La Batalla de los Sexos y el Título IX: el renacer del tenis femenino
Quizás ningún otro evento deportivo ha desempeñado un papel más importante en el desarrollo de mayor respeto y reconocimiento para las mujeres atletas que la Batalla de los Sexos de 1973.
Valentina Fajardo
Lo que comenzó con una simple reto de un extenista, término siendo un evento que cambio la historia del tenis. Era 1973, y Bobby Riggs, uno de los mejores jugadores masculinos en la décadas de 1930 y 1940, era un hombre de 55 años que se describía a sí mismo como un estafador y machista. Para nadie era un secreto que él era un misógino, se conocían sus comentarios como “las mujeres pertenecen al dormitorio y a la cocina, en ese orden”.
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Lo que comenzó con una simple reto de un extenista, término siendo un evento que cambio la historia del tenis. Era 1973, y Bobby Riggs, uno de los mejores jugadores masculinos en la décadas de 1930 y 1940, era un hombre de 55 años que se describía a sí mismo como un estafador y machista. Para nadie era un secreto que él era un misógino, se conocían sus comentarios como “las mujeres pertenecen al dormitorio y a la cocina, en ese orden”.
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Riggs creía que él podía vencer a la mejor tenista del mundo porque pensaba que los hombres eran superiores a las mujeres. Así que se le ocurrió una idea: la valiente jugadora que lo derrotara ganaría un premio de 10.000 dólares. Y, aunque el partido se enmarcó en la retórica de la “guerra de los sexos”, la motivación de Riggs era esencialmente económica.
Esperaba que su mirada respecto al tenis femenino desafiara a la jugadora que él consideraba que era la mejor del mundo: Billie Jean King. Era una época de amplios cambios sociales para las mujeres, y en el tenis King lideraba las peticiones de paridad con los hombres en términos de premios en metálico. Riggs, por su parte, se limitaba a burlarse de ella llamándola “la líder sexual de la manada revolucionaria”.
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Convencido de que accedería a su llamado, el ex jugador envió su triple desafío por telegrama a tres de las mejores jugadoras activas: King, la australiana Margaret Court y la naciente estrella Chris Evert. En un inicio ninguna contestó, ya que esto no traería ningún beneficio para el tenis femenino.
No mucho tiempo después, la única en aceptar el desafío fue Margaret Court, máxima rival de Billie Jean King. ¿La razón? A diferencia de la estadounidense, ella no estaba interesada en la lucha por los derechos de las mujeres. Tenía confianza en su juego, quería demostrar que era la mejor jugadora del mundo y, por supuesto, estaba interesada en el prometedor sueldo.
Capítulo 1: “La masacre del día de las madres”
Para entender el significado de este primer partido, es necesario entender el papel de Margaret Court en el tenis. Esta jugadora australiana era una de las mujeres más importantes del deporte blanco desde 1960, y hasta el día del juego ante Riggs, había sumado 21 títulos de Grand Slam. Además, a diferencia de King, Court era una esposa y madre conservadora y cristiana.
En vísperas del partido, King dijo a los periodistas: “Nuestra reputación está en juego, y me temo que Bobby ganará. Aquí tenemos a un viejo imbécil que se tiñe el pelo, se contonea como un pato y tiene problemas para ver. No tenemos nada que ganar”. Sin embargo, Margaret no vio el panorama completo.
El día de partido entre Court y Riggs fue el 13 de marzo de 1973, el día de la madre. Como buen fanfarrón que era le entregó un ramo de rosas que decía “Feliz día de la Madre”, que de feliz no tuvo nada. Al principio, ella lo consideró solamente un partido de exhibición y no se dio cuenta de lo que estaba en juego era mucho más que eso.
Margaret no estaba preparada para el tipo de juego que jugó Riggs y perdió por 6-2, 6-1 en menos de una hora. No estaba segura de por qué perdió, probablemente perturbada por la presión inesperada que cayó sobre ella cuando Riggs logró convertirlo en un evento tan popular, Court no era ella misma ese día.
El triunfo de Bobby Riggs sobre Court resultó ser una ruidosa precuela del evento principal: Riggs contra King. El 20 de septiembre de ese mismo año, Riggs —cuya victoria le había llevado a las portadas de Sports Illustrated y Time— cumplió su deseo.
Capítulo 2: La Batalla de los Sexos
Billie Jean, que anteriormente había rechazado los desafíos de Riggs, se sintió impulsada a aceptar el reto. Ahora sí había algo que demostrar y lo tomó con sus propias manos, ya que no creía en los favores del destino. El escenario fue el Astrodome de Houston, con una asistencia de 30.472 personas, que sigue siendo la mayor audiencia para ver un partido de tenis en Estados Unidos.
El partido, promocionado como la “Batalla de los Sexos”, fue televisado en horario de máxima audiencia por la cadena ABC, con un premio de 100.000 dólares al mejor de cinco sets. King entró en la corte al estilo de Cleopatra, en una litera adornada con plumas y llevada por cuatro musculosos de torso desnudo vestidos al estilo de los antiguos esclavos.
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Riggs le siguió en un rickshaw tirado por modelos con poca ropa. Riggs regaló a King una piruleta gigante de “Sugar Daddy”, y ella respondió dándole un cerdo como símbolo de su machismo. Tras el saludo en la red, acabó la pantomima y lo que siguió fue verdadero drama.
King había estudiado la forma en que Riggs había jugado contra Court y, en lugar de desplegar su habitual juego agresivo, se mantuvo casi siempre en la línea de fondo, haciendo que su anciano oponente corriera de un lado a otro para cubrir sus golpes. Una vez agotado a su rival, King se impuso y lo venció en sets corridos, 6-4, 6-3, 6-3.
Fue el mayor evento de tenis jamás organizado hasta ese momento, transmitido en horario de máxima audiencia y visto por 90 millones de personas en todo el mundo. Si Court hubiera derrotado a Bobby Riggs en mayo, nada de eso habría sucedido.
“Pensé que si no ganaba ese partido, nos haría retroceder 50 años. Arruinaría el circuito [de tenis] femenino y afectaría la autoestima de todas las mujeres. Vencer a un hombre de 55 años no fue ninguna emoción para mí. La emoción fue exponer a mucha gente nueva al tenis”, dijo King muchos años después.
37 palabras que lo cambiaron todo
El partido de tenis de la Batalla de los Sexos fue algo más que simplemente derrotar a Riggs. Quizás ningún otro evento deportivo haya desempeñado un papel más importante en el desarrollo de mayor respeto y reconocimiento por las atletas que la Batalla de los Sexos.
A la victoria de Billie Jean, junto con la aprobación del Título IX, se le atribuye a menudo el mérito de haber iniciado un auge en la participación femenina en los deportes y de haber empoderado a las mujeres para abogar por la igualdad salarial en todos los sectores de la fuerza laboral.
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En 1971, antes de que se aprobara el Título IX, sólo el 1% de los presupuestos deportivos universitarios se destinaba a programas deportivos femeninos. En el nivel de la escuela secundaria, los atletas masculinos superaban en número a las atletas femeninas 12,5 a 1. El Título IX fue promulgado como ley el 23 de junio de 1972 por el presidente Richard Nixon. Demostrando un coraje y un liderazgo extraordinarios, Billie Jean King acudió al Capitolio para testificar en nombre del título y hablar de la necesidad para que las niñas y mujeres avancen en su deporte.
El resultado final de la suma de tantos esfuerzos por la lucha de la tenista se vio plasmado en 37 palabras: “Ninguna persona en los Estados Unidos será excluida, por motivos de sexo, de participar en, ni se le negarán los beneficios, ni será objeto de discriminación, en ningún programa o actividad educativa que reciba asistencia financiera federal”.
El impacto del Título IX en los deportes femeninos es significativo. La ley abrió puertas y eliminó barreras para niñas y mujeres, y aunque las atletas y sus programas deportivos todavía tienen menos equipos, menos becas y presupuestos más bajos que sus homólogos masculinos, desde la aprobación del Título IX, la participación femenina en el nivel de la escuela secundaria ha aumentado.
Este se extiende también a los deportes profesionales. Han surgido más oportunidades para que las mujeres jóvenes conviertan su deporte en su carrera, particularmente en la WNBA. También han aumentado las oportunidades de formación universitaria y profesional. Esta sigue siendo la única ley que otorga a las mujeres algún tipo de igualdad deportiva en Estados Unidos.
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