También de las charlas con su papá, del “siempre tienes que ser el mejor”, y del día en el que Fred Phelps le presentó a su nueva esposa. Fue tanta la rabia que amenazó con darle una paliza y esa reacción del hijo hizo que el padre no volviera a acompañarlo a una piscina. Phelps, el hombre de 1,93 metros de altura y de los 90 kilogramos, el imponente campeón olímpico, lució tan endeble y tan desprotegido que solo encontró amparo en las drogas.
Y en el juego y el alcohol. Se hicieron habituales sus visitas al Horseshoe Casino en Hammond,...
Por Camilo Amaya
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación