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Ricardo Acero, director deportivo del Club de Natación Kraken y entrenador departamental de paranatación, aceptó la petición de Juan José Florián, Mochomán, de recibir a Lizeth Fernando Riaño Aguilar en el equipo cundinamarqués a principios de este año. Una decisión que cambió la vida de la joven de 19 años, que le dio un salto al equipo y que reafirmó la labor de Mochomán de apoyar las promesas del deporte paralímpico en Colombia.
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“En febrero del año pasado se desprendió mi retina del ojo derecho. Me hicieron dos cirugías. No pude recuperar el ojo. Entré en depresión porque todo lo que sabía hacer, digamos que saltar, correr, no podía hacerlas. En noviembre Mochomán me habló de muchas cosas, de lo que conlleva tener una discapacidad, y me dijo que me metiera a un deporte, que cuál me gustaba y yo le dije que la natación. Él habló con mi papá, que podía contar con Ricardo para entrar a Kraken y en ese mismo mes entré. No sabía nada. Ahí me enseñaron los estilos, empecé a entrenar con ellos de martes a domingo y luego apareció la convocatoria en Cali de paranatación. En septiembre fue la competencia, y me fue bien. Gané cuatro medallas de oro, dos de plata y dos de bronce”, comentó Lizeth Riaño.
A veces en Colombia subestimamos el poder que logra tener el deporte. En países como el nuestro este campo trasciende el ejercicio físico, el ocio o el entretenimiento, pues este se convierte en una vía para el desarrollo social. Son muchos los lugares en los que el deporte es la vía para ayudar a jóvenes a eludir los males que los rodean, o es la vía para que muchas personas encuentren allí la esperanza necesaria para seguir creyendo en sus caminos.
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“La natación me salvó la vida, porque en diciembre no quería nada. Pensé que todo se había acabado. Mi papá me habló, también lo hizo Juan, que me dijo que podía hacer más cosas. Ricardo me ayudó mucho para aprender a tener confianza en mí misma. El equipo de Kraken me recibió muy bien, mis compañeros me decían que había muchas cosas por hacer y me apoyaron mucho. Tenía miedo de que me excluyeran, pues eso lo viví en el colegio. Pero me recibieron bien y eso fue muy importante. Ahorita estoy asimilando mejor la discapacidad”.
Riaño encontró igual esa esperanza y ese lugar seguro cuando compitió en los Juegos Paranacionales, en los que ganó ocho medallas y rompió tres marcas nacionales. “Nunca había nadado en una piscina de 50. Vi esa piscina y la vi larguísima. Había nervios de cómo me podía ir. Empecé a llenarme de confianza, a decirme que había entrenado, que había hecho varios metros y me iba a ver bien. Y ver gente con tus mismas discapacidades, hablar con ellos y saber su historia motiva mucho a seguir creciendo”.
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La joven nadadora reconoce que “empecé en natación por ocuparme en algo, pero con el tiempo me empezó a gustar y me apasionó. Hacía competencias convencionales, pero ya en los paralímpicos me impresioné. Me dije: ‘Lo estoy logrando’. Eso me ayudó mucho a seguir motivada”. Y es que la vida de Lizeth Riaño se volcó al deporte, pues entrena de martes a domingos. Entre semana lo hace de 7:00 a 9:30 de la noche, los sábados 2:00 a 5:00 y los domingos de 8:00 a 10:00 de la mañana. “Felicidad, tranquilidad. Es un espacio seguro para mí”, aseveró Riaño.
Al principio dijimos que esta era una triple historia de esperanza, pues no es solo el testimonio de Lizeth Rubio, sino también el aporte del Club Deportivo Kraken bajo la dirección de Ricardo Acero, quien ha apoyado desde hace años el deporte paralímpico. Pero también es el caso de Florián, de Mochomán, quien después perdió sus dos brazos, una pierna y un ojo por la explosión de una bomba que las Farc -guerrilla que lo reclutó años atrás- le dejó a su mamá por no haber cumplido con los pagos que exigían.
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Luego de casi haber perdido la vida, y de incluso haber deseado en su momento que así fuera, Florián vio en el deporte su renacimiento. Practicó natación y luego se quedó con el ciclismo, deporte que, dicho sea de paso, también practicó Lizeth Rubio cuando era pequeña, ya que sus padres son amantes de este deporte.
Mochomán ganó 12 medallas de oro en competencias nacionales e internacionales en natación, y ahora en ciclismo ostenta los títulos de campeón nacional de ruta y contrarreloj, así como subcampeón en persecución. Además de ser ejemplo con su rendimiento en el deporte, busca serlo fuera de las pistas y los escenarios para apoyar a jóvenes como Lizeth, con quien construyó ya un lazo de amistad y su familia, pues ha seguido su proceso y ha estado para motivarla, pero también para festejar con ella los logros que obtuvo este año y que reafimaron cuáles son de aquí en adelante sus objetivos en la vida.
“Gracias a Mochomán y a mi familia encontré algo en lo que pude ser feliz. Esto también es para todas las personas que tienen alguna discapacidad, que todo se puede lograr, se puede salir adelante sin ningún problema”, dijo Lizeth Riaño en la ceremonia del Deportista del Año de El Espectador y Movistar, en la que la nadadora recibió la distinción a Ejemplo de vida.
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