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El 2023 será inolvidable para Rafael Cerro. El cartagenero de 26 años está entrando en la que él llama “la mejor etapa de su carrera”. Una premonición que acompaña con un viejo precepto del levantamiento de pesas, según el cual “los mejores momentos de un pesista van de los 26 a los 29 años”. Mientras lo explica sonríe con timidez, una candidez que no hace pensar que se está frente a un hombre capaz de levantar más de 200 kilos en un solo impulso.
Rafael Cerro, una promesa emocionante de la halterofilia colombiana, ya era medallista mundial, campeón nacional sub-23 y también en la categoría mayores. Sin embargo, la medalla de oro que ganó en Santiago de Chile hace unas semanas es el título más brillante de su palmarés.
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Antes de ganar ese oro, en los 102 kilogramos del levantamiento de pesas, Rafael Cerro se quebró. Todavía le quedaba un intento en el envión, iba en el segundo, pero él creía que era el último. Era la primera vez que levantaba 225 kilogramos, el peso que necesitaba para ganar la contienda, y la barra lo superó, siguió derecho. La frustración le acaloró el rostro. De repente ya no se le inflaba el pecho como antes, se le fue el aire. Atinó a alzar los brazos y, como despedida, le hizo una venía al público, antes de caer de rodillas.
Se puso una mano en su pecho en señal de perdón. Para entonces las lágrimas ya eran incontenibles. En el suelo brillante de caucho, entre la tiza, el sudor y el olor a acero fundido, Cerro no hizo caso a los vítores que le lanzaban desde la grada y se entregó al llanto. Se pensaba vencido. Cuando se levantó de su congoja miró a los bastidores, buscando a su entrenador con sus ojos de desilusión, pero se encontró con una imagen muy distinta a la que esperaba. Todos le gritaban que se levantara, que siguiera, y fue entonces cuando se dio cuenta. Tal vez no todo estaba perdido.
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Se lo contó después a El Espectador en Santiago de Chile, ya con el oro colgado al cuello. Estaba demasiado metido en el levantamiento. Tanto, que se salió de órbita. “¿Qué pasa, Rafa? ¡Todavía te queda un intento! ¿Por qué estás llorando”, fueron las palabras del entrenador cuando Cerro volvió tras bambalinas. Eso lo trajo de vuelta. Y al salir, ahora sí a su tercer y último intento, Rafael Cerró consagró el título más grande de su carrera.
La tenacidad de Rafael Cerro fue una de las historias más conmovedoras de todos los Juegos Panamericanos. Cerro aspira a llergar a París 2024 para buscar un lugar en el podio olímpico. Está cerca de la marca mínima, pues necesita levantar 190 en envión y 230 en total, dos marcas que están por caer.
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Está trabajando en ellas para cumplir su sueño olímpico, el que cultiva desde que empezó a levantar pesas en un gimnasio y su papá lo metió de lleno en el ámbito competitivo. Los Olímpicos se volvieron un sueño compartido y Rafael Cerro quiere cumplir su promesa.
Deportista del año
Rafael Cerro será uno de los galardonados en el premio del Deportista del Año de El Espectador y Movistar 2023, que se entregará en Bogotá el lunes 11 de diciembre.
Como es tradición desde 1960, cuando el entonces editor de deportes de este diario, Mike Forero Nougués, ideó el concurso, reconoceremos a los mejores deportistas convencionales y paralímpicos, así como a los entrenadores y dirigentes más destacados. Habrá homenaje también para los juveniles y los equipos de mejores resultados, y se entregará el premio al Juego Limpio Guillermo Cano, de especial valor para El Espectador.
Nuestros lectores pueden votar por sus deportistas favoritos a través de nuestra página web.
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