Jaime Echenique: caer y levantarse para hacer historia
El pívot atlanticense se convirtió en el primer basquetbolista colombiano en llegar a la NBA. En su determinación se encuentra la razón de su éxito. Barranquillero, de 24 años, amante del patacón con queso y la limonada de panela, Echenique ya hace parte de la historia del deporte nacional.
Fernando Camilo Garzón
Un año antes de hacer historia al convertirse en el primer colombiano en jugar un partido de la NBA, 2020 significó un quiebre para Jaime Echenique. Un punto de giro inesperado que llegó cuando la pandemia mandó al traste sus posibilidades de entrar a la liga norteamericana de baloncesto a través del draft, el sueño por el que había trabajado durante años. Resignado, llorando y con la sensación de haberlo perdido todo, el barranquillero dejó Estados Unidos para buscar otras oportunidades.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Un año antes de hacer historia al convertirse en el primer colombiano en jugar un partido de la NBA, 2020 significó un quiebre para Jaime Echenique. Un punto de giro inesperado que llegó cuando la pandemia mandó al traste sus posibilidades de entrar a la liga norteamericana de baloncesto a través del draft, el sueño por el que había trabajado durante años. Resignado, llorando y con la sensación de haberlo perdido todo, el barranquillero dejó Estados Unidos para buscar otras oportunidades.
Mire: Lo mejor del baloncesto colombiano está en El Espectador
Terminó en España, donde empezó a destacarse en el San Sebastián Gipuzkoa de la Liga Endesa. Su desempeño invitaba a pensar que se le abriría otra oportunidad de llegar a la mejor liga del mundo, pero una grave lesión en la rodilla derecha a inicios de 2021 aplazó de nuevo sus posibilidades. Y ahí la tristeza lo desbordó. Echenique confiesa que se hundió, parecía que remaba sin rumbo y todo terminaba apenas iniciando el camino. “Creíamos que esa lesión iba a acabar con mi carrera y fue un momento en el que tuve que parar para pensar en mí y en lo que necesitaba”, confesó el atlanticense hace unos meses durante una rueda de prensa.
En su cabeza encontró las respuestas que buscaba. La determinación de saber qué quería y qué estaba dispuesto a sacrificar para lograrlo. Platón les decía a sus discípulos en la Academia que, para encontrar la felicidad, el fin mismo de la ética, y regir a los demás, primero debían gobernarse a sí mismos. Controlar las ideas, los impulsos. Entenderse y observar su entorno. Y solo así, en esa lucha dantesca contra la propia conciencia y sus demonios, ellos podían entenderse en relación con los demás.
Y Jaime Echenique encontró en su convicción la clave para superar sus fantasmas. Lidis Salinas, su mamá, recuerda que él siempre lo tuvo claro: “Desde pequeño ya era muy disciplinado. Desde que entró al baloncesto sabía que su sueño iba a ser llegar a la NBA y sacrificó todo para lograrlo”.
Más: Manuela Ríos: El baloncesto de barrio
Echenique comenzó en el béisbol porque una tía le regaló un bate de aluminio. Pasó por la escuela de Édgar Rentería y jugó en el estadio Tomás Arrieta, pero no encontró en la pelota caliente la pasión suficiente para seguir por esos derroteros. Y fue en el colegio donde lo invitaron a probar con el baloncesto, un amor del que nunca quiso desligar. Ahí se nutrió el anhelo, la determinación que lo llevó a dejar su casa con solo quince años para jugar como profesional en Academia de la Montaña.
“El día en el que Jaime me dijo que se iba a Medellín, no pude parar de llorar”, recuerda su mamá, reconstruyendo en su memoria las madrugadas en las que, después de trabajar durante largas jornadas como auxiliar de cocina en Crepes & Waffles, llegaba a la casa y era su hijo quien le abría la puerta. “Él me pedía que no estuviera triste, que se iba a Medellín para perseguir su sueño y sacar a nuestra familia adelante”.
Para su papá tampoco fue fácil y, de hecho, recuerda que ni siquiera pudo ir al aeropuerto a despedirlo por la tristeza que le daba ver a su hijo dejar la casa. Dolía partir, separarse. Y aunque era solo un niño, Echenique se llenó de valor y no miró atrás, como cuando años atrás su papá dejó Gamero (Bolívar) y su mamá se fue de El Piñón (Magdalena) buscando otras oportunidades y una nueva vida para hacer una familia.
Su padre recuerda: “Siempre quise un futuro distinto para mis hijos y por eso me fui para Barranquilla. Mi gran aspiración es que mis hijos se volvieran profesionales y por eso, cuando salió la oportunidad de que él firmara un contrato en España, le dije que se fuera primero a estudiar a Estados Unidos. Y después, con el título asegurado, que ya hiciera lo que él quisiera”.
Le puede interesar: El último baile de Kobe Bryant
El camino fue vertiginoso. De Medellín, Echenique se fue a Bogotá. Y de ahí, salió al exterior con rumbo al Junior College de Texas siguiendo los consejos de su padre. En la universidad se hizo profesional en sociología, con posgrado en psicología y sus condiciones lo llevaron a tener la oportunidad de cumplir su gran anhelo. Poco a poco el camino hacía la NBA empezó a despejarse. “Jaime llegó hasta donde está solo, que es todavía más difícil. Y eso no hay que olvidarlo”, advierte su padre.
Por eso, después de un camino tan sufrido y solitario, las caídas pesaron como yunques. Cuando las puertas se cerraron, en el momento en que más abiertas se veían, Echenique tuvo que centrarse en aprender a dominar sus emociones. Y el fruto del trabajo se recompensó más rápido de lo imaginado. Los Washington Wizards lo llamaron para hacer parte de la pretemporada del actual curso, a menos de un año de haber partido a Europa. Y justo cuando parecía que iba a quedar en el equipo, los de la capital lo descartaron a pocos días de empezar el torneo. Volvieron los fantasmas, aunque esta vez la cabeza ya era más fuerte. Echenique lo había advertido: “Mi único plan es llegar a la NBA, no hay plan b”, así que el obstáculo no fue problema. El colombiano aceptó bajar a la filial de los Wizards en la G-League y desde ahí esperó su oportunidad.
Más: Jaime Echenique: “Mi único plan es llegar a la NBA”
Paciencia. Partido a partido. El aumento de los casos de coronavirus en la liga le abrió un cupo en la plantilla. Y como de la nada en tan solo un día, el jueves 30 de diciembre de 2021, se consagró una de las páginas más importantes en la historia del baloncesto colombiano. Lo llamaron por la mañana, firmó un contrato de diez días en la tarde, y por la noche debutó contra los Cavaliers de Cleveland. La ilusión hecha realidad tras muchas caídas e historias que se quedaron a medio contar. Y no solo la suya, también la de Álvaro Teherán y Brian Angola, basquetbolistas que rozaron la gloria y no pudieron lograr el sueño.
Dice la madre de Jaime Echenique que ellos siempre hablan. Que si no pueden llamarlo en la mañana, lo hacen en la noche. Y que él siempre les decía que les iba a dar una sorpresa, pero que tenían que ser pacientes porque su momento tarde o temprano tenía que llegar.
Y ahora que la marejada ya pasó, Lidis Salinas solo puede pensar en la lejanía. Está feliz y orgullosa, por supuesto. El día que supo que su hijo jugaría en la NBA, soltó el teléfono, se arrodilló en el suelo y mirando al cielo empezó a dar gracias por su hijo. Pero, después de la alegría, llegó la melancolía. Esas ganas de abrazarlo, de tenerlo ahí para no soltarlo jamás y llenarlo de besos. Se le quiebra la voz y no aguanta el llanto cuando piensa en él, en la impotencia de no poder verlo y en las ganas que tiene de hacerle patacones con queso y limonada de panela.
No se pierda: Braian Angola: la vida más allá de los Llanos
Pero esos son los sacrificios que Jaime Echenique entendió que tenía que hacer para llegar a la cima. “Es duro, me estoy perdiendo la vejez de mis padres. Me duele estar lejos de ellos”, aseguró el barranquillero en una rueda de prensa antes de que se hiciera oficial su contratación por los Wizards. La seguridad en su plan es mucho más fuerte que la tristeza porque, finalmente, Jaime Echenique es consciente de que su historia apenas empieza. “Él nunca para”, asegura su mamá con la convicción de que el debut de su hijo en la NBA será la primera de las muchas historias que vendrán para contar.
Los colombianos que estuvieron cerca de la NBA
Colombia llevaba varias décadas buscando llegar a la liga de baloncesto más importante del mundo. Antes de que Jaime Echenique hiciera historia, el pasado 30 de diciembre, Juan Diego Tello, Tonny Trocha y Andrés Ibargüen, entre otros nombres, hicieron carrera en Estados Unidos.
No se pierda: Jaime Echenique y el difícil camino de Colombia para llegar a la NBA
Sin embargo, solo Álvaro Teherán y Brian Angola habían llegado tan lejos como Echenique antes de su debut con los Wizards. Teherán alcanzó a jugar una pretemporada con Philadelphia 76ers, mientras que Angola estuvo en una Liga de verano con Orlando Magic. No obstante, ninguno pudo encontrar un cupo, y el sueño de ver a un colombiano en la NBA se aplazó hasta la llegada de Echenique.