Mauricio Ortega y el arte de no perder vigencia: el lanzamiento que lo llevó a París
Cuando se creía que su carrera ya estaba terminada, el antioqueño volvió a demostrar su mejor nivel y logró su clasificación a sus terceros Juegos Olímpicos. En Tokio logró diploma y ahora su objetivo es mejorar sus registros.
Fernando Camilo Garzón
Mauricio Ortega siempre se ha sentido preparado para los grandes eventos, aunque muchas veces se ha dudado de su vigencia. Para algunos, su reciente clasificación a París 2024 fue una sorpresa. Sin embargo, el escenario olímpico no es desconocido para el atleta de 29 años, que nació en Apartadó, en pleno Urabá antioqueño, y ya sabe lo que es coronar una gesta olímpica.
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Mauricio Ortega siempre se ha sentido preparado para los grandes eventos, aunque muchas veces se ha dudado de su vigencia. Para algunos, su reciente clasificación a París 2024 fue una sorpresa. Sin embargo, el escenario olímpico no es desconocido para el atleta de 29 años, que nació en Apartadó, en pleno Urabá antioqueño, y ya sabe lo que es coronar una gesta olímpica.
En Tokio 2020, el atletismo colombiano celebró el inédito diploma olímpico que Ortega consiguió al quedar séptimo en el lanzamiento de disco. Tal vez, se recuerda poco porque no fue una medalla. No obstante, el resultado no tenía precedentes para Colombia, que no había tenido un lanzador de esa condición hasta la llegada de Ortega.
No es una sorpresa para él. A lo largo de su carrera deportiva, muchos han puesto en duda su capacidad de levantarse en medio de las adversidades. “Nunca dejo de intentarlo. Una, dos, tres veces o las que hagan falta hasta que llegue la vencida. En mi carrera deportiva siempre ha pasado lo mismo. Cuando clasifiqué a Río 2016 nadie esperaba que estuviera ahí y quedé 18. Después, en Tokio, mi nombre no sonaba y fui séptimo. Si dudara de mí, como lo hacen los demás, no estaría aquí”, dice Mauricio Ortega, que se muestra agradecido ante las cámaras. Le gusta sonreírles. De vez en cuando, suelta la risa. Tiene un flow especial, distinto. Una vez, en broma, en una sala de prensa le preguntaron qué cuándo lanzaba su próximo disco. Se rio con los periodistas ante la pregunta, pero después contestó: “¡No creas! También hago música, produzco R&B”.
El difícil camino a París 2024
Realmente, las otras clasificaciones a Juegos Olímpicos no fueron sencillas. Sin embargo, la llegada a las justas parisinas tuvo sus matices. En un punto, Mauricio Ortega pensó en dejar todo tirado. El cuerpo, especialmente retrechero esta vez, le jugó una mala pasada. Las lesiones estuvieron muy cerca de truncar sus esperanzas olímpicas y, no obstante, aun en la adversidad, el atleta colombiano siguió adelante y tomó su clasificación como un reto de fe.
Pensar en el camino andado le despierta un sentimiento de nostalgia. Confiesa que necesita abrir su corazón ante los medios, para poder ayudar a otras personas a levantarse. “No debería hablar de eso porque uno no debería empañar lo positivo”, dice y entonces ya no ríe ante la cámara. Los últimos años antes de los Olímpicos fueron muy difíciles. “Tuve tres lesiones que casi me dejan por fuera; tuve pata de ganso, pulpalgia y una molestia en el hombro izquierdo. Muchos creían que estaba acabado y en un momento yo también llegué a pensarlo”, comenta Ortega. El tiempo se hizo difuso. El cuerpo le dolía de tal forma que ni siquiera recuerda cuántos meses estuvo por fuera.
“Hoy, puedo decir que fue una prueba a mi fe. Agradezco infinitamente a cada una de las personas que me devolvieron hasta este camino e incluso a las que no creyeron en mí. Soy consciente de que el deporte también es de resultados y no guardo rencor. Las críticas también me hicieron levantarme”. Mientras los meses pasaban, las lesiones le hacían imposible entrenar. De repente, empezó a notar cómo subía de peso. Con la ansiedad llegó la tristeza. Desubicado y lejos de su sueño, Ortega pensó en darse por vencido.
“Me sentía hundido. Me deprimí. Estaba en la olla porque sentía que había perdido el norte. Incluso, cuando ya me recuperé quería dejar la competencia. No quería ir a los torneos y ahí llegaron esas personas a las que hoy les agradezco, las que me hicieron recobrar el camino”, explica el atleta.
La búsqueda de la marca olímpica
Hace meses, en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, Mauricio Ortega ya se declaraba preparado para ir a París 2024: “Es un sueño a cumplir. La marca la estoy buscando, pero todavía no llego”, dijo tras colgarse la medalla de plata, uno de los resultados más grandes de su carrera. Cuando decían que estaba acabado, coronó una de sus más grandes gestas.
El número definitivo, la marca mínima de 67,2 metros, la superó en el Campeonato Nacional de Lanzamientos que se celebró en Leiria, Portugal. De hecho, su quinto intento, en el que marcó 68,06 metros, le dio el título de la competencia, además, por supuesto, del cupo olímpico.
La clave estuvo en su resiliencia. Su capacidad, una vez más, para levantarse del hueco al que lo empujaron sus más recientes circunstancias: “Me pude preparar bien. Entrenar como se debía. Si hay salud, todo es posible. Superadas las lesiones, comprendí que solo puedo seguir intentándolo, mientras el cuerpo me lo permita”.
Para muchos, la llegada de Mauricio Ortega a los Juegos Olímpicos fue inesperada. De las cenizas, el antioqueño se levantó y retó las probabilidades que lo dejaban por fuera. Ahora, en París buscará dar la sorpresa. Su objetivo es superar lo que ya ha conseguido. La vara está alta, pero si alguien puede derribarla es él. Está en su espíritu, en su ADN, no dar marcha atrás, no rendirse ante las adversidades. El arte de ser vigente.
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