Luka Doncic aspira a sentarse en la mesa de los más grandes del baloncesto
El esloveno es el jugador del momento en el baloncesto de los Estados Unidos; dominador de todos los aspectos del juego, líder de su franquicia y encaminado a ser leyenda en la NBA. ¿Es el mejor jugador del mundo?
Fernando Camilo Garzón
Es el hit del verano, el top de las listas: “Luka, stepback, la jumpa”, canta junto a Arcángel el puertorriqueño Bad Bunny, el artista más escuchado del mundo en 2022 y declarado principal admirador del basquetbolista Luka Doncic. En su último sencillo, el jugador europeo, precoz estrella venida de Eslovenia, fue la inspiración de un verso de una de las canciones más cantadas de los últimos meses. Doncic, sin duda, es otra de las grandes sensaciones del momento.
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Es el hit del verano, el top de las listas: “Luka, stepback, la jumpa”, canta junto a Arcángel el puertorriqueño Bad Bunny, el artista más escuchado del mundo en 2022 y declarado principal admirador del basquetbolista Luka Doncic. En su último sencillo, el jugador europeo, precoz estrella venida de Eslovenia, fue la inspiración de un verso de una de las canciones más cantadas de los últimos meses. Doncic, sin duda, es otra de las grandes sensaciones del momento.
El jugador de los Dallas Mavericks es el nombre que está en la boca de todos los seguidores de la liga de baloncesto más importante del mundo. Mientras otros como Donovan Mitchell, de los Cavaliers, que el lunes protagonizó la mejor noche en 17 años de un jugador en un partido de la liga, con 71 puntos (séptimo mejor registro de todos los tiempos), se meten en escalafones históricos, Luka Doncic logra récords inéditos, registros que ni siquiera existían, que nadie más había alcanzado. Él hace la historia.
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Sucedió el 27 de diciembre contra los Knicks de Nueva York. Como dice Bad Bunny, en otra de sus canciones (”25/8″, del multipremiado álbum YHLQMDLG), “Luka Doncic, no hay manera que yo falle”, el esloveno tomó todos los balones, tan confiado que casi rozó la egolatría, y consiguió como resultado un triple doble que nadie había logrado con registros tan elevados: 60 puntos, 21 asistencias y 10 rebotes en un solo partido.
“Estoy exhausto, necesito una cerveza para recuperarme”, dijo la joven estrella de solo 23 años. ¿Cansado? ¡Mentira! A la noche siguiente, la bestia europea pulverizó a los Houston Rockets con 34 puntos, 12 asistencias y 13 rebotes. Es decir, en solo dos juegos, hizo 95 puntos, 20 rebotes y 20 asistencias, otra marca que nadie tenía, otro registro inventado por Luka Doncic.
¿Qué pasa con este fenómeno? Antes de llegar a la NBA, cuando dejaba la pelota chiquita en Real Madrid con números que tampoco tenían sentido, analistas y periodistas estadounidenses decían que el europeo no era un jugador para la liga, que no tenía el biotipo y que era muy lento. Ponían a varios por encima de su talento y, aunque en Europa, sin discusión y con solo 19 años, ya era el mejor jugador del continente y lejos, Doncic fue la tercera selección del draft. De hecho, los Atlanta Hawks lo cambiaron por Trae Young y lo pasaron a Dallas, equipo que, no obstante, cargará para siempre un grato recuerdo de las estrellas europeas, pues fue allí en donde el alemán Dirk Nowitzki hizo historia, ganó un anillo y se hizo legendario. Los Mavericks eran el lugar en el mundo que Doncic necesitaba para explotar.
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No le ha quedado grande el reto. Después de arrasar con los Knicks y los Rockets en las jornadas históricas del último diciembre, la víctima de Doncic eran los Spurs de San Antonio. Y el entrenador del rival, Gregg Popovich, considerado por muchos el mejor entrenador de baloncesto de todos los tiempos, se rindió en elogios para la estrella eslovena. Eso sí, alertó que contra ellos no la tendría tan fácil, que no lo dejarían pasar de 50 puntos. Al final hizo 51, fue a saludar a Popovich y el coach hizo el acto: manos paralizadas como cuando se ve un espanto, cara tiesa del horror y un temblor por todos los huesos. Todo para homenajear al que va en camino de convertirse en leyenda: “¡Aléjate de mí!”, le dijo en broma el técnico, antes de darle un abrazo y llenarlo de alabanzas al oído.
No les faltaba razón a los que le decían a Doncic que era lento, pero erraron al considerarlo una falencia. Esa es una de sus mayores virtudes. El esloveno no parece espectacular, incluso tiene un cuerpo flácido. No es rápido ni potente, pero domina cada aspecto del juego porque es supremamente inteligente, intuitivo y hace daño en cada balón que toma. El que acertó fue Benito: ¡es Doncic, nunca falla!
Para entender su poderío hay que buscar de dónde viene. Su madre, Mirjam Poterbin, dice que desde que tenía un año caminaba apoyado de una pelota en las manos. Su papá, Saša Doncic, fue basquetbolista durante casi 20 años. De hecho, el primer equipo para el que jugó la estrella de los Mavericks a los 11 años fue el Olimpia, de Eslovenia, club en el que estaba su padre por esos años.
Dicen sus entrenadores que era un obsesivo del entrenamiento. Que una sesión no le bastaba y se quedaba todo el día practicando con la pelota naranja. ¡No paraba nunca de jugar al básquet! Tal era su talento que, tras el primer día de prácticas, les tocó subirlo una categoría. Pero al llegar al otro día, tampoco lo paró nadie, así que tocó llevarlo a una de adolescentes todavía más grandes para que el asunto fuera equilibrado.
Su proyección era estratosférica y Real Madrid fue el que se dio cuenta. A los 13 años lo firmaron y cuatro años más tarde ya había debutado como profesional, siendo el más joven en jugar con los merengues. En España, la liga se le quedó pequeña (la ganó tres veces) y en 2018, el año de su consagración continental, llevó a los madrileños al título de la Euroliga.
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Sin más que ganar en el Viejo Continente, pues en 2017 también le dio a Eslovenia su primer título en la Eurocopa de baloncesto, saltó a Estados Unidos y en 2019, su primer año, fue elegido el mejor jugador joven del año, a pesar de las dudas que su llegada despertaba en varios sectores. Doncic llegó a callar bocas.
Los escépticos, eso sí, creían que lo que le iba a costar era adaptarse, nadie dudaba de su talento, habría que ser ignorante del básquet. Sin embargo, las características de Luka Doncic son únicas, dignas de un superdotado. El esloveno es el jugador más hábil para desbaratar defensas, pues su lentitud, cuando penetra en la pintura, le permite robarles pasos a los defensores e ir a otro ritmo casi imposible de anticipar.
Sin embargo, en la contracara, cuando quiere, él mismo, tan hábil y perceptivo para leer jugadas y los momentos de partido, anticipa al defensa. Puedes defenderlo de las dos maneras, de las dos te va a anotar. Es un jugador intenso, que además ayuda muchísimo en defensa y, como si fuera poco, domina muy bien el perímetro, tiene un excelente tiro de tres. ¡Es incontrolable! Es el arma completa, tiene todas las herramientas y además las domina, es dúctil y se adapta a todas las circunstancias. No hay un aspecto que no controle y en el que no sea el mejor.
Tiene el gran reto, que no depende solo de él, de trascender su talento. Ya cumplió la promesa de su adaptación, ahora debe llevar a su franquicia al anillo. Ese es el reto de las leyendas. Luka Doncic, a su edad, ya tiene números que permiten compararlo, y no es exageración, con figuras como LeBron James, Kareem Abdul-Jabbar, “Magic” Johnson, Wilt Chamberlain o, incluso, Michael Jordan. Es decir, los grandes entre los más grandes de la NBA. Ahora le falta traducir eso en el liderazgo que se necesita para conseguir el campeonato. Le pasó en los últimos dos años al serbio Nikola Jokic, el mejor jugador de la NBA en las últimas dos temporadas; una bestia, un fenómeno de la pintura, que carga la deuda de no poder liderar a su equipo a la gloria máxima. Fue el mismo lastre que llevó durante años el griego Giannis Antetokounmpo, el cual saldó con el título de los Milwaukee Bucks hace un par de campeonatos.
No obstante, Luka Doncic tiene muchísimo camino para recorrer. Precisamente lo que más sorprende de su capacidad es su juventud. No tiene ni 25 y ya abre el debate en Estados Unidos sobre si es el mejor jugador del mundo. De lo que no cabe la duda es de que está, mínimo, en el centro de del debate, porque ha inclinado al mundo entero del baloncesto a sus pies. Como diría la leyenda Popovich: “He’s just a beautiful basketball player”.
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