La maldición de Patrick Mahomes y el camino a su consagración
Mariscal de campo y máxima estrella de los Kansas City Chiefs, campeones del Super Bowl, el de Texas promete instaurar una era en la NFL.
Fernando Camilo Garzón
Patrick Mahomes llevaba el balón. Iba en carrera y lo derrumbó T.J. Edwards. De inmediato sintió como el tobillo se le torcía, un fogonazo que le subió por la pierna y un pinchazo que le recorrió toda la planta del pie. No podía apoyarlo y salió cojeando de la cancha, saltando en un solo pie para que el dolor se sintiera menos. En el Estadio State Farm en Arizona se escuchaban murmullos, que más parecían el silencio ante la tragedia de una lesión anticipada, pues el mariscal de los Chiefs, al final de todo, campeones en el Super Bowl el domingo pasado contra los Eagles, llegaba golpeado a la definición por el título.
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Patrick Mahomes llevaba el balón. Iba en carrera y lo derrumbó T.J. Edwards. De inmediato sintió como el tobillo se le torcía, un fogonazo que le subió por la pierna y un pinchazo que le recorrió toda la planta del pie. No podía apoyarlo y salió cojeando de la cancha, saltando en un solo pie para que el dolor se sintiera menos. En el Estadio State Farm en Arizona se escuchaban murmullos, que más parecían el silencio ante la tragedia de una lesión anticipada, pues el mariscal de los Chiefs, al final de todo, campeones en el Super Bowl el domingo pasado contra los Eagles, llegaba golpeado a la definición por el título.
Era su cita con la historia, la continuación de los pasos de un camino hacia la grandeza ya iniciado, la posibilidad de lograr su segundo título de la NFL. Mahomes no quería perderse su momento. Lo dejó claro desde las rondas previas, en los Playoffs, cuando, en el partido contra Jacksonville Jaguars, también se torció el tobillo y, a pesar del dolor y las claras molestias, se negó a dejar la cancha. Fueron los médicos los que lo sacaron, a regañadientes aceptó, pero alertó: “Voy a jugar pese a cualquier lesión si los entrenadores me lo permiten. Eso es lo de menos. Si me dan el visto bueno, jugaré”.
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Y en la pelea por el trofeo Vince Lombardi, el tobillo molestó de nuevo. Los Chiefs se fueron al descanso 10 puntos abajo y con la preocupación latente de que, por el golpe sufrido finalizando la primera mitad, su gran estrella no pudiera volver al campo. Sin embargo, Mahomes no bromeaba al decir que cualquier lesión sería lo menos importante y cojo, con el tobillo hinchado de la contusión, el mariscal del equipo de Kansas City, tomó el balón en los dos últimos cuartos, tranquilizó a su tropa y lideró una remontada en la que los Chiefs anotaron en todas las posesiones que tuvieron en la mitad. Al final se impusieron 38-35, cerrado partido que le dio su segundo título del Super Bowl a Mahomes, tercero para su escuadra. Uno más para la bolsa de un hombre que parece destinado a la grandeza y que ya es el presente del fútbol americano. “No hay nada que me pueda apartar del terreno de juego. En los vestuarios nos motivamos para conseguir esta victoria y ahora somos campeones del Super Bowl”, explicó, concluida la faena.
¿Serán los Chiefs una dinastía de la NFL? Es la pregunta principal de los seguidores del fútbol americano en Estados Unidos este lunes, el día después de los festejos. De las últimas cuatro finales han estado en tres y de esas se han impuesto en dos, 2020 y 2023. Solo en 2021, contra los Tampa Bay Buccaneers del antológico Tom Brady, se les escapó el campeonato.
Sin embargo, para su estrella, la joya de su corona, es una pregunta irrelevante porque el tiempo todavía está por dictar sentencia en lo que pueda lograr el equipo de Kansas City: “No voy a decir que es una dinastía, esto no ha terminado. No voy a decir dinastía... todavía”, dijo una vez ganado el Super Bowl.
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Patrick Mahomes, a sus 27 años, tiene conciencia de su grandeza. Sabe cuál puede ser el alcance de su leyenda. Desde que llegó a la NFL, las comparaciones con Tom Brady fueron inevitables. Sobre todo, después del Super Bowl de 2021, un duelo entre los dos mariscales más influyentes de los tiempos modernos que se llevó la máxima estrella en la historia de este deporte, que en la actual temporada, además, anunció su retiro definitivo.
“No sé si se va a repetir lo que hizo Tom, por la manera en la que jugó hasta los 45 años. Tuvo una temporada de alto nivel y solo se retiró porque lo decidió. Su manera de cuidarse es única. Yo solo aprendo de gente como él”, había dicho el oriundo de Texas, que tras su triunfo del domingo todavía está a cuatro títulos de la leyenda de Brady.
No obstante, Patrick Mahomes está pulverizando estadísticas. Antes del juego que le dio el nuevo título, se hablaba de una maldición. Imbatible, desde que inició el milenio, estaba instalada la estadística de que ningún jugador que se había llevado el premio al jugador más valioso de la temporada regular (MVP, por sus siglas en inglés) había podido ganar el campeonato de la liga. El último en lograrlo fue Kurt Warner, quien en 1999 comandó a St. Louis Rams (ahora conocidos como Los Ángeles Rams) a su primer título. Un año después, Marshall Faulk, también de los Rams, ni siquiera llegó a la final y Warner, en 2001, perdió el Super Bowl XXXVI.
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Desde entonces, nadie pudo romper la marca negativa hasta que llegó Mahomes, tercer jugador en la historia que gana en un mismo año: MVP de la temporada, MVP de la final, máximo pasador de touchdown y líder de la liga en yardas.
En la final, la actuación de Mahomes fue descomunal, con un 21-27 en pases, 182 yardas y tres touchdowns sin intercepciones. Además, sumó 44 yardas por tierra, incluyendo un acarreo clave en la serie ganadora, se convirtió en el primer jugador de la NFL que acumula premios múltiples de MVP en sus primeras seis campañas en la liga y empató a Ben Roethlisberger como el sexto jugador con múltiples pases de touchdown.
Desde que era niño, Mahomes supo que su destino estaría en el deporte. Creció jugando baloncesto y también béisbol como su padre, Pat Mahomes, exlanzador de las Grandes Ligas. Sin embargo, se inclinó por el fútbol americano, su verdadera pasión, disciplina en la que pintaba para ser una gran promesa desde que empezó, más allá de que estuvo muy cerca de firmar por un equipo en el draft de la MLB.
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A Patrick Mahomes nunca le quedó grande la presión de las aspiraciones de leyenda. Debutó en 2017 y en tan solo un año se convirtió en el quarterback de los Jefes de Kansas City. En 2019 ganó su primer Super Bowl y en 2020 firmó el mayor contrato en la historia de la liga, con una renovación de 500 millones de dólares en diez años y un salario estimado de 426 millones de dólares.
En sus seis años de experiencia en la NFL, Mahomes llegó tres veces al acto final de la temporada y ya conquistó dos veces el Super Bowll. Es el segundo mariscal de campo más joven en lograr dos títulos, Brady lo hizo a los 26, y le queda todavía muchísimo campo para mejorar. Solo el tiempo dirá qué tan grande será el legado de un jugador que ya, muy joven, se metió en los libros de los mejores jugadores de toda la historia.
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