Las palabras que opacaron la leyenda de Margaret Court en el Abierto de Australia
Tenista gloriosa. Ningún hombre o mujer tiene más títulos de grand slam que ella (24). Sobre todo, en Australia donde cosechó 11 coronas. Sin embargo, fuera de las canchas, su postura evangélica y comentarios homofóbicos han sido un lastre para su legado.
Fernando Camilo Garzón
Era 2017. Habían pasado 44 años desde que Margaret Court ganó su último grand slam, en el Abierto de los Estados Unidos, y 47 desde que logró conseguir los cuatro grandes en un solo año, consagración histórica que muy pocos han alcanzado en la historia del tenis.
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Era 2017. Habían pasado 44 años desde que Margaret Court ganó su último grand slam, en el Abierto de los Estados Unidos, y 47 desde que logró conseguir los cuatro grandes en un solo año, consagración histórica que muy pocos han alcanzado en la historia del tenis.
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Sin embargo, ese año, el amor hacia una de las deportistas más laureadas y admiradas en la historia de Australia cambió. Court, convertida en ministra del movimiento evangélico penetecostal, había decidido salir lanza en ristre contra la comunidad LGTBI, promocionando campañas en contra de empresas que apoyaban la unión de parejas del mismo sexo.
“El matrimonio debe ser la unión entre un hombre y una mujer, como se menciona en la Biblia”, dijo en una entrevista antes de que se disputara el torneo de Rolland Garros ese 2017. Sus declaraciones levantaron polémica. Sobre todo porque unos años antes, en 2003, Australia había condecorado a Court como la deportista más grande de su historia. Margaret Court, era una leyenda.
No obstante, los héroes, y las heroínas, muchas veces, tienen pies de barro.
Tras el escándalo, varias organizaciones que luchan por la igualdad de los derechos en el país oceánico empezaron a exigir que a Court se le retiraran sus honores que el gobierno australiano le concedió. Por ejemplo, que se retirara el nombre de la tenista de la pista número uno del Flinders Park, casa del Abierto de Australia.
Una petición que no era un detalle menor por la lucha que hubo detrás de ese gesto.
La misma Court, exigiendo igualdad y respeto, le había pedido a la organización del grand slam que le pusieran su nombre a una de las canchas del torneo, así como lo habían hecho unos años antes con Rod Laver. Para Court su leyenda era igual o más grande que la de Laver y, aún así, por el hecho de ser mujer, a ella no se le trataba con los mismo honores que a la estrella del tenis australiano masculino.
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Razón tenía, por supuesto. Además de sus marcas impresionantes, como la de conseseguir los cuatro grandes en un año, Margaret Court, con 24 campeonatos, es la tenista con más títulos de grand slam en el tenis. La siguen, en la rama femenina, Serena Williams con 23 y Steffi Graf con 22, y más atrás, en la rama masculina, Djokovic, Federer y Nadal, los tres con 20 coronas.
Court terminó en 1976 su carrera con un impresionante acumulado de 92 campeonatos en la WTA en individuales, dobles y dobles mixtos.
Por eso, resultaba indignante para ella no ser tenida en cuenta por el mundo del tenis como la leyenda que era. Y eso la llevó a exigir un trato justo, que hiciera honor a su legado.
Pero, en toda gran historia, de los personajes que moldean el espítitu del mundo, hallar contradicciones resulta irremediable. Y las grandes luchas que Court dio sobre la pista y fuera de ella, se quedaron pequeñas alrededor de los discursos de odio que profirió durante los últimos años.
Su figura, como gran jugadora de tenis, es prácticamente imposible de debatir. Margaret Court es una de las tenistas más importantes de todos los tiempos. Sin embargo, sus palabras se tragaron con el tiempo su legado.
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De ahí la contradicción de sus luchas en contraste con sus posturas excluyentes, que llevaron al debate de lo que representaba su figura.
Y en estos tiempos, en los que la cultura de la cancelación parece moda, surge la pregunta sobre si el peso del ícono puede separarse de la obra que deja esa persona. Sea en el arte, como en la política y, por supuesto, en el deporte.