Las promesas toman el volante

“Cuando veo los triunfos de la selección o de nuestros deportistas en el extranjero me siento orgulloso, sueño que con nosotros pueda pasar lo mismo”, asegura Nicolás Baptiste, piloto de la Formula 3 Regional Europea y una de las promesas del automovilismo colombiano.

En los deportes a motor lo más difícil no es ganar una carrera, sino llegar a participar en ellas. Para sentarse en un monoplaza, ponerse el casco y esperar las luces de salida hay un trabajo detrás que implica mucho esfuerzo y sobre todo dinero. En Colombia, donde el automovilismo carece de infraestructura y un grupo amplio de seguidores, el camino es incluso más complicado para quienes quieren dedicarse a la velocidad.

En la actualidad hay tres jóvenes pilotos a los que el Ministerio del Deporte, encabezado por María Isabel Urrutia, prometió apoyar para que cumplan su sueño. Se trata de Sebastián Montoya (17 años), Nicolás Baptiste (16) y Jerónimo Berrío (16). Todos ellos, desde muy temprano, tomaron el volante y renunciaron a tener una niñez normal para meterse entre los mejores pilotos del planeta.

Desde luego, se han dado pasos importantes en esa materia tras la consagración de Juan Pablo Montoya en el mundo del automovilismo a comienzos del siglo. El bogotano abrió el camino y demostró que para un joven de estas tierras es posible llegar a la F1 y que el himno nacional puede sonar en las mejores pistas de la máxima categoría.

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Del dicho al hecho hay un recorrido gigante y sinuoso. Por lo pronto, Urrutia aseguró que el Ministerio buscará de la mano de la cooperación internacional los recursos para apoyar a estos jóvenes pilotos. Su idea es que el próximo año no sean solo tres, sino cuatro o cinco.

“Sin ustedes sería imposible”, aseguró Sebastián Montoya, refiriéndose al apoyo gubernamental. “Vamos aprendiendo de a poco, el camino es largo y no ha sido fácil. La idea es seguir para retornar con victorias el apoyo que me han brindado”, agregó.

Para lograrlo no les basta con el talento o, como ocurre con Sebastián, con el peso de su apellido. El componente económico es tan determinante que incluso esta semana Tatiana Calderón estuvo cerca de no poder participar en la Fórmula 2, pero gracias al patrocinio de Karol G podrá competir.

Sebastián Montoya y Nicolás Baptiste corren en la Fórmula 3 Regional. El primero lo hace para la escuadra italiana Prema y el segundo, que es el más joven en la categoría, corre para FA Racing, equipo patrocinado por Fernando Alonso.

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“Lo estoy logrando, lo estoy haciendo”, son las sensaciones que recorren la cabeza de Baptiste cada vez que agarra el timón y espera a que las luces de salida se pongan en verde. En momentos así, los cumpleaños perdidos o las vacaciones que pasó entrenando pagan su recompensa.

“Uno deja el colegio y los amigos para irse a Europa y ser piloto”, recuerda Jerónimo Berrío, piloto de la Fórmula 4 Francesa. “Para mí es un sueño estar afuera y que haya más colombianos corriendo es un orgullo”, agrega el bogotano, quien en su categoría se ubica en la séptima posición y registra dos podios en la presente temporada, en la que aspira a convertirse en el mejor novato.

Para ser adolescentes, tienen una agenda colapsada: cuando no están en el colegio, deben entrenar y tienen que estar de aquí para allá entre Colombia y Europa.

—¿Cuándo sacan tiempo para estudiar ustedes? —les consultó la ministra Urrutia

—Toca en los aviones —le respondió Sebastián Montoya.

Las promesas del automovilismo saben que su éxito es de parte y parte. Aunque sus uniformes estén llenos de patrocinadores y marcas, lo cierto es que también hay una carrera en la que el país no se puede quedar atrás: la infraestructura

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En esa materia, Colombia tiene un reto gigante. El autódromo de Tocancipá (en Cundinamarca), principal escenario de carreras del país, tiene una carga de competencias muy alta, pues los demás circuitos están en obras. En Bello (Antioquia) finalizan este año, mientras que en Cali están detenidas. Para poder contar con una base de pilotos a lo largo y ancho del país, es necesario que haya diversos escenarios en óptimas condiciones que les permitan darse a conocer.

“La posición de la ministra Urrutia es complicada, porque todo el mundo viene a pedirle ayuda”, comentó Juan Pablo Montoya, quien reconoció que los tres pilotos van por muy buen camino, en especial su hijo Sebastián, cuyo proceso conoce más de cerca.

Detrás de ellos hay varios pilotos haciendo fila, la mayoría en Bogotá. Es importante reconocer que el país ha tomado una ventaja en este deporte comparado con otros de la región, pero también que solo una pequeña porción de los talentos puede dedicarse a las carreras, con el riesgo de quedarse en el camino y con muchas deudas.

Por lo pronto, Berrío regresa a Francia para correr el Circuito de Lédenon, del 9 al 11 de septiembre, mientras que Montoya y Baptiste vuelven a las pistas un día después para medirse en el Red Bull Ring de Austria.

“Cuando veo los triunfos de la selección o de nuestros deportistas en el extranjero me siento orgulloso, sueño que con nosotros pueda pasar lo mismo”, asegura Nicolás Baptiste, piloto de la Formula 3 Regional Europea y una de las promesas del automovilismo colombiano.

En los deportes a motor lo más difícil no es ganar una carrera, sino llegar a participar en ellas. Para sentarse en un monoplaza, ponerse el casco y esperar las luces de salida hay un trabajo detrás que implica mucho esfuerzo y sobre todo dinero. En Colombia, donde el automovilismo carece de infraestructura y un grupo amplio de seguidores, el camino es incluso más complicado para quienes quieren dedicarse a la velocidad.

En la actualidad hay tres jóvenes pilotos a los que el Ministerio del Deporte, encabezado por María Isabel Urrutia, prometió apoyar para que cumplan su sueño. Se trata de Sebastián Montoya (17 años), Nicolás Baptiste (16) y Jerónimo Berrío (16). Todos ellos, desde muy temprano, tomaron el volante y renunciaron a tener una niñez normal para meterse entre los mejores pilotos del planeta.

Desde luego, se han dado pasos importantes en esa materia tras la consagración de Juan Pablo Montoya en el mundo del automovilismo a comienzos del siglo. El bogotano abrió el camino y demostró que para un joven de estas tierras es posible llegar a la F1 y que el himno nacional puede sonar en las mejores pistas de la máxima categoría.

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Del dicho al hecho hay un recorrido gigante y sinuoso. Por lo pronto, Urrutia aseguró que el Ministerio buscará de la mano de la cooperación internacional los recursos para apoyar a estos jóvenes pilotos. Su idea es que el próximo año no sean solo tres, sino cuatro o cinco.

“Sin ustedes sería imposible”, aseguró Sebastián Montoya, refiriéndose al apoyo gubernamental. “Vamos aprendiendo de a poco, el camino es largo y no ha sido fácil. La idea es seguir para retornar con victorias el apoyo que me han brindado”, agregó.

Para lograrlo no les basta con el talento o, como ocurre con Sebastián, con el peso de su apellido. El componente económico es tan determinante que incluso esta semana Tatiana Calderón estuvo cerca de no poder participar en la Fórmula 2, pero gracias al patrocinio de Karol G podrá competir.

Sebastián Montoya y Nicolás Baptiste corren en la Fórmula 3 Regional. El primero lo hace para la escuadra italiana Prema y el segundo, que es el más joven en la categoría, corre para FA Racing, equipo patrocinado por Fernando Alonso.

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“Lo estoy logrando, lo estoy haciendo”, son las sensaciones que recorren la cabeza de Baptiste cada vez que agarra el timón y espera a que las luces de salida se pongan en verde. En momentos así, los cumpleaños perdidos o las vacaciones que pasó entrenando pagan su recompensa.

“Uno deja el colegio y los amigos para irse a Europa y ser piloto”, recuerda Jerónimo Berrío, piloto de la Fórmula 4 Francesa. “Para mí es un sueño estar afuera y que haya más colombianos corriendo es un orgullo”, agrega el bogotano, quien en su categoría se ubica en la séptima posición y registra dos podios en la presente temporada, en la que aspira a convertirse en el mejor novato.

Para ser adolescentes, tienen una agenda colapsada: cuando no están en el colegio, deben entrenar y tienen que estar de aquí para allá entre Colombia y Europa.

—¿Cuándo sacan tiempo para estudiar ustedes? —les consultó la ministra Urrutia

—Toca en los aviones —le respondió Sebastián Montoya.

Las promesas del automovilismo saben que su éxito es de parte y parte. Aunque sus uniformes estén llenos de patrocinadores y marcas, lo cierto es que también hay una carrera en la que el país no se puede quedar atrás: la infraestructura

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En esa materia, Colombia tiene un reto gigante. El autódromo de Tocancipá (en Cundinamarca), principal escenario de carreras del país, tiene una carga de competencias muy alta, pues los demás circuitos están en obras. En Bello (Antioquia) finalizan este año, mientras que en Cali están detenidas. Para poder contar con una base de pilotos a lo largo y ancho del país, es necesario que haya diversos escenarios en óptimas condiciones que les permitan darse a conocer.

“La posición de la ministra Urrutia es complicada, porque todo el mundo viene a pedirle ayuda”, comentó Juan Pablo Montoya, quien reconoció que los tres pilotos van por muy buen camino, en especial su hijo Sebastián, cuyo proceso conoce más de cerca.

Detrás de ellos hay varios pilotos haciendo fila, la mayoría en Bogotá. Es importante reconocer que el país ha tomado una ventaja en este deporte comparado con otros de la región, pero también que solo una pequeña porción de los talentos puede dedicarse a las carreras, con el riesgo de quedarse en el camino y con muchas deudas.

Por lo pronto, Berrío regresa a Francia para correr el Circuito de Lédenon, del 9 al 11 de septiembre, mientras que Montoya y Baptiste vuelven a las pistas un día después para medirse en el Red Bull Ring de Austria.