Los pilares de Valeria Cárdenas: la mejor atleta del año
La figura de la selección colombiana de disco volador, reconocida como la deportista más destacada de 2022 por la organización de los Juegos Mundiales, habló con El Espectador.
Fernando Camilo Garzón
Valeria Cárdenas, la mejor atleta del mundo en 2022, escogida la semana pasada por la organización de los Juegos Mundiales —comité rector del calendario de los deportes que no son olímpicos—, mira hacia atrás. Ve, en la vera del camino, a su hermana, Manuela. Son gemelas y los recuerdos de ambas siempre empiezan con la otra. Valeria no tiene en su memoria haber dado un paso sin tenerla al lado: la primera vez que fueron al colegio, cuando jugaban fútbol en el barrio o cuando descubrieron el disco, tenían siete años, y nunca dejaron de lanzarlo.
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Valeria Cárdenas, la mejor atleta del mundo en 2022, escogida la semana pasada por la organización de los Juegos Mundiales —comité rector del calendario de los deportes que no son olímpicos—, mira hacia atrás. Ve, en la vera del camino, a su hermana, Manuela. Son gemelas y los recuerdos de ambas siempre empiezan con la otra. Valeria no tiene en su memoria haber dado un paso sin tenerla al lado: la primera vez que fueron al colegio, cuando jugaban fútbol en el barrio o cuando descubrieron el disco, tenían siete años, y nunca dejaron de lanzarlo.
Mire: Valeria Cárdenas fue escogida como atleta del año por los Juegos Mundiales
“Cuando jugábamos fútbol, yo tapaba y ella hacía los goles. Y ahora, en el ultimate, yo lanzo el disco, armo la jugada, y ella vuela, anota los puntos”, explica la figura de la selección colombiana de ultimate que el año pasado en los Juegos Mundiales de Birmingham (Estados Unidos) se llevó el bronce. Allí estuvieron las dos, juntas como siempre, y también en el Mundial de Clubes que ganaron con el equipo antioqueño Revolution. Un hito en la historia del disco volador, pues hasta el año pasado solo Japón le había quitado el título a los equipos de Estados Unidos.
Para Valeria Cárdenas lo mejor del ultimate es la unidad. Por eso se enamoró de ese deporte, porque a ella, que siempre la movió ese lazo que construyó con su gemela, encontró en el disco una hermandad que la hizo sentir en casa. Ama su deporte: “el premio a mejor atleta del año fue una enorme alegría, pero no lo sentí para mí. Obviamente, me siento orgullosa, pero creo que este es un reconocimiento para el ultimate, no solo el colombiano, el de todo el mundo”.
El galardón que los Juegos Mundiales le dieron a la deportista antioqueña llegó gracias a una votación popular en la que Cárdenas superó a la eslovaca Monika Chochlikova, luchadora de muay thai, y a la patinadora, también colombiana, Johana Viveros. “El ultimate del mundo se unió para que yo recibiera ese premio y eso demuestra nuestra unidad”.
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Dice Valeria Cárdenas que ella tiene amigos en todo el mundo. Y que esa comunidad se la dio el disco. Siente que a donde va siempre puede encontrar a alguien, porque en donde ha competido su deporte nunca la ha dejado sola. Explica que se debe al espíritu competitivo, la regla principal del ultimate que consiste, básicamente, en que los mismos jugadores arbitran sus partidos. No hay jueces, son los deportistas los encargados de pitar las faltas, de hacer los llamados y de hacer cumplir las reglas. “Se basa en el respeto del rival, en la fraternidad. Siempre hay que comunicarse con el adversario y eso no lo encuentras en otros deportes, en los que siempre hay peleas. Acá todas las disputas se solucionan en el momento”, explica.
En su recorrido por el planeta nunca ha faltado su hermana. Las dos se han comido el mundo. Como la primera vez que fueron a unos Juegos Mundiales, en Breslavia (Polonia). Tenían 17 años y ya eran parte de la selección colombiana de mayores. Sin embargo, no podían salir del país por su edad. Les tocó llenar un formulario en notaria para que se les otorgara el permiso de salida, el único problema fue que se equivocaron en la fecha de nacimiento. Ahí vino el llanto. En el aeropuerto las pararon, se cancelaba la travesía. Creían que se les acababa el sueño, pero desde el Comité Olímpico les ofrecieron la posibilidad de viajar dos días después con la delegación de patinaje. Eso sí, les tocaba pagar la penalidad. ¿Con qué plata? No había que preocuparse, toda la selección hizo una “vaca” para que las hermanas Cárdenas pudieran viajar.
Fue inolvidable, solucionado el problema, Fabriana Arias, una de las patinadoras más grandes de la historia de Colombia, se apersonó de ellas en su viaje a Polonia. Les preguntaba todo el tiempo cómo estaban, cómo se sentían, qué necesitaban. El problema llegó cuando les tocó dividir caminos, las pruebas de ultimate se jugaban en otra ciudad. Para peor les tocaba irse en tren y ellas no hablaban inglés. De poco les habría servido igual, allá todos hablaban polaco. Como pudieron entre el traductor del celular, los mapas que llevaban, una señora colombiana que se encontraron en el camino y algunas señas lograron tomar el tren que los llevó con el equipo. Y a su llegada, sus compañeras celebraron como si hubieran ganado la medalla de oro.
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No estuvieron lejos. Esos Juegos Mundiales, en la disciplina de disco volador, fueron históricos para Colombia. No solo por la clasificación, la primera en la historia que no fue por invitación —a Cali 2013 fueron por ser sede—, también por la medalla de plata que consiguieron en esas justas.
Una presea que fue un hito. Tanto que la de bronce que lograron en 2022, otra gesta, supo a poco. “Fue importante porque al menos no nos fuimos con las manos vacías. Pero íbamos por la de oro, que esperamos conseguir en 2025, en Chengdu (China)”.
A pesar de la derrota, las colombianas tuvieron revancha pronto, pues a la semana compitieron en el Mundial de Clubes con Revolution de Medellín. Y en ese torneo lograron el campeonato del mundo. Y contra Fury, icónico equipo estadounidense, en una final cerradísima que quedó 15-14. Para Valeria Cárdenas es inolvidable la última defensa. Ese punto definitivo que duró casi 10 minutos. Era todo o nada, después de remontar un 5-1 con el que empezaron abajo.
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Lo más importante del ultimate, resalta la antioqueña, es la cabeza. La psicología y el control de las emociones. Sobre todo respirar. El aire da claridad y con cada respiración los caminos para lanzar el disco se abren ante los ojos. Así vio la jugada que le dio les dio el título, un espacio que, tras su lanzamiento, una compañera cortó a la carrera en el único descuido de las estadounidenses.
Fue histórico, aunque en realidad, como dice Cárdenas, desde hace tres años el disco antioqueño se ha vuelto referencia a nivel mundial. Revolution ya había dado de que hablar en los mundiales de 2014 y 2018, año en el que llegaron a la final y el título se escapó por poco.
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Lo que han hecho las hermanas Cárdenas es toda una proeza. Eso es lo que motiva a Valeria de sus triunfos, de los campeonatos, del reconocimiento a la Atleta del año. Que su deporte se vea. El ultimate no es un profesional y para los viajes y las competencias internacionales, ellas tienen que ir con las uñas, vendiendo cosas y haciendo rifas. Les hace falta apoyo de los entes estatales y saben que sus resultados, poco a poco, les hacen ganar ese espacio.
Valeria Cárdenas sueña con que muchas niñas, como ella y su hermana, se enamoren del disco volador y puedan llegar a recorrer los caminos que ella ya andó. Esa niña que con su gemela descubrió el frisbee en el colegio. Y que antes de dedicarse de lleno a ese deporte tuvo que elegir entre el disco y el ajedrez, su otro deporte. Se los dijo a las dos hermanas su mamá, cuando ellas todavía eran pequeña. Sin embargo, la decisión fue fácil, porque en el tablero, mientras movían a la reina y a los peones, se imaginaban que las mismas piezas se ponían a lanzar discos. Y ellas, ante el mínimo espacio, no hacían otra cosa que ponerse a jugar ultimate. En las reuniones familiares organizaban a los primos y a los tíos para ponerlos a correr detrás de sus lanzamientos. Era su pasión, lo descubrieron a primera vista. Y ahora una de ellas, Valeria, es la mejor atleta del mundo haciendo lo que más ama.
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