México 1968, los Olímpicos que cambiaron la imagen del deporte latinoamericano
Sucesos políticos, sociales y deportivos partieron en dos la historia del país azteca y le mostraron un nuevo camino al resto del continente.
Redacción deportes
Hace exactamente 50 años Ciudad de México era la sede de los XIX Juegos Olímpicos de Verano. Por primera vez en la historia, la máxima cita del deporte se realizaba en un país en vías de desarrollo y era transmitida por televisión en directo para todo el mundo.
En las justas participaron 5.516 atletas de 112 países, que disputaron medallas en 172 eventos de 18 disciplinas. Y serán recordadas especialmente por la gran cantidad de récords impuestos (76 olímpicos y 30 mundiales), el saludo del poder negro durante la ceremonia de premiación de la prueba de los 200 metros, el “salto del siglo” de Bob Beamon, la revolución técnica de Dick Fosbury en el salto alto, el dominio de la gimnasta checa Vera Caslavska y, tristemente, la masacre de Tlatelolco, el asesinato de estudiantes y civiles que se manifestaban contra el gobierno en la Plaza de las Tres Culturas, justo 10 días antes de la inauguración.
Mientras la clase política mexicana, liderada por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, buscaba limpiar su imagen organizando un evento de impacto internacional que le mostrara al mundo la capacidad del pueblo azteca, el movimiento estudiantil, inspirado en los que florecían entonces en diferentes partes del mundo, quería aprovechar la atención mediática para visibilizar los abusos gubernamentales y promover reformas educativas y económicas en la sociedad.
Sindicatos de trabajadores y grupos marginados se unieron a esa causa. En el país se percibía un ambiente de revolución, impulsada por la euforia de las juventudes y la rebeldía del pueblo, que la dirigencia catalogaba como un complot comunista apoyado por la CIA.
La tensión en las calles duró varios meses, pero la crisis estalló el 2 de octubre, cuando miembros del ejército disolvieron a balazos una multitudinaria manifestación. El saldo: decenas de muertos y un lamentable episodio en la historia de ese país, que tras un par de días de incertidumbre no volvió a ser el mismo. Aún hoy las cifras de las víctimas de esa masacre son contradictorias. Las oficiales están entre 30 y 40, pero organizaciones defensoras de los derechos humanos aseguran que podrían haber sido centenares.
Aun así, los Juegos Olímpicos se inauguraron el 12 de octubre, ante cerca de 100.000 espectadores, en el majestuoso estadio Olímpico Universitario. A punta de buenas marcas y nuevos récords se callaron las críticas por los efectos que la altura de México podría tener en el rendimiento de los deportistas. Se confirmó que con el entrenamiento adecuado y el tiempo de adaptación necesario, un deportista rinde mejor con menor presión atmosférica. Eso sí, las sospechas de ayudas extradeportivas obligaron a la implementación definitiva de los controles antidopaje.
Estados Unidos y la Unión Soviética dominaron la tabla de medallería, con una digna actuación de la delegación anfitriona, que logró nueve medallas, tres de oro, tres de plata y tres de bronce. Colombia no tuvo una presentación afortunada. Contó con 43 deportistas y el de mejores resultados fue el ciclista Martín Emilio Cochise Rodríguez, noveno en las pruebas de fondo y de la persecución individual.
Aunque existían muchas dudas sobre la capacidad organizativa de México, los Juegos Olímpicos de 1968 fueron un éxito y de alguna manera cambiaron la percepción que había en el mundo sobre América Latina, que entendió perfectamente el mensaje del gigante azteca: “sí se puede”.
Hace exactamente 50 años Ciudad de México era la sede de los XIX Juegos Olímpicos de Verano. Por primera vez en la historia, la máxima cita del deporte se realizaba en un país en vías de desarrollo y era transmitida por televisión en directo para todo el mundo.
En las justas participaron 5.516 atletas de 112 países, que disputaron medallas en 172 eventos de 18 disciplinas. Y serán recordadas especialmente por la gran cantidad de récords impuestos (76 olímpicos y 30 mundiales), el saludo del poder negro durante la ceremonia de premiación de la prueba de los 200 metros, el “salto del siglo” de Bob Beamon, la revolución técnica de Dick Fosbury en el salto alto, el dominio de la gimnasta checa Vera Caslavska y, tristemente, la masacre de Tlatelolco, el asesinato de estudiantes y civiles que se manifestaban contra el gobierno en la Plaza de las Tres Culturas, justo 10 días antes de la inauguración.
Mientras la clase política mexicana, liderada por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, buscaba limpiar su imagen organizando un evento de impacto internacional que le mostrara al mundo la capacidad del pueblo azteca, el movimiento estudiantil, inspirado en los que florecían entonces en diferentes partes del mundo, quería aprovechar la atención mediática para visibilizar los abusos gubernamentales y promover reformas educativas y económicas en la sociedad.
Sindicatos de trabajadores y grupos marginados se unieron a esa causa. En el país se percibía un ambiente de revolución, impulsada por la euforia de las juventudes y la rebeldía del pueblo, que la dirigencia catalogaba como un complot comunista apoyado por la CIA.
La tensión en las calles duró varios meses, pero la crisis estalló el 2 de octubre, cuando miembros del ejército disolvieron a balazos una multitudinaria manifestación. El saldo: decenas de muertos y un lamentable episodio en la historia de ese país, que tras un par de días de incertidumbre no volvió a ser el mismo. Aún hoy las cifras de las víctimas de esa masacre son contradictorias. Las oficiales están entre 30 y 40, pero organizaciones defensoras de los derechos humanos aseguran que podrían haber sido centenares.
Aun así, los Juegos Olímpicos se inauguraron el 12 de octubre, ante cerca de 100.000 espectadores, en el majestuoso estadio Olímpico Universitario. A punta de buenas marcas y nuevos récords se callaron las críticas por los efectos que la altura de México podría tener en el rendimiento de los deportistas. Se confirmó que con el entrenamiento adecuado y el tiempo de adaptación necesario, un deportista rinde mejor con menor presión atmosférica. Eso sí, las sospechas de ayudas extradeportivas obligaron a la implementación definitiva de los controles antidopaje.
Estados Unidos y la Unión Soviética dominaron la tabla de medallería, con una digna actuación de la delegación anfitriona, que logró nueve medallas, tres de oro, tres de plata y tres de bronce. Colombia no tuvo una presentación afortunada. Contó con 43 deportistas y el de mejores resultados fue el ciclista Martín Emilio Cochise Rodríguez, noveno en las pruebas de fondo y de la persecución individual.
Aunque existían muchas dudas sobre la capacidad organizativa de México, los Juegos Olímpicos de 1968 fueron un éxito y de alguna manera cambiaron la percepción que había en el mundo sobre América Latina, que entendió perfectamente el mensaje del gigante azteca: “sí se puede”.