Jéfferson Ochoa, un peleador que deja la vida en el tatami
El casanareño de 24 años es uno de los diamantes que se han pulido en el Centro de Alto Rendimiento de Taekwondo (Ciartkd), en Sogamoso. El coronavirus aplazó su sueño olímpico de Tokio 2020.
Redacción deportes
Cuando el cesarense Óscar Muñoz ganó la medalla de bronce en la categoría de 58 kilogramos del taekwondo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Jefferson Ochoa apenas estaba aprendiendo las bases de esa disciplina.
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Cuando el cesarense Óscar Muñoz ganó la medalla de bronce en la categoría de 58 kilogramos del taekwondo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Jefferson Ochoa apenas estaba aprendiendo las bases de esa disciplina.
Verlo subir al podio con la bandera tricolor sobre sus espaldas lo inspiró. Ese día se propuso entrenar con dedicación y disciplina para emularlo.
Su hermano Andrés Javier era el entrenador de taekwondo en el municipio de Maní (Casanare), en donde Jéfferson comenzó a practicar deporte por pura curiosidad. Tenía como 11 años y entrenaba todos los días después de salir de clases en el colegio Jesús Bernal Pinzón.
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Un par de años después fue convocado a la selección del departamento y el taekwondo se convirtió en la razón de su vida. Ganó el título nacional en los Juegos Supérate Intercolegiados y después se coronó campeón de los Juegos Deportivos Escolares Centroamericanos y del Caribe, en Armenia.
Esa fue la llave que le abrió muchas puertas. “Tuve que dejar mi pueblo, ‘La capital de la bandola criolla’, para irme a buscar mis sueños a Yopal”, recuerda.
Su hermano y sus padres lo patrocinaron, así como el Instituto Departamental de Deportes de Casanare, para el que brilló en los Juegos Nacionales de Chocó.
Jéfferson es un peleador de buena técnica, que sigue al pie de la letra las indicaciones de sus entrenadores, pero sobre todo, que deja la vida dentro del tatami.
Y progresó tanto y tan rápido, que para los Olímpicos de Río 2016 fue el suplente de Óscar Muñoz. Y luego de varios años de perfeccionamiento, la semana pasada obtuvo el tiquete para Tokio 2020.
“El taekwondo colombiano está pasando por su mejor momento. ¿La razón? El Centro Internacional de Alto Rendimiento (Ciartkd), en Sogamoso. Allá tenemos las mejores condiciones y todos los recursos para la preparación. Además contamos con los profesores Cito René Forero y William Duarte, que son dos de los mejores técnicos del mundo. Claro, se podría mejorar más, porque todavía falta mayor fogueo internacional, más cancha, experiencia, pero estamos orgulloso de ser potencia en Suramérica”, asegura Jéfferson.
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Con apenas 24 años, sabe que tiene una larga carrera por delante. Por eso no está ansioso por ir a Tokio. Entiende que ahora “lo importante es superar la emergencia, la salud de la población, vencer el coronavirus”.
Sabe que así se aplacen las justas un par de meses o para 2021, irá a la capital de Japón lo mejor preparado posible. “Pues es una gran oportunidad en la vida. ¿Una medalla?, pues no sé. La certeza es que voy a dar lo mejor de mí, con eso quedo tranquilo”.
Jéfferson come, respira y sueña con taekwondo. Por eso espera estudiar administración deportiva y seguir vinculado al deporte del que vive. Eso sí, advierte que “todo me lo he ganado a pulso, porque soy disciplinado y me dedico al ciento por ciento a mi trabajo”.
Mientras se define cuándo se realizarán los Olímpicos, él sigue entrenado sin parar. Ganar medalla no es lo único que lo motiva, también quiere recompensar a sus padres, Yamil y Helena, y a su hermano Andrés Javier, el que lo embarcó en esta aventura del deporte, así como a su hermanita menor, Vanessa, la próxima Ochoa que dará de qué hablar en el taekwondo.