Los nuevos póquer de ases en Cooperstown
La primera gran carta de este 2019, la obtuvo el panameño Mariano Rivera, al ser exaltado por unanimidad el Salón de la Fama. Pero detrás de él llegaron el lanzador Roy Halladay, el boricua Édgar Martínez, y el también serpentinero, Mike Mussina.
ANTONIO ANDRAUS BURGOS
Mariano Rivera, el astro panameño de las serpentinas en el cierre de los juegos de los Yanquis de Nueva York, rompió todas las barreras en el Salón de la Fama, al convertirse en el primer pelotero en toda la historia en llegar a ocupar un nicho en el sagrado recinto, por votación unánime.
Esa distinción no la alcanzaron Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe DiMaggio, Mickey Mantle, Yogi Berra, Whitey Ford, Phil Rizzuto y Reggie Jackson, y paremos de contar, los más afamados miembros del club de los ‘’Bombarderos’’.
Pero bueno. El humilde hijo de un pescador panameño, Mariano Rivera, ya ingresó al grupo de los inmortales del béisbol de las Grandes Ligas.
Pero en este 2019, la votación ungió a los nuevos póquer de ases en Cooperstown, incluyendo a otro latinoamericano, Édgar Martínez, de Puerto Rico, el quinto pelotero de la pequeña isla caribeña en recibir dicho honor; y dos formidables lanzadores derechos, Roy Halladay y Mike Mussina.
Martínez y Halladay compilaron 363 papeletas a su favor, para llegar al 85.4 por ciento en su exaltación; mientras que Mussina sumó 326 balotas para el 76.7 por ciento, que le permitió completar ser el cuarto as para el Salón de la Fama de este año.
Halladay además de su formidable tarea en la Gran Carpa, obtuvo el reconocimiento14 meses después de perecer en un accidente de aviación, cuando se estrelló con su avioneta en el Golfo de México, el 7 de noviembre de 2017.
‘’El Doctor’’ Halladay
Nacido en Denver, Colorado, y reclutado en la primera ronda de la selección de peloteros de 1995, Harry Leroy Halladay, como era su nombre de pila, desarrolló una fantástica carrera en la Gran Carpa, jugando para los Azulejos de Toronto, novena que lo había escogido para sus divisiones menores, con la cual disputó 12 temporadas, y con los Filis de Filadelfia, con cuyo uniforme actuó en 4 campañas.
Halladay, apodado el ‘’Doctor’’, fue un hombre competitivo de principio a fin, con una semblanza de gran lanzador, pues con sus 1.88 metros de estatura y las 210 libras promedio de peso, se hacía respetar desde la loma de los suspiros.
Ganador de dos premios Cy Young, Halladay es uno de los pocos serpentineros en haber alcanzado el honor tanto en la Liga Americana como en la Liga Nacional. En la Americana, en el 2003, cuando registró 22 triunfos y 7 derrotas, con 3.25 carreras limpias por juego. Y en la Nacional, en el 2010, con marca de 21 victorias y 10 derrotas, y 2.44 de efectividad.
‘’El Doctor’’ sumó 203 triunfos y apenas 105 derrotas en las Grandes Ligas, con 3.38 carreras limpias por juego, en su larga carrera de 16 años en la Gran Carpa, con 6 Juegos de Estrellas por la Liga Americana y otros 2, con la Liga Nacional; con 2.117 bateadores abanicando la brisa, con labor de 2.749 episodios y un tercio en 416 encuentros en donde participó, otorgando apenas 592 bases por bolas, 28 de ellas de manera intencional.
En su historial se resalta el haber obtenido en 8 temporadas, 200 o más episodios trabajados desde el montículo; 5 campañas con 200 o más ponches propinados y 3 con 20 o más triunfos en su carrera.
Esas cifras pudieron ser más destacadas si su vida no se hubiese truncando en el accidente de aviación, pues por lo que había mostrado con su capacidad atlética y deportiva, Halladay pudo haber actuado por lo menos en 2 campañas más en las Grandes Ligas.
‘’El Alemán’’ Martínez
Cierto es que nació en Nueva York, pero creció y se formó en el béisbol de Puerto Rico, además de ser de padres boricuas, Édgar Martínez se constituyó en uno de los emblemas de los Marineros de Seattle, la novena con la cual actuó durante 18 temporadas en la Gran Carpa.
Apodado ‘’El Alemán’’ por sus características físicas, con 200 libras de promedio de peso y su 1.80 metros de estatura, Martínez engrandeció la posición de Bateador Designado de la Liga Americana, llegando al Salón de la Fama en su última oportunidad, luego de 10 años apareciendo en las boletas de los periodistas, para sumarse a dos inmortales como Harold Baines y Frank Thomas, los pioneros y sensacionales peloteros a la ofensiva en esa posición de sus novenas.
‘’El Alemán’’ empezó jugando en la tercera base, pero bien pronto, en su quinta campaña en las Grandes Ligas, los Marineros lo designaron como su Bateador Designado, por su fortaleza con el uso del madero y por la forma en que encaraba a sus lanzadores rivales.
Con promedio ofensivo de por vida de 312, con 2.247 inatrapables en 7.213 veces al bate, en 2.055 partidos jugados, Martínez obtuvo 3.718 bases alcanzadas por sus batazos, en donde aparecen, 309 tablazos de circuito completo, 15 triples y 514 dobletes.
En su tarjeta beisbolera se acreditó 1.219 carreras impulsadas y 1.261 anotadas, alcanzando el título de bateo en dos ocasiones en la Liga Americana, en 1992, con 343 de promedio; y en 1995, cuando marcó 356 con el madero, pero además ese mismo año se alzó con el título del máximo remolcador del circuito, al llevar a 121 compañeros a la registradora de las anotaciones.
Tuvo marca de 11 campañas con promedio ofensivo de 300 o más; 4 temporadas con 100 o más carreras remolcadas; participó en 7 Juegos de Estrellas de la Liga Americana, y le otorgaron 5 bates de plata, por sus formidables actuaciones a la ofensiva.
Con su ciudadanía en Cooperstown, Édgar coloca a Puerto Rico, la pequeña Isla del Encanto, como la más destacada en el salón de los inmortales, al ocupar el primer lugar en el béisbol latino de las Grandes Ligas, con 5 peloteros de esa nacionalidad con nichos incrustados en esa ciudad, en donde aparecen apenas una docena de latinoamericanos.
Roberto Clemente, Orlando Cepeda, Roberto Alomar, Iván Rodríguez y Édgar Martínez, integran esa galería de los más grandes entre los grandes del béisbol de la crema y nata de todos los tiempos por Puerto Rico.
‘’El Alce’’ Mussina
Michael Cole Mussina nació en las tierras beisboleras de Williamsport, Pensilvania, la cuna estadounidense y mundial del béisbol de las menores. Pero nadie lo reconoce con su nombre de pila. Otra cosa es decir en el ambiente del béisbol, Mike ‘’El Alce’’ Mussina.
Jugando durante 18 campañas en las Grandes Ligas, Mussina fue un difícil lanzador con los Orioles de Baltimore y los Yanquis de Nueva York, y sus rivales sabían a qué atenerse cuando les correspondía enfrentársele.
En su sexta aparición en las balotas para el Salón de la Fama, ‘’El Alce’’ Mussina obtuvo la credencial para ocupar un nicho en Cooperstown, y convertirse en el cuarto as del póquer del 2019 entre los inmortales de todos los tiempos.
Su magistral carrera con las dos novenas de la Liga Americana, lo acreditó como uno de los lanzadores más sólidos de su época, para que su nombre fuese considerado entre uno de los más valiosos desde la loma de los sustos.
Con 270 victorias y 153 reveses, Mussina tuvo marca de por vida de 3.68 carreras limpias por juego, con 2.813 bateadores abanicando la brisa, en sus 536 apariciones como abridor, de las 537 ocasiones en que subió al montículo.
Trabajó en ese largo trayecto como abridor, en 3.562 episodios y dos tercios, con 11 campañas con 200 entradas o más lanzadas; consiguiendo 200 o más bateadores abanicados en 4 temporadas; participando en 5 Juegos de Estrellas por la Liga Americana; ganando, además, 7 guantes de oro, 4 con los Orioles y 3 con los Yanquis, lo que evidencia la calidad de lanzador que era en el dominio del terreno de juego.
Pero al igual que Roy Halladay y Édgar Martínez, Mussina nunca pudo conseguir un anillo de Serie Mundial, otra de las conquistas con las que siempre sueñan los peloteros de las Grandes Ligas.
Con los Orioles, ‘’El Alce’’ no tuvo la fortuna de ir a una Serie Mundial en sus 10 años con el uniforme de Baltimore. En cambio, con los Yanquis, en sus 8 años defendiendo el uniforme de los Bombarderos, llegó a dos Citas de Otoño, 2001 y 2003, pero en ninguna de las dos, conquistaron el galardón. En el 2001, cayeron frente a los Cascabeles de Arizona; y en el 2003, perdieron ante los Marlins de la Florida.
Mussina se va del béisbol en el 2008, y ese mismo año, Joe Torre deja la dirección de los Yanquis. Pero un año después, en el 2009, con Joe Girardi en el timón de los Bombarderos, la tradicional y afamada divisa conquista el Clásico de Otoño. Así es la vida.
En el libro ‘’Mis Años con los Yanquis’’, Joe Torre, escrito por el periodista Tom Verducci, ‘’El Alce’’ Mussina sostiene sobre las actuaciones de los dos últimos años que él tuvo con los Yanquis que ‘’podías sentir que todo el mundo se acostumbraba a perder. La gente se acostumbraba a sólo jugar; ganar o perder no era importante’’.
Estaba en lo cierto Mike Mussina. Sin embargo, su tarea fue siempre elogiada por la forma en que deportivamente se desempeñaba, con un pundonor a toda prueba y sintiendo las derrotas como propias.
En resumen, en este 2019, llega un nuevo póquer de ases al Salón de la Fama, todos indiscutiblemente con los suficientes argumentos para conquistar con sus actuaciones, las balotas que los condujeron a ocupar un nicho en Cooperstown. Pero entre esos cuatro grandes inmortales, hay dos latinos. Y de aquí en adelante, que a nadie se le olvide, más nombres de peloteros de habla hispana van a estar en la nómina para ser exaltados con el honor y la gloria en el béisbol de las Grandes Ligas.
Mariano Rivera, el astro panameño de las serpentinas en el cierre de los juegos de los Yanquis de Nueva York, rompió todas las barreras en el Salón de la Fama, al convertirse en el primer pelotero en toda la historia en llegar a ocupar un nicho en el sagrado recinto, por votación unánime.
Esa distinción no la alcanzaron Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe DiMaggio, Mickey Mantle, Yogi Berra, Whitey Ford, Phil Rizzuto y Reggie Jackson, y paremos de contar, los más afamados miembros del club de los ‘’Bombarderos’’.
Pero bueno. El humilde hijo de un pescador panameño, Mariano Rivera, ya ingresó al grupo de los inmortales del béisbol de las Grandes Ligas.
Pero en este 2019, la votación ungió a los nuevos póquer de ases en Cooperstown, incluyendo a otro latinoamericano, Édgar Martínez, de Puerto Rico, el quinto pelotero de la pequeña isla caribeña en recibir dicho honor; y dos formidables lanzadores derechos, Roy Halladay y Mike Mussina.
Martínez y Halladay compilaron 363 papeletas a su favor, para llegar al 85.4 por ciento en su exaltación; mientras que Mussina sumó 326 balotas para el 76.7 por ciento, que le permitió completar ser el cuarto as para el Salón de la Fama de este año.
Halladay además de su formidable tarea en la Gran Carpa, obtuvo el reconocimiento14 meses después de perecer en un accidente de aviación, cuando se estrelló con su avioneta en el Golfo de México, el 7 de noviembre de 2017.
‘’El Doctor’’ Halladay
Nacido en Denver, Colorado, y reclutado en la primera ronda de la selección de peloteros de 1995, Harry Leroy Halladay, como era su nombre de pila, desarrolló una fantástica carrera en la Gran Carpa, jugando para los Azulejos de Toronto, novena que lo había escogido para sus divisiones menores, con la cual disputó 12 temporadas, y con los Filis de Filadelfia, con cuyo uniforme actuó en 4 campañas.
Halladay, apodado el ‘’Doctor’’, fue un hombre competitivo de principio a fin, con una semblanza de gran lanzador, pues con sus 1.88 metros de estatura y las 210 libras promedio de peso, se hacía respetar desde la loma de los suspiros.
Ganador de dos premios Cy Young, Halladay es uno de los pocos serpentineros en haber alcanzado el honor tanto en la Liga Americana como en la Liga Nacional. En la Americana, en el 2003, cuando registró 22 triunfos y 7 derrotas, con 3.25 carreras limpias por juego. Y en la Nacional, en el 2010, con marca de 21 victorias y 10 derrotas, y 2.44 de efectividad.
‘’El Doctor’’ sumó 203 triunfos y apenas 105 derrotas en las Grandes Ligas, con 3.38 carreras limpias por juego, en su larga carrera de 16 años en la Gran Carpa, con 6 Juegos de Estrellas por la Liga Americana y otros 2, con la Liga Nacional; con 2.117 bateadores abanicando la brisa, con labor de 2.749 episodios y un tercio en 416 encuentros en donde participó, otorgando apenas 592 bases por bolas, 28 de ellas de manera intencional.
En su historial se resalta el haber obtenido en 8 temporadas, 200 o más episodios trabajados desde el montículo; 5 campañas con 200 o más ponches propinados y 3 con 20 o más triunfos en su carrera.
Esas cifras pudieron ser más destacadas si su vida no se hubiese truncando en el accidente de aviación, pues por lo que había mostrado con su capacidad atlética y deportiva, Halladay pudo haber actuado por lo menos en 2 campañas más en las Grandes Ligas.
‘’El Alemán’’ Martínez
Cierto es que nació en Nueva York, pero creció y se formó en el béisbol de Puerto Rico, además de ser de padres boricuas, Édgar Martínez se constituyó en uno de los emblemas de los Marineros de Seattle, la novena con la cual actuó durante 18 temporadas en la Gran Carpa.
Apodado ‘’El Alemán’’ por sus características físicas, con 200 libras de promedio de peso y su 1.80 metros de estatura, Martínez engrandeció la posición de Bateador Designado de la Liga Americana, llegando al Salón de la Fama en su última oportunidad, luego de 10 años apareciendo en las boletas de los periodistas, para sumarse a dos inmortales como Harold Baines y Frank Thomas, los pioneros y sensacionales peloteros a la ofensiva en esa posición de sus novenas.
‘’El Alemán’’ empezó jugando en la tercera base, pero bien pronto, en su quinta campaña en las Grandes Ligas, los Marineros lo designaron como su Bateador Designado, por su fortaleza con el uso del madero y por la forma en que encaraba a sus lanzadores rivales.
Con promedio ofensivo de por vida de 312, con 2.247 inatrapables en 7.213 veces al bate, en 2.055 partidos jugados, Martínez obtuvo 3.718 bases alcanzadas por sus batazos, en donde aparecen, 309 tablazos de circuito completo, 15 triples y 514 dobletes.
En su tarjeta beisbolera se acreditó 1.219 carreras impulsadas y 1.261 anotadas, alcanzando el título de bateo en dos ocasiones en la Liga Americana, en 1992, con 343 de promedio; y en 1995, cuando marcó 356 con el madero, pero además ese mismo año se alzó con el título del máximo remolcador del circuito, al llevar a 121 compañeros a la registradora de las anotaciones.
Tuvo marca de 11 campañas con promedio ofensivo de 300 o más; 4 temporadas con 100 o más carreras remolcadas; participó en 7 Juegos de Estrellas de la Liga Americana, y le otorgaron 5 bates de plata, por sus formidables actuaciones a la ofensiva.
Con su ciudadanía en Cooperstown, Édgar coloca a Puerto Rico, la pequeña Isla del Encanto, como la más destacada en el salón de los inmortales, al ocupar el primer lugar en el béisbol latino de las Grandes Ligas, con 5 peloteros de esa nacionalidad con nichos incrustados en esa ciudad, en donde aparecen apenas una docena de latinoamericanos.
Roberto Clemente, Orlando Cepeda, Roberto Alomar, Iván Rodríguez y Édgar Martínez, integran esa galería de los más grandes entre los grandes del béisbol de la crema y nata de todos los tiempos por Puerto Rico.
‘’El Alce’’ Mussina
Michael Cole Mussina nació en las tierras beisboleras de Williamsport, Pensilvania, la cuna estadounidense y mundial del béisbol de las menores. Pero nadie lo reconoce con su nombre de pila. Otra cosa es decir en el ambiente del béisbol, Mike ‘’El Alce’’ Mussina.
Jugando durante 18 campañas en las Grandes Ligas, Mussina fue un difícil lanzador con los Orioles de Baltimore y los Yanquis de Nueva York, y sus rivales sabían a qué atenerse cuando les correspondía enfrentársele.
En su sexta aparición en las balotas para el Salón de la Fama, ‘’El Alce’’ Mussina obtuvo la credencial para ocupar un nicho en Cooperstown, y convertirse en el cuarto as del póquer del 2019 entre los inmortales de todos los tiempos.
Su magistral carrera con las dos novenas de la Liga Americana, lo acreditó como uno de los lanzadores más sólidos de su época, para que su nombre fuese considerado entre uno de los más valiosos desde la loma de los sustos.
Con 270 victorias y 153 reveses, Mussina tuvo marca de por vida de 3.68 carreras limpias por juego, con 2.813 bateadores abanicando la brisa, en sus 536 apariciones como abridor, de las 537 ocasiones en que subió al montículo.
Trabajó en ese largo trayecto como abridor, en 3.562 episodios y dos tercios, con 11 campañas con 200 entradas o más lanzadas; consiguiendo 200 o más bateadores abanicados en 4 temporadas; participando en 5 Juegos de Estrellas por la Liga Americana; ganando, además, 7 guantes de oro, 4 con los Orioles y 3 con los Yanquis, lo que evidencia la calidad de lanzador que era en el dominio del terreno de juego.
Pero al igual que Roy Halladay y Édgar Martínez, Mussina nunca pudo conseguir un anillo de Serie Mundial, otra de las conquistas con las que siempre sueñan los peloteros de las Grandes Ligas.
Con los Orioles, ‘’El Alce’’ no tuvo la fortuna de ir a una Serie Mundial en sus 10 años con el uniforme de Baltimore. En cambio, con los Yanquis, en sus 8 años defendiendo el uniforme de los Bombarderos, llegó a dos Citas de Otoño, 2001 y 2003, pero en ninguna de las dos, conquistaron el galardón. En el 2001, cayeron frente a los Cascabeles de Arizona; y en el 2003, perdieron ante los Marlins de la Florida.
Mussina se va del béisbol en el 2008, y ese mismo año, Joe Torre deja la dirección de los Yanquis. Pero un año después, en el 2009, con Joe Girardi en el timón de los Bombarderos, la tradicional y afamada divisa conquista el Clásico de Otoño. Así es la vida.
En el libro ‘’Mis Años con los Yanquis’’, Joe Torre, escrito por el periodista Tom Verducci, ‘’El Alce’’ Mussina sostiene sobre las actuaciones de los dos últimos años que él tuvo con los Yanquis que ‘’podías sentir que todo el mundo se acostumbraba a perder. La gente se acostumbraba a sólo jugar; ganar o perder no era importante’’.
Estaba en lo cierto Mike Mussina. Sin embargo, su tarea fue siempre elogiada por la forma en que deportivamente se desempeñaba, con un pundonor a toda prueba y sintiendo las derrotas como propias.
En resumen, en este 2019, llega un nuevo póquer de ases al Salón de la Fama, todos indiscutiblemente con los suficientes argumentos para conquistar con sus actuaciones, las balotas que los condujeron a ocupar un nicho en Cooperstown. Pero entre esos cuatro grandes inmortales, hay dos latinos. Y de aquí en adelante, que a nadie se le olvide, más nombres de peloteros de habla hispana van a estar en la nómina para ser exaltados con el honor y la gloria en el béisbol de las Grandes Ligas.