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Es un tema que hemos tratado a lo largo del año, pero nunca será suficiente. Hace unos meses, Marcelo Roffé, psicólogo deportivo argentino que estuvo al lado de José Pékerman con Colombia en Brasil 2014 y que hoy trabaja en Lanús, le dijo a El Espectador que “lamentablemente, en nuestro continente, salvo algunas excepciones como México, en países como Argentina y Colombia hay una tendencia a cuidar el cuerpo, pero no la mente de los deportistas. Y muchas veces la burbuja en la que está sumergido un futbolista, con mucho dinero detrás, que acaba de firmar un contrato millonario sin estar preparado, los hace entrar en un ambiente de ‘exitismo’ y elogios desmedidos que no lo ayudan a crecer como persona o a prepararlo para el día después”.
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Aquella vez se habló de salud mental por el suicidio de Santiago el Morro García, delantero de Godoy Cruz, en Argentina. “No somos robots”, dijo el futbolista que se quitó la vida tras sufrir de depresión. Meses después el tema volvió con unas palabras similares, esta vez de parte de Simone Biles, medallista estadounidense que decidió abandonar los Juegos Olímpicos de Tokio dejando un mensaje sobre la importancia de cuidar la salud mental: creo que se debería hablar mucho más de la salud mental. “No somos solo entretenimiento, somos personas y hay cosas que pasan detrás de las cámaras que nos afectan y con las que tenemos que lidiar además del deporte. Somos seres humanos y tenemos sentimientos”.
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Casos puntuales que representan a un número más grande de lo que se cree en el mundo del deporte y que, si nos olvidamos por un momento de la competencia, es mucho más amplio. Por lo menos en el fútbol, según la FIFPro, organización mundial de futbolistas, cuatro de cada 10 jugadores sufren depresión o problemas psicológicos, mientras que en la sociedad este porcentaje varía del 13 al 17 %.
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Uno de cada siete adolescentes entre los 10 y 19 años vive con una enfermedad mental, afirmó la Organización Mundial de la Salud este año, por hablar de un grupo poblacional. Y es que según la misma entidad, los planes que se pensaron para 2020 en este campo no se cumplieron. Según el Atlas de la OMS sobre Salud Mental, se estipularon nuevas metas para 2030, pues los casos de ansiedad y depresión, por hablar de las enfermedades “más comunes”, se aumentaron tras la pandemia.
Entre el 75 y 85 % de las enfermedades mentales no reciben tratamiento, informó también la OMS. Y es que el promedio de atención a pacientes con problemas de salud mental se mantuvo “por debajo del 50 %, con una mediana mundial del 40 % de las personas con depresión y solo del 29 % de las personas con psicosis que reciben atención”.
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Es un panorama muy resumido el que se presenta en este artículo, pero se vale hacer una pausa y cerrar el año recordando que este 2021 será recordado en el mundo del deporte por haber sido el momento en que se hizo un alto en el camino y la competencia para hablar de salud mental, una problemática que deriva de múltiples aristas, pero que afecta a muchas personas, pues se estima que la mitad de la población a escala mundial en algún momento padece alguna enfermedad o trastorno mental.
Humanizar al deporte, o mejor, recordar, como bien lo dijo Biles, que antes que atletas son humanos, y antes que trabajadores y de nuestros roles, está la persona, algo que parece olvidado y es importante recordar para prevenir enfermedades mentales que deriven en desenlaces fatales.