La esgrima: un deporte con futuro y tradición olímpica para Colombia
Tras la clasificación de John Édison Rodríguez a los Juegos Olímpicos, la selección nacional se llevó cuatro medallas de los Juegos Bolivarianos de la Juventud. ¿Cuál es el futuro de este deporte, que le está dando cupo olímpico de forma consecutiva a Colombia desde Londres 2012?
Fernando Camilo Garzón
Cuando Isabella González, una de las medallistas doradas de Colombia en los Juegos Bolivarianos de la Juventud, empezó en la esgrima, a los nueve años, muy rápido entendió quién había sido su papá. Mientras le seguía los pasos en el coliseo, trataba torpemente de escuchar todos los consejos que le daba. Sin embargo, el choque de los metales —las espadas que se blandían en el aire y se golpeaban entre sí— le impedía recibir con claridad las enseñanzas de su progenitor, un esgrimista de talla olímpica. Como podía, se acomodaba para aprender del héroe admirado y lo llenaba de preguntas que le encharcaban los ojos de lágrimas y le aceleraban de emoción el corazón.
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Cuando Isabella González, una de las medallistas doradas de Colombia en los Juegos Bolivarianos de la Juventud, empezó en la esgrima, a los nueve años, muy rápido entendió quién había sido su papá. Mientras le seguía los pasos en el coliseo, trataba torpemente de escuchar todos los consejos que le daba. Sin embargo, el choque de los metales —las espadas que se blandían en el aire y se golpeaban entre sí— le impedía recibir con claridad las enseñanzas de su progenitor, un esgrimista de talla olímpica. Como podía, se acomodaba para aprender del héroe admirado y lo llenaba de preguntas que le encharcaban los ojos de lágrimas y le aceleraban de emoción el corazón.
William González, quien más tarde se convertiría en su entrenador, vio en su hija la heredera del deporte que lo apasionó desde muy joven. Todavía recuerda ese día, cuando era clavadista en la piscina. Descubrió la esgrima caminando una mañana, cuando el ruido de los sables lo llevó por casualidad al coliseo. Rápido, el niño se hizo promesa. A los 18 años, clasificó a los Olímpicos de Seúl, en 1988, y tras una larga y exitosa carrera en la esgrima cosechó múltiples medallas panamericanas, centroamericanas y sudamericanas.
Como parte de la primera generación dorada de esgrimistas colombianos, William González, hoy dirigente y preparador deportivo, le explicó a este diario que “la esgrima no es muy tenida en cuenta en Colombia, pero es de los deportes que más triunfos le ha dado al país. Como no es tan tradicional, la gente no la entiende bien y pasa desapercibida. Sin embargo, nosotros tuvimos a Mauricio Rivas, por ejemplo, que llegó a ser diploma olímpico. Hemos disputado finales mundiales y ganado decenas de medallas en todo el continente”.
Desde Londres 2012 hasta la fecha, la esgrima colombiana siempre ha clasificado a los Juegos Olímpicos. Jhon Édison Rodríguez, el ejemplo más reciente, aseguró hace unas semanas tiquete a París 2024. Es el estandarte de la actual generación de esgrimistas colombianos. Representa el relevo generacional, junto a Saskia Loretta van Erven García, de la primera camada de esgrimistas colombianos que llegaron al olimpo deportivo. Son los nuevos héroes que inspiran a la camada de futuros espadachines que, como Isabella González, ya destacan en competencias internacionales y sueñan con clasificar algún día a la gran fiesta olímpica.
El cupo olímpico de la esgrima colombiana
Rodríguez ya estuvo en unos Olímpicos, en Río 2016. Esa vez, llegó a través del preolímpico. Sin embargo, para los Juegos de este año, el vallecaucano accedió a través del ránking mundial, algo histórico para la esgrima colombiana. “Ese muchacho la sacó del estadio. Verdaderamente, lo que hizo es un logro impresionante”, explica William González.
En entrevista con El Espectador, Mariana Vila, presidenta de la Federación Colombiana de Esgrima, explicó qué significa para el país la clasificación de Rodríguez a París 2024: “Clasificar a los Olímpicos en esgrima significa que tú estás entre los mejores 16 del mundo… ¡del mundo!”.
En esgrima olímpica la clasificación es la siguiente: primero clasifican los mejores equipos (naciones) del mundo, que tienen derecho a llevar a sus cuatro mejores exponentes. “Suelen ser Italia, Francia, Corea y el cuarto se lo disputan entre Estados Unidos y Rusia”, dice Vila. Después, hay un cupo el mejor equipo de cada zona continental y, luego, se clasifican los 16 mejores del ránking individual. Los que no logran entrar por esa vía deben enfrentar un clasificatorio preolímpico, en el que solo se clasifica uno por región continental por género y arma: sable, espada y florete. “La competencia es tan complicada, que cuando te desconcentras en un movimiento, perdiste la oportunidad de ir a los Olímpicos. El objetivo es uno, el bronce no le sirve a nadie”, comenta Mariana Vila.
“Hay que tener eso en cuenta cuando se analiza lo que hizo Jhon Édison. Ir a los Olímpicos por ránking es un esfuerzo enorme. Un logro individual y técnico impresionante. Su trabajo fue arduo e intenso, así como el apoyo de la Federación y el Ministerio del Deporte, que le garantizaron la participación en todos los eventos del calendario mundial”, explica Mariana Vila.
Colombia aspiraba a más cupos, pero no pudo meter ninguno de los deportistas que llevó al reciente preolímpico de Costa Rica. “A uno le gustaría clasificar a todos los deportistas. En ese nivel, todos tienen la oportunidad. Me da duro no haber logrado ni un cupo en el preolímpico de Costa Rica. Imparcialmente, los resultados son buenos. Logramos dos medallas de bronce: Tatiana Prieto, en florete femenino, y Sebastián Cuéllar, en sable masculino. Se les fue la clasificación por un pelo, pero se enfrentaban a los mejores de toda panamericana, los que no lograron el cupo por ránking: Brasil, Canadá, Estados Unidos, México, Chile y Perú”.
A pesar del desliz, el cupo en la modalidad de espada de Jhon Édison Rodríguez, quien vive y entrena en Francia, abre un espectro valioso para la esgrima colombiana, que aspira, a partir del trabajo en las categorías juveniles, a lograr la clasificación por equipos, si no en Los Ángeles 2028, en Brisbane 2032. Los mejores prospectos de este deporte están en Europa, viviendo en Francia, España o Italia. Este año, el equipo masculino de espada de Venezuela logró el cupo de América. El objetivo de la Federación colombiana para las próximas justas es ganar ese lugar.
“No hay que olvidar que este ciclo olímpico que pasó, los últimos cuatro años, para Colombia ha sido de gloria: campeones bolivarianos, suramericanos y segundos en los centroamericanos. Eso permite mirar al futuro con ilusión”: explicó William González.
John Édison Rodríguez, el ejemplo a seguir
Emilio Vargas es el otro colombiano, junto a Isabella González, que logró medalla de oro en los Bolivarianos Juveniles de Sucre, donde Colombia ganó medallas con todos los esgrimistas que llevó a las justas. El consolidado dictó dos preseas doradas, una de plata y otra de bronce.
Vargas comenzó en la esgrima siguiendo el ejemplo de su hermano, Tomás Vargas, uno de los mejores esgrimistas activos de Colombia. Fue viéndolo entrenar que surgió en su cabeza la idea de que algún día quería llegar a los mismos lugares a los que él había llegado.
Con esa ilusión, aspira a un futuro de gloria. Y también anhela seguir los pasos del ya icónico Jhon Édison Rodríguez. Así se lo dijo a este diario: “Acá, el nivel de la esgrima no es tan alto, comparado con otras partes del mundo. Lo que hizo Jhon Édison es impresionante. Haber clasificado por ránking es admirable. Algún día me gustaría lograr lo que él está haciendo. Ser un atleta olímpico es mi sueño. Lo admiro y quiero seguir sus pasos”.
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