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Se siente incompleto, vacío. Una parte de él también murió el pasado 15 de enero, cuando el virus se llevó a Gildardo García, uno de los más grandes maestros del ajedrez colombiano, el más ganador de campeonatos nacionales de mayores (10). Su rivalidad en los tableros, que tantas veces sacó chispas, que tantas veces paró al país, duró más de treinta años. Los más grandes, aunque no lo reconozcan, como Kaspárov y Kárpov, son por el otro. Y así. “Empieza a uno hacerle falta el hombre, qué verdad”.
La primera vez que Alonso Zapata miró a los ojos a Gildardo García fue en el Campeonato Juvenil de Ajedrez de Pasto en 1974. Él seguía siendo un inexperto, le seguían faltando cualidades, “no era tan bueno”. Nunca antes había salido de Pereira. “Los referentes míos eran Raúl Henao y Antonio Agudelo, eran los mejores, los campeones, uno de los dos se lo iba a ganar. Y Gildardo era un total desconocido, un mensajero de la Liga de Antioquia muy humilde que acababa de aprender a mover las fichas y se había superado. Y se ganó el torneo dando un salto inesperado, fue un caso único”, rememoró Zapata, subcampeón mundial juvenil en 1977 y ganador de seis campeonatos nacionales, uno de ellos compartido con Gildardo (1995).
El tornado que se armó en la Federación Colombiana de Ajedrez. Un novato, sin tarjeta de identidad, libreta militar ni pasaporte. Y también sin las correas de la burocracia: en una semana le sacaron todos los papeles para que pudiera representar al país en el campeonato mundial. Un hecho que propulsó el fuego interior de Alonso Zapata para que se convirtiera, a sus 22 años, en el primer gran maestro del ajedrez colombiano. “Las cosas no suceden por procesos en Colombia. Aparecen como petróleo en un lugar aislado, pero no obedecen a un diseño o a un proceso, nada de eso. Es una luminaria que en un momento dado se prende, somos un país muy sui géneris”, reflexiona Zapata hablando del gran rival que tuvo en la vida.
Sigue activo, pero ya no tanto. Vive enseñando ajedrez en Atlanta y está escribiendo un libro de táctica sobre los algoritmos del ajedrez que descubrió en su carrera. Lo está haciendo con su gran amigo Armando López, quien es el entrenador del nuevo pequeño genio del país: José Gabriel Cardoso, un adolescente que hace un par de semanas, a sus 16 años, se coronó campeón del Nacional de Mayores Absoluto de Ajedrez. ¿El segundo? Santiago Ávila, también como él, modelo 2004. De 17 años. Y se constituyó el uno dos más joven en la historia del ajedrez colombiano.
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“Muchos ajedrecistas dicen en Colombia que mi rivalidad con Santiago Ávila es como la de Alonso con Gildardo, que siempre pelearon los campeonatos nacionales. Los dos somos el futuro de Colombia en el ajedrez”, apuntó José Gabriel, quien a sus doce años se dio el lujo de vencer a Gildardo en el Continental de Ajedrez de Medellín. “Para mí fue un gusto estrecharle la mano”.
Esta semana se coronó campeón centroamericano sub-20. Una etiqueta de peso más a las que ya tenía: tercero y segundo en dos mundiales sub-16, cuatro veces consecutivas campeón nacional sub-20, campeón panamericano y el ajedrecista colombiano más joven (trece años) en participar en una olimpiada. Él y Santiago Ávila están en otra liga.
Se acaba de convertir en maestro internacional y obtuvo su primera norma de gran maestro, el título más alto del ajedrez. Su próximo paso es hacer una gira en Europa para conseguir las últimas dos normas de gran maestro. Quiere ir al Abierto de Aeroflot en Rusia y al Gibraltar Chess Festival, pero le falta un patrocinador. “No tengo mucho apoyo, quiero ir a los grandes abiertos del mundo. En Colombia faltan torneos fuertes, solo hay ocho grandes maestros. Necesitamos torneos más duros para sacar mejores jugadores y elevar el nivel del país”.
Sus modelos a seguir son el cubano Leinier Domínguez y el noruego Magnus Carlsen, el segundo campeón mundial más joven de la historia después de Garri Kaspárov. En el país su faro siempre ha sido Alonso Zapata.
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“Estoy muy sorprendido por lo rápido que le han salido las cosas a José Gabriel. Ha dado un salto cuántico que nadie esperaba, ni él mismo. Todos sabíamos que iba a ser un gran jugador, pero no de esta manera. Yo creo que nadie ha logrado eso. El otro día lo llamé a decirle que está batiendo los récords que dejamos nosotros”, destacó Zapata.
Jaidy Marcela Cardoso, su hermana mayor, quien también juega ajedrez, le enseñó a jugar a José Gabriel a los cuatro años. A esa edad, apenas sabiendo mover las fichas, jugó su primer torneo: Ajedrez al Parque. Y se lo ganó...
La Liga Vallecaucana de Ajedrez decidió darle una beca y así empezó, hace doce años, su carrera en el ajedrez. Hace uno nada más se graduó del colegio Santa Librada, de Cali. Y espera, en el futuro, estudiar Ingeniería de Sistemas con una beca en una universidad de Estados Unidos. Armando, su padre, vigilante en La Colmenita, un centro comercial en Cali, ha sido uno de sus principales patrocinadores de este deporte, que no es el único. “Si no estoy con un tablero de ajedrez estoy metido en una piscina, la natación es mi segunda pasión. Y me ayuda el ejercicio físico para jugar mejor”.
La manera en la que José Gabriel Cardoso siente el ajedrez es de una forma agresiva, de ataque, un juego dinámico. “Aunque ahora trato de ser universal. Me puedo desenvolver en la posición en la que esté en una partida. He mejorado mi juego”.
Su objetivo cercano será convertirse en el noveno gran maestro del país. “Y luego quiero inspirar a muchos más jóvenes a que salgan adelante. Quiero promocionar el ajedrez en Colombia: tengo la idea de crear una escuela al estilo soviético aquí, en la que salgan grandes talentos”, dice quien ya está a setenta puntos de lograr el mejor ELO (sistema de puntuación) de Colombia.
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El campeón nacional de ajedrez, el segundo más joven de la historia, pues Joshua Ruiz lo ganó en 2014 con un mes menos de vida (16 años y diez meses), alista maletas para dar el gran salto en los mejores torneos del mundo, porque las alas que podía tener en el país ya las tuvo. Como lo reconoce Alonso Zapata.
“Lo que pasa es que en Colombia hay un punto en el que no puedes crecer más, la gente se estanca. Tenemos un problema grande: la ubicación geográfica. Si estos mismos ajedrecistas estuvieran en otro ambiente se desarrollarían mucho más, como los de las potencias. No crean, en Colombia la gente es muy talentosa, hay gente buenísima. Ojalá tengan oportunidades y puedan competir en torneos de fuerza internacional. Pero, bueno, ahora se abrió una nueva posibilidad que es la de la virtualidad, que sí, no es lo mismo que estar frente a frente, pero todo sirve. La información también ya está para todo el mundo y los programas de los computadores también. Tú ya ves a muchachos que no tienen 18 años y son campeones absolutos, como pasa aquí en Colombia. Para llegar a la cima se necesitan procesos largos y José Gabriel lo consiguió muy rápido”.
Hablar de recambio generacional en un deporte como el ajedrez no es del todo certero: hay quienes pueden jugar toda la vida. Pero dos jóvenes: Santiago Ávila con las fichas negras y José Gabriel Cardoso con las blancas, dos grandes maestros in the making, pretenden rebrotar la más caliente y mejor era del ajedrez colombiano: la de Gildardo García vs. Alonso Zapata.
Por: Thomas Blanco Lineros- @thomblalin