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Fue en los Olímpicos de Río 2016 que el rugby femenino en Colombia empezó a hacer historia. Esa generación de pioneras, que clasificaron a las justas en la especialidad de sevens, puso a las Tucanes por primera vez en el mapa global. A pesar de la falta de oportunidades e inversión, el rugby colombiano dio el paso más significativo de su historia hace seis años.
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De ese primer impulso salió la camada actual de jugadoras que se quedaron a las puertas de lograr la primera clasificación de Colombia a un Mundial de Rugby XVs. Ya el sábado pasado, Tucanes había dado un paso adelante al vencer a Kazajistán en la penúltima ronda del repechaje, tras haber dejado en el camino a Brasil y a Zambia, y buscaba lograr ayer un nuevo hito derrotando a Escocia, victoria que le habría dado el último cupo en la Copa del Mundo que organizará Nueva Zelanda este año.
Era difícil. Las colombianas se medían contra la Scottish Rugby, la novena selección del escalafón mundial y una de las participantes del próximo Seis Naciones, torneo en el que estarán potencias como Inglaterra, Irlanda, Italia y Gales. Un equipo con jugadoras profesionales y de primer nivel que compiten en las ligas más importantes del mundo. El resultado fue abultado, una derrota por 59-3.
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Sin embargo, fue una caída digna. Colombia luchó hasta donde pudo contra un rival muy superior y demostró que pensar en la clasificación al Mundial de 2025, en solo tres años, es una posibilidad real.
La base del equipo, que promedia tan solo 23 años, es la misma que hace unos meses logró la histórica clasificación al Mundial de Sevens. Un conjunto liderado por Leidy Soto, de nuevos valores como Andrea Ramírez y Valentina Álvarez, y de jugadoras que se mantienen de la experiencia olímpica de Río como Camila Lopera y Alexandra Betancur.
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Antioquia, epicentro del rugby en Colombia, sigue aportando el mayor número de rugbiers. No obstante, este repechaje demostró que la selección cada día se nutre más de jugadoras provenientes de diferentes ligas del país. Ese es un punto clave.
En diálogo con El Espectador, Rafael Altahona, vicepresidente de Tucanes, explicó que la Federación de Rugby está adelantando desde hace años un proceso de “aceleración” para encontrar talentos en diferentes ligas departamentales y hacer más competitiva la selección. “El objetivo ha sido descentralizar el rubgy de Antioquia. Buscar biotipos en otras regiones y homogenizar la calidad competitiva. Ese trabajo ha sido determinante para los resultados que estamos viendo y para el avance del rugby colombiano. Pronto conseguiremos el sueño del Mundial, como pudo verse en este repechaje”.
El obstáculo ha sido la financiación, pues si bien Tucanes se sostiene con dineros de la empresa privada y del Ministerio del Deporte, esas estructuras regionales dependen de los programas deportivos de las gobernaciones. No solo para el rugby, para todas las disciplinas. El avance del deporte en resultados no se acompaña con la inversión en la mayoría de los casos y eso genera un desbalance que dificulta programas como el que adelanta la Federación Colombiana de Rugby.
Problema al que se suman otros, empeorados por la pandemia, como la carencia de competitividad interna, la falta de torneos y de garantías para el entrenamiento de nuevos talentos. Factores que se antojan decisivos para llegar a una Copa del Mundo.
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No obstante, las Tucanes, en el último año, dieron muestra de gallardía y lograron sobreponerse a esas falencias. El equipo, incluso, llegó diezmado a la lucha por el repechaje después de que en las pruebas de covid-19, previas a la competencia, tuvieron que bajarse de la selección cuatro jugadoras y el entrenador del equipo. Y con todo en contra, ellas casi meten a Colombia al primer Mundial de Rugby XVs de su historia.
Lo realizado por la selección femenina es un llamado de atención a un deporte que no se lleva los focos principales. Podría ser un impulso importante para que la mayoría encuentren posibilidades de ejercer su deporte, profesionalizando el rugby para llevarlo al siguiente nivel.