Michael Jordan, el día que nació la leyenda

El mejor basquetbolista de todos los tiempos está cumpliendo 55 años, pero fue un 29 de marzo de 1982 la fecha en la que empezó a forjarse su historia.

LUIS GUILLERMO ORDÓÑEZ
18 de febrero de 2018 - 12:37 a. m.
Michael Jordan ganó seis anillos en la NBA con los Bulls de Chicago, entre 1991 y 1998. / AFP
Michael Jordan ganó seis anillos en la NBA con los Bulls de Chicago, entre 1991 y 1998. / AFP

Cabeza fría y nervios de acero. Michael Jordan estaba destinado para hacer vibrar a los estadios con su fantasía. Fue tocado con la barita del talento, se convirtió en mago. El balón desaparecía en sus manos y volvía a aparecer cuando el rival giraba su cabeza para buscarlo. Esa habilidad combinada con su inteligencia lo convirtieron en una leyenda del baloncesto y del deporte mundial. Su camino de estrella empezó a construirse con una cesta de tres puntos en la final universitaria, que definió el triunfo a favor de Carolina del Norte sobre Georgetown. Era un joven alto y flaco con el número 23 en su espalda y su pecho y con ilusiones de comerse el mundo. A falta de 18 segundos para finalizar el encuentro, recibió una pelota y de inmediato lanzó al aro. ¡Zuas! Tres puntos.

— Michael, ha sido el tiro más importante que hayas metido jamás, le dijo su compañero de equipo, Buzz Petersen, en los vestuarios del Superdome de Nueva Orleans ese 29 de marzo de 1982.

“Ese fue el día que nació Michael Jordan. Hasta entonces yo era Mike y a partir de ahí todo cambió”, afirmó el jugador en una entrevista con Craig Seager durante una final del equipo de su universidad. Esa suspensión en el aire y el tiro de tres puntos le dio la victoria Carolina del Norte por 63-62. Era su segundo año como universitario y aún no se esperaba que se convirtiera en la figura que terminó siendo. Las estrellas de ese equipo de Carolina eran James Worthy, elegido MVP, y Sam Perkins. Jordan era un poco más que un apoyo.

El partido fue muy parejo. El marcador cambió hasta en 15 oportunidades. A falta de un minuto para el final, Eric Sleepy Floyd, adelantó a Georgetown, 61-62 con una anotación de dos puntos tras una grandiosa jugada en la que dejó atrás a Jordan. El entrenador de Carolina del Norte, Dean Smith, quien constantemente había amenazado con dejar sin jugar a Jordan si no pasaba más el balón, recurrió a cambiar su plan, debido a que la idea de meter el balón dentro de la pintura para Worthy no estaba funcionando.

Fue una jugada que cambió la vida de Smith y de Jordan. La del entrenador porque hasta entonces había llevado en seis ocasiones a la final a Carolina del Norte, pero no había ganado ninguna. “Nunca vi como entró el balón”, afirmó Michael Jordan. “Simplemente recé para que acabara entrando”. Tiempo después, confesó que aquel tiro supuso el momento más crucial de su carrera. Jordan mejoró su rango de tiro a media distancia, y su defensa, lo que le permitió ser un jugador más completo. “Era maravilloso verle con sus compañeros” afirmó Roy Williams.

En ese momento empezó a pulir otro de los rasgos que marcarían el futuro de este mito, el liderazgo. Guiado por Dean Smith evitó ser un jugador egoísta, rara vez conseguía anotaciones superiores a los 20 puntos. Convertido en una estrella mediática a nivel nacional, durante las dos siguientes temporadas coleccionó todo tipo de galardones a nivel individual, entre los que se encuentran el Jugador del Año de ACC Basketball, Naismith College of the Year, Wooden College Player of the Year, Oscar Robertson Trophy y el Adolph Rupp Trophy, todos ellos logrados en 1984. Y, después, como profesional brilló con luz propia. Fue dos veces campeón olímpico y ganó seis anillos en la NBA con los Bulls de Chicago, entre 1991 y 1998.

Por LUIS GUILLERMO ORDÓÑEZ

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