La consagración de Romario Roque
El base será una de las piezas claves en los dos partidos de la ventana eliminatoria que la selección de Colombia jugará de visitante contra Chile y Brasil por un cupo al Mundial de 2023, que se hará en Filipinas, Japón e Indonesia.
Fernando Camilo Garzón
Romario Roque no se asusta ante la presión, le gusta. Lo descubrió temprano cuando, en 2018, con apenas 19 años, lo llamaron a la selección colombiana de mayores. Al principio, se sintió abrumado al verse rodeado por basquetbolistas de largo recorrido y experiencia. Sin embargo, lo olvidó cuando entró a la cancha. En los pocos minutos que le tocaron, Roque se desprendió de sus nervios y fue feliz porque recordó los días en los que se enamoró del baloncesto en el barrio Las Delicias de su natal Barranquilla.
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Romario Roque no se asusta ante la presión, le gusta. Lo descubrió temprano cuando, en 2018, con apenas 19 años, lo llamaron a la selección colombiana de mayores. Al principio, se sintió abrumado al verse rodeado por basquetbolistas de largo recorrido y experiencia. Sin embargo, lo olvidó cuando entró a la cancha. En los pocos minutos que le tocaron, Roque se desprendió de sus nervios y fue feliz porque recordó los días en los que se enamoró del baloncesto en el barrio Las Delicias de su natal Barranquilla.
Ahora, el base del BBC Nyon suizo tendrá que dar un paso al frente cuando Colombia se mida con Chile y Brasil en las eliminatorias al Mundial de 2023. A pesar de su juventud, Romario Roque está llamado a ser uno de los protagonistas de un equipo diezmado por las bajas de jugadores importantes como Brian Angola, Jaime Echenique, Hansel Atencia, Andrés Ibargüen y Juan Diego Tello.
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A Romario Roque el liderazgo no lo asusta. En diálogo con El Espectador, el armador explicó: “El compromiso es grande. Tenemos que demostrar que, aunque falten jugadores, esta selección puede ganar y revertir las circunstancias”. Su aplomo se desprende de una carrera vertiginosa y de éxitos tempranos, que empezó cuando tenía nueve años y un amigo lo invitó a jugar baloncesto cuando él estaba obsesionado con el fútbol.
Su padre, que soñó con ser futbolista y fue admirador toda su vida del balompié brasileño, razón por la que nombró a su hijo en honor al Baixinho Infernal, le inculcó la pasión por el deporte al mismo tiempo que le enseñó a caminar. El sueño era que Romario jugara al fútbol, pero todo cambió esa tarde en la que Roque acompañó a su amigo a jugar baloncesto al Parque Suri Salcedo.
Iba a ser algo de un día, pero le gustó tanto que le tocó volver. La pelota naranja se volvió una obsesión, el básquet era más complejo y tenía muchas cosas que el balompié no. Por ejemplo, la zona de anotación era más pequeña y el físico que se necesitaba para hacer una cesta requería más habilidad que la que exigía el fútbol. “El baloncesto tiene otros tiempos. Tienes que usar la cabeza de otra forma y tienes que ser más inteligente para aprovechar los pocos espacios que hay”.
Todas las exigencias del baloncesto, desde el físico hasta la cabeza, Romario Roque las cumplió con creces desde que empezó a jugar. El referente en el que se miraba era el explosivo Russel Westbrook. Un jugador en el que siempre se vio reflejado por su físico privilegiado, su agresividad y su capacidad para atacar y defender.
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Su talento temprano, mientras jugaba en campeonatos nacionales, llamó la atención del club Marinillos en Antioquia, que le ofreció una beca para estudiar y formarse como basquetbolista. La salida de Barranquilla fue dura porque le tocó dejar atrás a sus padres cuando tenía apenas catorce años, aunque la pasión por el baloncesto fue mucho más fuerte. El proceso rindió frutos y en cinco años, cuando tenía 18, debutó como profesional en Academia de la Montaña.
La temporada fue espectacular. Los antioqueños llegaron a las semifinales y Roque sorprendió al ser una de las figuras del campeonato. Su desempeño lo llevó directo a la selección y después a Titanes de Barranquilla, equipo con el que quedó campeón y al que casi derrota, un año después, en la temporada más reciente del campeonato colombiano, cuando llegó con Cimarrones de Chocó a la final.
“Ese torneo con Cimarrones aportó mucho a mi carrera. Hasta ese momento me había ido bien, pero ahí tuve continuidad. Y no es lo mismo ganar desde la banca, como me pasaba en Titanes, que siendo una de las figuras del equipo”. La ilusión de lograr el campeonato con el equipo chocoano, retando la hegemonía de los barranquilleros, se esfumó en los últimos juegos. Después de ir ganando por 2-0 en la final, Cimarrones vio cómo Titanes levantó el título con una remontada histórica. Un duro golpe para Romario en la temporada que significó su consagración y que lo llevó a dar el salto internacional para llegar hasta Suiza.
Roque asegura que al principio la adaptación al baloncesto europeo fue difícil, pero, como demuestran sus números y el papel que ha adquirido en su equipo, la consolidación ha llegado poco a poco. “Cuando entendí cómo se juega en Suiza, exploté. Es un baloncesto más ordenado en el que tengo más espacios y oportunidades para explotar mis habilidades”.
El momento actual en la carrera de Romario levantó críticas hacia el cuerpo técnico de la selección cuando el barranquillero no fue convocado en noviembre del año pasado, en la ventana inaugural de las eliminatorias en la que Colombia perdió sus dos partidos contra Uruguay.
Tranquilo, Roque esperó su momento: “Estoy contento y agradecido por la oportunidad. Representar a Colombia es un orgullo. No me molestó que no me llamaran en otras oportunidades, siempre he respetado las decisiones de los entrenadores. Me enfoqué en entrenar y sabía que mi momento iba a llegar. Quiero aportarle al equipo ahora que estoy acá”.
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Las dos derrotas iniciales de Colombia contra Uruguay fueron un duro golpe. No obstante, la selección nacional, por promedio, se ubica tercera en el grupo y supera a Chile, que es cuarta. Por el momento, los colombianos estarían accediendo a la fase final de las clasificatorias y por eso una derrota contra los australes este viernes sería problemática.
“De los dos rivales de esta ventana sabemos que el más difícil es Brasil, que llega con sus mejores estrellas. No tenemos miedo, estamos motivados e intentaremos ganar. Sin embargo, sabemos que nuestro objetivo es ganarle a Chile. Con Brasil competiremos, pero contra Chile, en nuestras cuentas, solo cabe la victoria”.
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Colombia busca mantener la ilusión de clasificar al Mundial de 2023. Ya, el año pasado, la selección logró la histórica clasificación a la siguiente Americup, derrotando a Argentina en la fase de clasificación. Y ahora, en la fecha crucial contra Chile y Brasil, el combinado nacional tendrá que confiar en el temperamento y buen momento de Romario Roque, futuro del baloncesto colombiano.