Los otros Olímpicos de Tokio, los de 1964
Hace 57 años la capital de Japón acogió los Juegos de Verano, el etíope Abebe Bikila y la soviética Larisa Latynina fueron las grandes figuras.
Valentina Fajardo
A pocas horas de la inauguración de uno de los eventos más esperados del año, Tokio se prepara para ser el centro de atención del mundo deportivo. A pesar de que la capital japonesa acogerá los Juegos Olímpicos de 2020, no es la primera vez que esta ciudad los organiza.
En octubre de 1964, en la edición número XVIII de las Olimpiadas, Los Juegos de Tokio significaron un cambio total para Japón e impactaron por la novedad de la transmisión por televisión a color y el uso de la cámara lenta. La capital japonesa había sido elegida como la sede de los Juegos de 1940, pero la Segunda Guerra Mundial estalló y el Comité Olímpico Internacional se vio obligado a cancelarlos.
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Japón debió esperar 24 años más para organizar los primeros Juegos celebrados en Asia, los que significaron además la oportunidad para reintegrarse en el escenario internacional como una nación pacífica, económicamente segura, alejada del militarismo imperial.
Tokio era la ciudad más grande del mundo en 1964 y fue completamente reconstruida para los Juegos dejando atrás la devastación que dejó la guerra. Los Olímpicos fueron un éxito deportivo para Japón. La nación tenía una delegación de 437 personas, entre deportistas y oficiales, y ganó 29 medallas: 16 de oro, cinco de plata y ocho de bronce. Quedó en tercer lugar en el medallero detrás de Estados Unidos y la Unión Soviética.
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El país albergó a 20.000 espectadores extranjeros, 6.348 deportistas, 1.500 funcionarios, 2.000 periodistas y unos 400 carteristas. Más allá del deporte, el emperador Hirohito aprovechó esta oportunidad para demostrar al mundo el avance tecnológico que tenía Japón.
Impresionó al mundo la televisación a color de las ceremonias de apertura y clausura, además de la transmisión en directo vía satélite, por primera vez, de algunas pruebas. La cámara lenta también se utilizó. Esto permitió ver nuevas caras del deporte y algunos grandes campeones de ediciones pasadas.
El mundo recuerda a Abebe Bikila por haber corrido el maratón olímpico descalzo. Este representante de la delegación de Etiopía, con un tiempo de 2h15’16′' había establecido un nuevo récord en los Juegos de Roma 1960. También, se convirtió en el primer africano en ganar una medalla de oro e inspiró a miles de atletas africanos a participar en las justas.
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Para los Olímpicos de Tokio, la participación del etíope estaba en duda. Cuarenta días antes del inicio de los Juegos fue operado de una apendicitis por lo cual era complicado que disputara la maratón. Contra todos los pronósticos corrió, se llevó el oro e incluso rompió su propio récord, pero esta vez lo hizo usando zapatos. En 1969, Bikila sufrió un accidente automovilístico que lo dejó parapléjico, pero esto no acabó con su amor por el deporte. A pesar de estar en una silla de ruedas, participó en los Juegos Stoke Mandeville de 1970 en Londres, evento que se transformó en los Juegos Paralímpicos actuales.
Bikila murió en 1973, cuando tenía 41 años, a raíz de una hemorragia cerebral relacionada con su accidente. Siete años después de su muerte, el alemán Waldemar Cierpinski rompió su récord en Moscú por nueve segundos 2h11′03′'. El actual récords olímpico lo tiene el keniano Samuel Wanjiru desde Pekín 2008, con 2h06′32′'.
La gimnasta soviética Larisa Latynina ya sabía lo que era ganar una medalla olímpica. En Melbourne 1956, su primera participación olímpica, con 21 años, ganó cuatro medallas de oro, una de plata y una bronce en la modalidad artística. En la siguiente edición, Roma 1960, Latynina amplió su medallero a 12 preseas. Hasta ese momento ella era la atleta con más medallas olímpicas en la historia de los Juegos.
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A pesar de estar a dos meses de cumplir 30 años y ser madre, Larisa Latynina llegó Tokio 1964 como favorita. Ganó seis medallas más, dos de oro, dos de plata y dos de bronce, para llegar a 8 y consagrarse como la máxima ganadora de la historia. Le dijo adiós a la gimnasia a los 32 años sin saber que había establecido este récord.
En 1979, 15 años después, gracias a una periodista de Checoslovaquia la exgimnasta supo que estaba en lo más alto del medallero olímpico. El récord de Larisa Latynina se mantendría por 48 años hasta la llegada del nadador estadounidense Michael Phelps quien lo superaría con un total de 28 medallas ganadas en cuatro ediciones de los juegos.
En sus participaciones en Sidney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016, Phelps logró añadir a su palmarés 23 medallas de oro, tres de plata y dos de bronce. Sin embargo, con sus 18 medallas, nueve de oro, cinco de plata y tres de bronce, Latynina sigue siendo la mujer más laureada en la historia de los Juegos Olímpicos.
A pocas horas de la inauguración de uno de los eventos más esperados del año, Tokio se prepara para ser el centro de atención del mundo deportivo. A pesar de que la capital japonesa acogerá los Juegos Olímpicos de 2020, no es la primera vez que esta ciudad los organiza.
En octubre de 1964, en la edición número XVIII de las Olimpiadas, Los Juegos de Tokio significaron un cambio total para Japón e impactaron por la novedad de la transmisión por televisión a color y el uso de la cámara lenta. La capital japonesa había sido elegida como la sede de los Juegos de 1940, pero la Segunda Guerra Mundial estalló y el Comité Olímpico Internacional se vio obligado a cancelarlos.
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Japón debió esperar 24 años más para organizar los primeros Juegos celebrados en Asia, los que significaron además la oportunidad para reintegrarse en el escenario internacional como una nación pacífica, económicamente segura, alejada del militarismo imperial.
Tokio era la ciudad más grande del mundo en 1964 y fue completamente reconstruida para los Juegos dejando atrás la devastación que dejó la guerra. Los Olímpicos fueron un éxito deportivo para Japón. La nación tenía una delegación de 437 personas, entre deportistas y oficiales, y ganó 29 medallas: 16 de oro, cinco de plata y ocho de bronce. Quedó en tercer lugar en el medallero detrás de Estados Unidos y la Unión Soviética.
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El país albergó a 20.000 espectadores extranjeros, 6.348 deportistas, 1.500 funcionarios, 2.000 periodistas y unos 400 carteristas. Más allá del deporte, el emperador Hirohito aprovechó esta oportunidad para demostrar al mundo el avance tecnológico que tenía Japón.
Impresionó al mundo la televisación a color de las ceremonias de apertura y clausura, además de la transmisión en directo vía satélite, por primera vez, de algunas pruebas. La cámara lenta también se utilizó. Esto permitió ver nuevas caras del deporte y algunos grandes campeones de ediciones pasadas.
El mundo recuerda a Abebe Bikila por haber corrido el maratón olímpico descalzo. Este representante de la delegación de Etiopía, con un tiempo de 2h15’16′' había establecido un nuevo récord en los Juegos de Roma 1960. También, se convirtió en el primer africano en ganar una medalla de oro e inspiró a miles de atletas africanos a participar en las justas.
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Para los Olímpicos de Tokio, la participación del etíope estaba en duda. Cuarenta días antes del inicio de los Juegos fue operado de una apendicitis por lo cual era complicado que disputara la maratón. Contra todos los pronósticos corrió, se llevó el oro e incluso rompió su propio récord, pero esta vez lo hizo usando zapatos. En 1969, Bikila sufrió un accidente automovilístico que lo dejó parapléjico, pero esto no acabó con su amor por el deporte. A pesar de estar en una silla de ruedas, participó en los Juegos Stoke Mandeville de 1970 en Londres, evento que se transformó en los Juegos Paralímpicos actuales.
Bikila murió en 1973, cuando tenía 41 años, a raíz de una hemorragia cerebral relacionada con su accidente. Siete años después de su muerte, el alemán Waldemar Cierpinski rompió su récord en Moscú por nueve segundos 2h11′03′'. El actual récords olímpico lo tiene el keniano Samuel Wanjiru desde Pekín 2008, con 2h06′32′'.
La gimnasta soviética Larisa Latynina ya sabía lo que era ganar una medalla olímpica. En Melbourne 1956, su primera participación olímpica, con 21 años, ganó cuatro medallas de oro, una de plata y una bronce en la modalidad artística. En la siguiente edición, Roma 1960, Latynina amplió su medallero a 12 preseas. Hasta ese momento ella era la atleta con más medallas olímpicas en la historia de los Juegos.
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A pesar de estar a dos meses de cumplir 30 años y ser madre, Larisa Latynina llegó Tokio 1964 como favorita. Ganó seis medallas más, dos de oro, dos de plata y dos de bronce, para llegar a 8 y consagrarse como la máxima ganadora de la historia. Le dijo adiós a la gimnasia a los 32 años sin saber que había establecido este récord.
En 1979, 15 años después, gracias a una periodista de Checoslovaquia la exgimnasta supo que estaba en lo más alto del medallero olímpico. El récord de Larisa Latynina se mantendría por 48 años hasta la llegada del nadador estadounidense Michael Phelps quien lo superaría con un total de 28 medallas ganadas en cuatro ediciones de los juegos.
En sus participaciones en Sidney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016, Phelps logró añadir a su palmarés 23 medallas de oro, tres de plata y dos de bronce. Sin embargo, con sus 18 medallas, nueve de oro, cinco de plata y tres de bronce, Latynina sigue siendo la mujer más laureada en la historia de los Juegos Olímpicos.