El serbio es el mejor jugador del mundo y va en camino de sumar su tercer MVP de la temporada consecutivo.
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Nikola Jokic nunca fue una promesa. Llegó a la NBA en 2014 desde el draft, pero siendo la elección 41. Nunca cargó grandes expectativas sobre sus hombros. Por lo menos, externas, porque él, con una capacidad de reinvención apabullante, sí entendía que tenía con qué aspirar a ser leyenda de la liga de baloncesto más importante del mundo. Quería cumplirle a los que habían confiado.