De Octavio Paz y México 1968: las olimpiadas y la masacre de Tlatelolco
Los Juegos Olímpicos de México 1968 estuvieron precedidas por uno de los hechos más traumáticos para ese país. El poeta Octavio Paz es recordado, además de su obra, por haber sentado su protesta por la realización de estas justas tras el asesinato de decenas de estudiantes.
Andrés Osorio Guillott
En El arco y la lira, Octavio Paz dijo: “La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior”. Fue por medio de la poesía que Paz se expresó y se comunicó con los demás, fue por medio de ella que manifestó sus anhelos, sus frustraciones, sus denuncias y sus rechazos. Por medio de la poesía, por ejemplo, protestó por la realización de los Juegos Olímpicos de México 1968, pues tan solo unos días antes se presentó uno de los acontecimientos que más traumas dejó en la sociedad mexicana: la masacre de Tlatelolco.
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En El arco y la lira, Octavio Paz dijo: “La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior”. Fue por medio de la poesía que Paz se expresó y se comunicó con los demás, fue por medio de ella que manifestó sus anhelos, sus frustraciones, sus denuncias y sus rechazos. Por medio de la poesía, por ejemplo, protestó por la realización de los Juegos Olímpicos de México 1968, pues tan solo unos días antes se presentó uno de los acontecimientos que más traumas dejó en la sociedad mexicana: la masacre de Tlatelolco.
No solo fue México. Ese 1968 es un año que a muchos les despierta utopías, deseos de cambiar el mundo. La comunidad estudiantil de ese entonces provocó varios movimientos a nivel internacional y dejó mensajes que muchos recuerdan como “prohibido prohibir”, una consigna que quedó de aquel mayo del 68 en Francia.
En México el contexto no fue diferente. “Creo que para los estudiantes de entonces la victoria era el hecho de ganar la calle, de manifestarse, sentir que la ciudad y el país podrían ser de ellos”, dijo Elena Poniatowska en una entrevista para la BBC. La autora de La noche de Tlatelolco, libro que recoge testimonios de la masacre del 2 de octubre de 1968, recordó en ese diálogo con el medio inglés que cuando llegó al lugar de los hechos “Había muchos vidrios rotos y muchos zapatos tirados”.
Poniatowska cuenta que el gobierno mexicano se había molestado mucho con los estudiantes, pues estos buscaron a los corresponsales de medios extranjeros que habían llegado a Ciudad de México para cubrir los Juegos Olímpicos. “El show debe continuar”, dicen por ahí, y el hecho de ser el primer país de Latinoamérica en ser la sede de este evento había generado en el gobierno de turno la obligación de mostrar una cara amable al mundo. “Los jóvenes les enseñaron que había otro México y no solo el país moderno que se quería proyectar al extranjero. (…) La prueba de eso es que en diarios extranjeros se publicaron fotografías de la matanza que no fueron publicadas en México”.
El problema en sí no eran los Juegos Olímpicos, pero este fue un episodio más en el que el deporte termina siendo instrumentalizado para tapar otros problemas u horrores que han sucedido antes o durante de su realización. Pasó años atrás con el Mundial de Italia 1934, con los Olímpicos de 1936 y después del 68 ocurrió en el Mundial de Argentina 78, entre tantos y tantos otros ejemplos que dan cuenta de esto.
Previo al comienzo de los Olímpicos de México, específicamente el 7 de octubre de 1968, el poeta Octavio Paz -en ese entonces embajador en la India-, desde Nueva Delhi, envió una carta a los coordinadores del Programa Cultural de la XIX Olimpiada, en la que dice que se había negado a participar del Encuentro Mundial de Poetas y a escribir un poema que exaltara el espíritu olímpico, -ambas cosas como parte de la celebración de las justas en su país-, pues no consideraba que fuera “la persona más a propósito para concurrir a esa reunión internacional y, sobre todo, para escribir un poema con ese tema”. Sin embargo, Paz afirmó en la misiva que “el giro reciente de los acontecimientos” lo hizo cambiar de opinión.
No solo presentó en esos días su renuncia como embajador, pues a la misma Poniatowska le dijo años después que “no podía seguir representando a un gobierno que había obrado de una manera tan abiertamente opuesta a mi forma de pensar”, sino que terminó escribiendo un poema que tituló México: Olimpiada de 1968, que dice así:
La limpidez
(Quizá valga la pena
Escribirlo sobre la limpieza
De esta hoja)
No es límpida:
Es una rabia
(Amarilla y negra
Acumulación de bilis en español)
Extendida sobre la página.
¿Por qué?
La vergüenza es ira
Vuelta contra uno mismo:
Si
Una nación entera se avergüenza
Es león que se agazapa
Para saltar.
También en su momento Octavio Paz afirmó: “Que los jóvenes asesinados el 2 de octubre estuviesen en la antigua plaza de Tlatelolco, donde se encontraba el teocalli azteca para realizar sacrificios humanos. Hoy, en Tlatelolco, hay unos edificios oficiales destinados a los empleados, es decir a la burocracia. El asesinato de los estudiantes fue un sacrificio ritual en tanto que no hubo razón política alguna que justificase ese acto. Se trataba nomás de aterrorizar a la población usando los mismos métodos de sacrificios humanos de los aztecas”.
El show tuvo que continuar. Los Olímpicos se realizaron a pesar de que 10 días atrás fueron asesinados decenas de estudiantes. A hoy, ese número se desconoce, pues se dice que pueden ser entre 50 y 300. Estados Unidos, la Unión Soviética y Hungría coparon el podio de las justas que tuvieron 5516 atletas de 112 equipos.
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