La mágica historia familiar de la campeona del Abierto de Australia
Alex Kenin era taxista en Nueva York y ahora es el orgulloso entrenador de la nueva estrella del tenis femenino: Sofia, su hija.
El Espectador / AFP
A finales de los años 80, el padre de Sofia Kenin era taxista en Nueva York. Hoy es el entrenador de la campeona del Abierto de Australia, después de que su hija batiera el sábado, en la final del primer Grand Slam del año, a la española Garbiñe Muguruza.
Nacido en Rusia, Alex introdujo a su hija en el tenis sin tener conocimientos previos, simplemente observando lo que otros hacían. “Miraba a otros entrenadores con sus jugadoras. Y ahora lo sabe todo, conoce el plan de juego, la estrategia correcta”, declaró Sofia, de 21 años.
Alex se une a una larga lista de célebres padres que fabricaron campeones en el tenis, como Richard Williams, padre de Venus y Serena; Mike Agassi (Andre) y Yuri Sharapova (Maria).
“Habíamos soñado esto y el sueño se ha hecho realidad”, dijo su hija. “Aunque a veces no me guste admitir que tiene la razón... Sí, ha trabajado muy duro, compartiremos esto siempre”, añadió.
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Alex Kenin llegó a Nueva York junto a su esposa Lena en 1987 procedente de la Unión Soviética, con unos cientos de dólares en el bolsillo y buscando el sueño americano. Se convirtió en taxista de noche, mientras que en el día acudía a clases de inglés y computación.
Sofia mostró su talento para el tenis desde una edad muy temprana, pero eran extraños en un mundo muy cerrado y no les fue fácil hacerse un hueco. “La gente me pasaba por alto porque era muy pequeña”, rememora Sofia, que triunfa con apenas 1,70 metros de estatura en un mundo de jugadoras de mucha más talla.
“Mi padre estuvo ahí y creyó en mí, sin escuchar lo que decían. Podía fácilmente haber cedido y dedicarnos a otra cosa”, añadió la jugadora, que en sus primeros años de carrera tuvo como entrenador a Diego Valencia, colombiano radicado hace 25 años en Estados Unidos.
La carrera de Kenin despegó el año pasado, cuando logró tres títulos y alcanzó el número 12 mundial. Pero nadie hubiera apostado por su triunfo en un torneo grande tan pronto.
En la final del sábado, Alex grabó con su móvil el discurso de ganadora de su hija y lo transmitió en directo. Quizá lo seguía desde Estados Unidos su esposa, que no viajó a Melbourne y no vio el partido por televisión por superstición.
“La llamé al terminar el partido para decirle que todo había ido bien, que había ganado, que podía tranquilizarse. Estaba muy nerviosa en casa, es muy supersticiosa. No le gusta verme por televisión, pero volveré y me dará el mayor abrazo de su vida”, dijo Kenin, quien conoce perfectamente el duro camino para alcanzar la gloria.
A finales de los años 80, el padre de Sofia Kenin era taxista en Nueva York. Hoy es el entrenador de la campeona del Abierto de Australia, después de que su hija batiera el sábado, en la final del primer Grand Slam del año, a la española Garbiñe Muguruza.
Nacido en Rusia, Alex introdujo a su hija en el tenis sin tener conocimientos previos, simplemente observando lo que otros hacían. “Miraba a otros entrenadores con sus jugadoras. Y ahora lo sabe todo, conoce el plan de juego, la estrategia correcta”, declaró Sofia, de 21 años.
Alex se une a una larga lista de célebres padres que fabricaron campeones en el tenis, como Richard Williams, padre de Venus y Serena; Mike Agassi (Andre) y Yuri Sharapova (Maria).
“Habíamos soñado esto y el sueño se ha hecho realidad”, dijo su hija. “Aunque a veces no me guste admitir que tiene la razón... Sí, ha trabajado muy duro, compartiremos esto siempre”, añadió.
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Alex Kenin llegó a Nueva York junto a su esposa Lena en 1987 procedente de la Unión Soviética, con unos cientos de dólares en el bolsillo y buscando el sueño americano. Se convirtió en taxista de noche, mientras que en el día acudía a clases de inglés y computación.
Sofia mostró su talento para el tenis desde una edad muy temprana, pero eran extraños en un mundo muy cerrado y no les fue fácil hacerse un hueco. “La gente me pasaba por alto porque era muy pequeña”, rememora Sofia, que triunfa con apenas 1,70 metros de estatura en un mundo de jugadoras de mucha más talla.
“Mi padre estuvo ahí y creyó en mí, sin escuchar lo que decían. Podía fácilmente haber cedido y dedicarnos a otra cosa”, añadió la jugadora, que en sus primeros años de carrera tuvo como entrenador a Diego Valencia, colombiano radicado hace 25 años en Estados Unidos.
La carrera de Kenin despegó el año pasado, cuando logró tres títulos y alcanzó el número 12 mundial. Pero nadie hubiera apostado por su triunfo en un torneo grande tan pronto.
En la final del sábado, Alex grabó con su móvil el discurso de ganadora de su hija y lo transmitió en directo. Quizá lo seguía desde Estados Unidos su esposa, que no viajó a Melbourne y no vio el partido por televisión por superstición.
“La llamé al terminar el partido para decirle que todo había ido bien, que había ganado, que podía tranquilizarse. Estaba muy nerviosa en casa, es muy supersticiosa. No le gusta verme por televisión, pero volveré y me dará el mayor abrazo de su vida”, dijo Kenin, quien conoce perfectamente el duro camino para alcanzar la gloria.