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José Gabriel Cardoso: El Gran Maestro y los 64 cuadros en su cabeza

Este ajedrecista vallecaucano de 17 años absorbió el ajedrez de una manera que no había sido vista en el país.

Camilo Gómez Forero
18 de diciembre de 2022 - 10:00 p. m.
José Gabriel Cardoso con el galardón que lo reconoce como uno de los mejores deportistas jóvenes del año para El Espectador. / Nelson Sierra
José Gabriel Cardoso con el galardón que lo reconoce como uno de los mejores deportistas jóvenes del año para El Espectador. / Nelson Sierra
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El balón fue para Falcao lo que una bicicleta fue para Quintana: un elemento irremplazable, imprescindible, necesario. No hay manera en la que un deportista que aspire a estar en la élite del fútbol o el ciclismo –como lo hicieron ellos– llegue al olimpo de su actividad si no tiene siempre al lado ese fiel instrumento que lo acompañe en las prácticas, que son la llave para el éxito. Y así sucede con casi todos los deportes. Sofía Gómez necesita del agua tanto como Cabal y Farah requieren de una cancha, raquetas y pelotas para ser ellos. Pero en el ajedrez, deporte tan mordaz como una guerra y poético y complejo como una obra de T. S. Eliot, es diferente: hay una suerte de independencia que no se ofrece en los demás. A veces, cuando se alcanza cierto grado de profesionalidad, solo se necesita la mente, nada más, para una buena práctica. Eso lo hace tan atractivo como asequible.

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Mientras José Gabriel Cardoso me habla puede ir moviendo fichas en su cabeza. Al lado nuestro no hay tablero y, francamente, él ya no necesita de uno en este punto de su carrera. Juega contra él mismo en su interior, pone en práctica alguna jugada sacada de los libros o repasa partidas pasadas en donde quiere revisar errores y aciertos con la minuciosidad de Sherlock Holmes. Mueve el peón negro a la casilla c5, en el centro, donde se decide la batalla. Así empieza la poderosa Defensa Siciliana en su variante Najdorf, bautizada por el Gran Maestro argentino, Miguel Najdorf, que podía recordar a un hombre no por su cara o su apellido, pero sí por la manera en la que movía sus caballos y alfiles. El ajedrez es memoria y eso lo incorporó Cardoso.

La de Najdorf es la jugada la favorita de este joven vallecaucano que a sus 17 años se convirtió en el Gran Maestro de ajedrez más joven de Colombia. Además, fue una de las que usó para conseguir este título que ostentan menos de 2.000 personas en el mundo. Esa apertura dice mucho de él: la usan quienes no son conformistas, quienes prefieren jugarse una victoria a asegurar el empate; los que tienen nervios de acero, cuya paz difícilmente puede ser alterada, y quienes resisten ante las adversidades y reconocen el valor de cada sacrificio hecho, como el que han hecho sus padres para que pueda competir a nivel profesional. Hasta este año seguían viviendo en arriendo. El estilo de un jugador puede decirlo todo de este como persona, en especial su apertura.

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Desde que su hermana le enseñó a mover las fichas a la temprana edad de cuatro años, con el único objetivo de que el niño no se aburriera, pero tampoco molestara en casa, el ajedrez no se ha salido de la cabeza de Cardoso. Así que hoy resulta imposible reconocer cuándo puede estar haciendo ejercicios en su cabeza y cuándo son otros pensamientos los que se apoderan de su mente. Este juego lleva 13 años dentro de él y hoy, así se le haga una intervención quirúrgica, no se lo pueden quitar, lo persiguen esos cuadros: el ajedrez y él son elementos indivisibles.

Pero que Cardoso tenga esta capacidad tan avanzada de practicar en el baño, en la cocina, mientras va en el bus en Cali, Barcelona o Chennai en la India, no quiere decir que sea un genio –aunque sus calificaciones en el colegio apunten a que lo sea, sobre todo en matemáticas, materia en la que siempre sacó las mejores notas–; tampoco significa que la práctica de un deporte como el ajedrez sea más fácil que lo que es el fútbol o el baloncesto. No: que este joven de contextura delgada, tez morena y sonrisa contagiosa haya podido dibujar un tablero de 64 casillas cuadradas en su cabeza para practicar una actividad tan compleja demuestra, por un lado, que su entrenamiento ha sido feroz e imparable y que por eso es uno de los deportistas del año; por el otro, enseña que el ajedrez es una actividad que está al alcance de todas las personas.

Desde el colegio, el ajedrez es desprestigiado por quienes lo consideran otro juego de mesa al no demostrar actividad física. Eso es falso: como explica Cardoso, es vital preparar el estado físico para afrontar un torneo profesional. Si no, el cuerpo lo cobra, se pasan las jugadas en el tablero y empiezan los errores que cuestan campeonatos. A nivel profesional, esto requiere de nutricionistas, psicólogos y entrenamiento corporal. Él, por ejemplo, nada tres veces a la semana y hace cardio. Su ídolo, Magnus Carlsen, actual campeón del mundo, también ha demostrado ser todo un atleta. Así, desconocer el desgaste físico en el ajedrez resulta tan insostenible como invisibilizar el componente táctico y estratégico en el fútbol con el que un equipo como Países Bajos puede empatarle a la Argentina de Messi en el minuto 90 + 10.

El otro problema es que el ajedrez es visto con recelo por quienes lo perciben como un espacio reservado para los genios. Cardoso pide que no se trate más así. De hecho, solicita como su padre que sea enseñado como una materia en los colegios. “En este deporte, en el que hay cálculo, concentración e imaginación, hay mucho aprendizaje, disfrute y la realidad es que se pueden sacar muchas cosas de él”, explica, como aprender sobre la paciencia, responsabilidad y disciplina, pero también forja carácter para aceptar las derrotas. “Hay que pasar la página rápido”, dice, “luego de perder, en dos horas hay que jugar otra partida, por lo que no puedes quedarte pensando en lo que pasó”. El ajedrez, por donde se le mire, ha formado a Cardoso más para la vida que cualquier otra cosa. Incluso le mostró el amor: a su novia, también ajedrecista, la conoció en un torneo. Ella es de la liga de Risaralda. Las posibilidades con este juego son infinitas. Lo que hoy está en la cabeza de Cardoso, debe ser más visible en un país como Colombia que tiene tantos talentos como el suyo y necesitan apoyo como él.

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