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“Nosotros queremos ser como Nadia”. La hazaña de Comaneci hace 40 años en Montreal sigue seduciendo en Rumanía, a pesar de que la gimnasia en este país está siendo víctima de una escasa financiación y del éxodo de entrenadores. El equipo femenino que no se había perdido ninguna participación olímpica desde 1976, estará ausente en Río, sin duda un fracaso sin precedentes. “Cada vez hay menos niñas que quieren practicar la gimnasia”, explica la exgimnasta y actual entrenadora Anca Grigoras.
Iana y Luiza, ambas de nueve años, acaban de realizar sus últimos ejercicios en los últimos campeonatos nacionales. Sin aliento pero felices, las jóvenes revelan que eligieron la gimnasia inspiradas por Nadia, la “hada de Montreal”, y aseguran que no les parece nada agotador entrenarse tres horas todos los día menos los domingos. Sin embargo, Rumanía sólo cuenta con 300 gimnastas, de distintas edades, preparadas a respetar este programa riguroso y aceptar todos sus sacrificios con la esperanza de obtener una medalla.
La caída de los resultados deportivos de las gimnastas se debe a uno de los efectos de la democracia. “Los jóvenes disfrutan de otras posibilidades, pueden elegir actividades menos solicitantes”, señala Grigoras. Durante la Rumanía de Nicolae Ceausescu, cuya propaganda utilizaba los logros deportivos para elogiar la superioridad del régimen comunista, la gimnasia fue vista por las familias menos favorecidas como una de las pocas oportunidades de salir de la pobreza, debido a que los grandes centros deportivos se hacían cargo totalmente de los jóvenes talentos.
En la actualidad, plagado de graves problemas financieros, el Estado rumano ha reducido de manera drástica la inversión en el deporte. Los centros donde se entrenan los equipos nacionales no les falta nada, pero va a peor, en los clubes escolares, existen graves problemas", cuenta Grigoras.
Sin renovar desde hace 40 años
La sala de gimnasia del Dinamo Bucarest, el mejor club en la actualidad, donde destaca Larisa Iordache (medalla de bronce en los campeonatos del mundo de Glasgow en 2005), “no ha sido renovada desde hace 30 o 40 años”, lamenta la entrenadora Mariana Campeanu.
De vuelta al trabajo, después de dos semanas de vacaciones, Roberta y sus compañeras de edades comprendidas entre seis y nueve años se entrenan sobre colchones deteriorados, alfombras gastadas y potros de más de 20 años. “Los padres deben comprar el magnesio (el polvo utilizado para secarse la manos), la ropa deportiva, pagar los entrenamientos... Antes, todo corría a expensas de los clubes”, relata Campeanu.
“¿Entonces por qué nos sorprende de ver que los niños ya no quieren hacer gimnasia?”, se pregunta la entrenadora. Pese a elogiar los esfuerzos de los especialistas de 22 clubes que existen en Rumanía, Grigoras subraya que, dejando de lado las estrellas como Catalina Ponor y Larisa Iordache, las jóvenes gimnastas de hoy en día no están a la altura de las generaciones pasadas.
“Antes, las jóvenes seleccionadas para el equipo nacional ya tenían una buena base, sólo hacía falta pulirlas un poco”, precisa Grigoras. La entrenadora también culpa a la emigración de numerosos excelentes profesionales a causa de los bajísimos salarios en Rumanía. Entre ellos, figuran Dumitru Pop, seleccionador del equipo femenino de Francia, y Mihai Brestyan, uno de los cinco entrenadores del equipo olímpico femenino de Estados Unidos.
En Rumanía, un entrenador principiante cobra cerca de los 1.000 lei (unos 220 euros), se queja Campeanu. En especial, hacen falta entrenadores masculinos, puesto que se requiere la fuerza de un hombre para levantar a las gimnastas a las barras asimétricas y atraparlas en caso de que fallen. Pese a estas adversidades, Grigoras se mostró optimista al indicar que la ausencia del equipo femenino en los Juegos de Rio no es más que un accidente.
Aun así, Rumanía tiene posibilidades de obtener una medalla en Rio, ya que el país tiene el derecho de mandar a una gimnasta que participará a título individual. Acudirá Catalina Ponor, quien ganó la medalla de oro por equipos en 2004 y otra medalla de bronce también por equipos en 2012. "Nosotros hemos demostrado que podemos ser campeones a pesar de estas condiciones. De hecho, puede ser que estas dificultades nos motiven", concluyó Grigoras.