Libertad, protesta y deportividad: los gestos memorables de los Juegos Olímpicos
Desde el famoso saludo del podio del Black Power hasta la medalla de oro compartida por Gianmarco Tamberi y Mutaz Barshim, las justas han dejado imágenes icónicas a lo largo de su historia.
Valentina Fajardo
Cada cuatro años, los Juegos Olímpicos son el momento para que todo el mundo se reúna, celebre los logros deportivos y apoye a su país con la esperanza de que se lleve medallas a casa. Sin embargo, las justas no son inmunes a los conflictos y las controversias internacionales, ni a las crisis mundiales. Desde boicots, protestas y aplazamientos hasta triunfos espectaculares y récords, estos son los momentos, gestos, imágenes que sacudieron las olimpiadas mientras el mundo las observaba.
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Cada cuatro años, los Juegos Olímpicos son el momento para que todo el mundo se reúna, celebre los logros deportivos y apoye a su país con la esperanza de que se lleve medallas a casa. Sin embargo, las justas no son inmunes a los conflictos y las controversias internacionales, ni a las crisis mundiales. Desde boicots, protestas y aplazamientos hasta triunfos espectaculares y récords, estos son los momentos, gestos, imágenes que sacudieron las olimpiadas mientras el mundo las observaba.
Sin duda, quienes que abre la lista de los momentos más emblemáticos son los atletas estadounidenses Jesse Owens y el alemán Carl Ludwig ‘Luz’ Long. Los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 en la Alemania nazi debían servir de escaparate para la supremacía racial aria, pero el competidor más exitoso fue el atleta negro nacido en Alabama.
El estadounidense, considerado hoy uno de los mejores atletas olímpicos de todos los tiempos, ganó el oro en los 100 m, los 200 m, el relevo de 4x100 m y el salto de longitud.
En esta última prueba, Owens recibió consejos del atleta alemán Carl Ludwig Long, que acabaría en segundo lugar. Después de la prueba, Long fue el primero en felicitar a Owens y ambos caminaron del brazo para recoger sus medallas. El podio de esta imagen deja uno de los momentos más emblemáticos en la que se ve al alemán hacer el saludo nazi, mientras que Owens hacía el saludo militar estadounidense.
“Le costó mucho coraje hacerse amigo mío delante de Hitler… Puedes fundir todas las medallas y copas que tengo y no serían ni un ápice de la amistad de veinticuatro quilates que sentí por Luz Long en ese momento”, dijo Owens sobre Long, con el cual mantuvo una buena relación a pesar de las diferencias políticas durante ese periodo histórico del mundo.
El saludo del Black Power en los Juegos Olímpicos de Ciudad de México 1968
En 1968, cuando el Movimiento por los Derechos Civiles se encontraba en su momento más decisivo de la historia, los atletas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos alzaron un poderoso símbolo de igualdad y justicia racial en el podio de los Juegos Olímpicos de la Ciudad de México.
Después de que Smith estableciera un récord mundial en la final de los 200 metros y Carlos terminara con el bronce en la misma carrera, la pareja subió al podio junto con el medallista de plata australiano Peter Norman.
Inspirados por la misión del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, fundado en 1967, cuando sonó el himno nacional de Estados Unidos, Smith y Carlos levantaron en el aire sus guantes negros, un gesto conocido como el saludo del Poder Negro, como símbolo de solidaridad con el movimiento y protesta contra la desigualdad racial.
Smith levantó primero su mano derecha, en representación del poder negro en Estados Unidos, mientras Carlos levantó su mano izquierda, en representación de la unidad de los negros del país norteamericano.
Tanto Smith como Carlos fueron expulsados de los Juegos Olímpicos por el Comité Olímpico Internacional por sus acciones, pero su valiente protesta pasó a la historia como uno de los momentos más importantes en la lucha por los derechos civiles en el deporte y en el mundo.
El amor de papá invade la pista
Muchas veces el triunfo y el desastre se son elementos que siempre estarán presentes en los Juegos Olímpicos y un ejemplo es el caso de Derek Redmond en las justas de Barcelona 1992.
Redmond tenía muchas posibilidades de ganar una medalla en los 400 metros, ya que había ganado los cuartos de final y estaba bien ubicado en la semifinal antes de romperse el tendón de la corva en la recta final. El estadounidense tuvo que retirarse de su serie 90 segundos e intuyendo que nunca tendría otra oportunidad olímpica, decidió aprovechar esta última. Se puso de cuclillas y procedió a cojear el resto de la distancia.
De repente, un hombre apareció entre la multitud y apartó a un oficial que intentaba detener su avance. Jim Redmond se acercó a su hijo y, según se dice, le dijo: “Hijo, no tienes que hacer esto”. A lo que Derek respondió entre sollozos incontrolables: “Sí, lo tengo que hacer”.
Padre e hijo llegaron a la meta frente a una multitud que los adoraba y a pesar de las atenciones no deseadas de los funcionarios olímpicos que claramente no entendieron la historia de que “es más grande que el deporte”. Más de 30 años después, las imágenes aún tienen la capacidad de conmover.
Medalla de oro compartida
En uno de los momentos deportivos más bellos, dos hombres decidieron compartir un título olímpico en Tokio 2020. El campeón mundial de Catar, Mutaz Barshim, y el italiano Gianmarco Tamberi se habían seguido tan de cerca durante la competición de salto de altura, saltando cada uno 2,37 metros sin cometer ningún error antes de fallar en 2,39 metros, que la decisión parecía totalmente adecuada.
Al final de una competición larga e intensa, la idea de que uno u otro tuviera que conformarse con menos de lo que le correspondía en una o dos rondas extra de desgaste para volver a bajar por las alturas era un anatema. Poco después, esta sesión singularmente impredecible del atletismo olímpico se volvió aún más extraordinaria cuando Marcel Jacobs completó un doblete italiano al ganar el título masculino de los 100 metros.
La discusión que precedió al final repentino de una prueba de salto de altura que había estado dominada desde el principio por los dos eventuales ganadores fue breve.
La conversación fue como cuando Barshim preguntó si podían tener dos medallas de oro y un funcionario le respondió que “era posible”.
En ese momento Barshim sonrió y asintió con la cabeza al italiano que lo observaba, quien le dio un golpe con la mano, saltó sobre él brevemente y luego se alejó con un grito salvaje de triunfo.
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