Parra, director deportivo de Búcaros, le ofreció una beca en el Colegio Franciscano del Virrey Solís, en Bucaramanga, para que empezara a jugar al básquet en la capital de Santander. Así, los dos hermanos, acompañados de su madre, se fueron de Barrancabermeja persiguiendo el sueño de que Carmen llegara a ser profesional.
No obstante, fue Hansel el que finalmente alcanzó el objetivo. En esos años, después de la mudanza, fue cuando el pequeño de los Atencia se enamoró sin remedio del baloncesto. Mientras seguía a su hermana, un día mirando la televisión descubrió a Kobe Bryant, figura de los Lakers de Los Ángeles.
Desde ese día empezó a imitarlo en todos sus movimientos. Antes de asistir a cualquier entrenamiento o de disputar un partido, en su cuarto Hansel Atencia hacía una pelota imaginaria con sus manos y se ilusionaba con que volaba por los aires y encestaba la pelota como lo hacía la Mamba Negra, legendaria estrella del deporte mundial.
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Fue por aquel entonces que, cuando tenía siete años, el mismo Carlos Parra que descubrió a Carmen se dio cuenta de que Hansel Atencia tenía potencial para llegar a ser profesional. Por eso, Parra decidió darle una beca al niño con la posibilidad de que algún día pudiese debutar con Búcaros.
Una oportunidad que le cambió la vida, ya que después de estrenarse con el equipo bumangués en la Liga profesional con solo 16 años, Atencia entendió que el gran objetivo de su vida sería llegar a ser profesional y algún día jugar en la Liga en la que triunfó su mayor ídolo: la NBA.
Hoy el sueño sigue intacto. Con 23 años, el santandereano ya es uno de los referentes de la selección de Colombia. Atencia salió joven del país hacia Estados Unidos. Terminó la secundaria en Grundy, un pueblo del estado de Virginia, y se graduó de comunicación y cinematografía en la Universidad de Maestros en California.
Su paso por el baloncesto universitario estadounidense fue exitoso. A pesar de medir 1,80 metros, una estatura poco común entre los gigantes de la NBA, el barramejo se adaptó con relativa facilidad al nivel físico del deporte norteamericano, porque más allá de su altura, siempre se destacó por su habilidad con la pelota, su velocidad, su compromiso en defensa y, por supuesto, su lanzamiento de tres.
Características que le permitieron, aunque no fue seleccionado para el Draft estadounidense, llegar al baloncesto europeo, a la Liga de Islandia, en 2020. Un cambio caótico para él, sobre todo por el clima, ya que en el país nórdico la temperatura oscila entre los -8 grados y los 10 grados centígrados, un frío al que Atencia asegura que nunca se va a acostumbrar.
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Después de dos años en Islandia, su objetivo actual es poder ir a una liga más competitiva que le permita alcanzar su sueño de llegar al baloncesto estadounidense. Por eso, espera estar pronto en la Liga de España y seguir los pasos de uno de sus actuales referentes: Facundo Campazzo, el argentino de 1,78 metros que la está rompiendo en la NBA.
Por ahora, antes de hacer oficial su cambio de equipo para la próxima temporada, Atencia aprovechó la oportunidad de venir a Colombia, una vez finalizó el torneo en Islandia, para jugar con Titanes de Barranquilla la liga nacional. Algo que ya hizo en 2020 cuando quedó campeón con el quinteto atlanticense y que podría repetir este año, porque su equipo es el gran candidato para ganar el torneo que se disputa en el coliseo Evangelista Mora de Cali.
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Por: Fernando Camilo Garzón - @FernandoCGarzon