La gimnasia inspira los sueños de Colombia en los Juegos Olímpicos de París 2024
Con Ángel Barajas en la final de la barra fija y Luisa Blanco en la del All Around, esta disciplina superó las expectativas. Todavía, queda historia por escribir.
Fernando Camilo Garzón
Enviado especial a París
“Me entrevistan porque voy a ser como Simone Biles”, dijo una niña en la salida del Bercy Arena en pleno centro de París, mientras —presumida— se echaba el cabello hacia atrás con una mano, se ponía la otra en la cintura y adelantaba un pie para que todos la admiraran. Minutos antes de que llamara la atención de ese periodista, la niña daba saltos en pleno pasillo, entre vítores y aplausos de los asistentes que salían del coliseo, los mismos que, antes, extasiados, gritaban para celebrar el regreso de la gloriosa Biles, una de las grandes estrellas de los Juegos Olímpicos de París 2024.
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“Me entrevistan porque voy a ser como Simone Biles”, dijo una niña en la salida del Bercy Arena en pleno centro de París, mientras —presumida— se echaba el cabello hacia atrás con una mano, se ponía la otra en la cintura y adelantaba un pie para que todos la admiraran. Minutos antes de que llamara la atención de ese periodista, la niña daba saltos en pleno pasillo, entre vítores y aplausos de los asistentes que salían del coliseo, los mismos que, antes, extasiados, gritaban para celebrar el regreso de la gloriosa Biles, una de las grandes estrellas de los Juegos Olímpicos de París 2024.
La estadounidense dejó boquiabierto a todo el que la vio en su primera competencia en la capital francesa. De júbilo, el estruendo casi tumba el estadio cuando salió a la pista. Después, cuando le tocó actuar en las barras, el suelo o el potro, el eco del silencio carcomió el Bercy Arena. Le siguió el murmullo, antes de la tormenta, que estalló cuando la campeona olímpica, entre volteretas y figuras nunca antes hechas, obligó a la ovación de pie de todos los presentes. Y de esa actuación descomunal, los niños salieron inspirados de ver semejante leyenda. Soñando, algún día, llegar a ser como la irrepetible Simone Biles.
En ese mismo escenario, compitió ayer la colombiana Luisa Blanco, que sorpresivamente se metió en la final a la que, primera, se clasificó Biles. En la misma cima olímpica de la norteamericana compitió la gimnasta nacional, que terminó en la casilla 30, pero se vio favorecida porque un país no puede tener más de dos finalistas. Estados Unidos, Japón (2), Italia, Brasil y Canadá resignaron los lugares que le dieron a Blanco, con el puesto 24, su lugar en la lucha por las medallas. Horas antes, según le contó a este diario en la zona mixta, la colombiana habló con la leyenda en el calentamiento. “Disfruta que estás acá. No todas lo logran y tú te lo ganaste”, le dijo ella. “¿Simone Biles sabe que existo?”, pensó Blanco, que al contar lo vivido se quedó sin aire.
No fue la única gimnasta colombiana que brilló en el Bercy Arena este fin de semana. El sábado Ángel Barajas logró un hito para el país, cuando se ubicó como el sexto mejor de la barra fija, puesto que le dio un lugar en la final del aparato. Con solo 17 años, el cucuteño peleará por una medalla el próximo 5 de agosto, un día que puede ser histórico para el deporte colombiano. Ya era un resultado brillante, como para Luisa Blanco, ver a un gimnasta nacional compitiendo en las fases preliminares de los Olímpicos. Llegar a la final, en un aparato, es algo que no tiene precedentes. Y si gana una medalla… imagínense.
“No lo hice mal para ser mis primeros Juegos Olímpicos”, dijo, casi descarado, el joven atleta. Centrado, de pocas palabras, aguarda paciente por su futuro inmediato, no puede hablar mucho por órdenes de su entrenador, Jairo Ruiz, quien le pide a los periodistas molestar lo mínimo a su pupilo para que se concentre en la final que viene. Es estricto, lo dicen todos en la zona mixta.
Para Luisa Blanco, que siguió de cerca la competencia de su compañero, lo que hizo fue histórico: “Tiene un corazón de oro. Su nivel y su técnica la pudieron ver ayer. Quedar sexto en barra olímpica es algo gigante, es tremendo. Me da orgullo. Tiene apenas 17 años, no se imaginan el futuro que viene para él”.
Era imposible, al ver esa niña que salía de ver a Biles en el Bercy Arena, no pensar en Ángel Barajas, que creció soñando con ser como Jossimar Calvo, su héroe. Entrenó, desde que tenía cuatro años, buscando el anhelo olímpico y un día llegó a competir al lado de su ídolo. Ni siquiera había superado la mayoría de edad y le ganó el cupo a París. En Francia, llegó a una final inédita para la gimnasia colombiana, más allá de que Calvo, en Río, se metió entre los 24 mejores del All Around, pero no en el top ocho de ningún aparato.
Todo empieza por una ilusión. Como Luisa Blanco, quien cuando le preguntan por qué empezó en la gimnasia, dice que quería “ser como mami”, una colombiana que se mudó a Los Ángeles en Estados Unidos. Allí, la gimnasta que nunca llegó a ser profesional, crió a la hija que, más de 20 años después, debutó en unos Juegos Olímpicos. Como Ángel Barajas, el niño que peleará por un podio olímpico, su sueño primario. Como la niña que salía ayer del Bercy Arena, que nunca olvidará esa tarde en París en la que entrevistaron a la que, según ella, será “la próxima” Simone Biles.
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