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En el ciclo paralímpico entre Río 2016 y Tokio 2020, Mauricio Valencia decidió operarse los dientes para afilar sus colmillos, acercándose a la imagen de un hombre lobo o un vampiro. ¿Su objetivo? Parecerse más a una criatura feroz, capaz de morder, literalmente, las medallas que quería seguir cosechando.
No solo quería sobresalir, sino quería amedrentar, llamar la atención y ser recordado. Y lo consiguió. En París, el paratleta logró una presea dorada en el lanzamiento de peso, con un registro de 11,71 metros, y una de plata en el lanzamiento de jabalina, con una marca de 39,04 metros, ambas en la categoría F34. Sus colmillos le dieron la vuelta al mundo y demostró, como él lo dice, que el deporte paralímpico también es un espectáculo.
Mauricio nació hace 36 años en Villavicencio, Meta, con una diplejía por hipoxia, lo que significa que sus piernas no recibieron suficiente oxígeno al nacer, causando una parálisis bilateral. A pesar de las dificultades siempre sintió una gran pasión por el deporte. Aunque sus padres lo alentaron a estudiar, preocupados por las oportunidades laborales limitadas debido a su discapacidad, su destino estaba en el deporte.
Fue en 2010, cuando ya superaba los 20 años, que el entrenador Freiman Arias lo vio levantando pesas en un gimnasio y lo convenció de probar con los lanzamientos de atletismo. Desde ese momento el camino de Mauricio hacia la grandeza no se detuvo.
Con trabajo duro y una actitud inquebrantable, Valencia se destacó rápidamente en las competencias. De hecho, con solo dos años de entrenamiento logró clasificarse para sus primeros Juegos Paralímpicos en Londres 2012, donde logró dos diplomas olímpicos. En sus siguientes justas, en Río 2016, se colgó la medalla de oro en el lanzamiento de jabalina y la de bronce en lanzamiento de bala, también en la categoría F34.
En Tokio 2020 las expectativas eran altas. Aunque ganó una medalla de plata en jabalina, él había llegado con la mentalidad de campeón, buscando su segundo oro para hacer sentir orgulloso a su hijo, Ángel Máximo Mauricio, su mayor inspiración. No obstante, como todo lo bueno tarda, esa presea se aplazó hasta París 2024.
Ya son cinco las medallas paralímpicas de Mauricio Valencia, pero más allá de las preseas, lo que realmente lo define es su actitud: nunca conformarse, siempre buscar más y soñar en grande. No es solo un atleta, es una fuerza imparable. Su leyenda, la del “vampiro de los colmillos afilados”, sigue creciendo, y con ella el orgullo de Colombia por el “guerrero más sólido”, como él se define.
Ceremonia del Deportista del Año de El Espectador y Movistar 2024
Mauricio Valencia será uno de las galardonados en la ceremonia del Deportista del Año de El Espectador y Movistar, que se realizará el miércoles 11 de diciembre en el Centro Empresarial Connecta, en Bogotá, en donde esta casa editorial premiará a los mejores atletas de la temporada, tal y como lo ha hecho ininterrumpidamente desde 1960, en la ceremonia más prestigiosa y tradicional de la actividad física en el país. Homenajearemos a los deportistas más destacados en las categorías mayores, juvenil y paralímpica, así como a los mejores entrenadores y dirigentes. Entregaremos también el premio al Juego Limpio Guillermo Cano, de especial significado para El Espectador.
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