Mike Forero: una leyenda que perdura
El periodista santandereano fue quien comenzó con una tradición que aún hoy permanece para enaltecer los logros de los atletas colombianos: El Deportista del Año de El Espectador.
Mike Forero fue un personaje histórico del periodismo deportivo colombiano. A lo largo de los 50 años largos que estuvo en El Espectador, adonde llegó promovido por el intelectual Eduardo Zalamea Borda —que era entonces columnista de este diario—, dejó un legado que hoy se palpa sobre todo en lo que este periódico celebra anualmente por esta época: el Deportista del Año.
Sus maestros del periodismo, dicho por él mismo, fueron Luis Cano, Gabriel Cano, Guillermo Cano, además de Zalamea, Juan Gossaín y Gabriel García Márquez. “[Guillermo Cano era] el mejor ser humano del mundo”, solía decir sobre quien fue su jefe y su amigo.
Su escritorio estuvo siempre ubicado en la sede de la carrera 68, la misma que Pablo Escobar trató de destruir con un camión bomba el 2 de septiembre de 1989. La explosión no acabó con el periódico y, como ocurrió muy temprano un sábado, ninguna vida se sacrificó; pero fue un golpe devastador para un medio de comunicación que aún no se reponía, como el propio Forero, de la pérdida de su faro, Guillermo Cano, asesinado por orden de Escobar el 17 de diciembre de 1986.
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Forero había dejado la redacción de El Espectador en 1978, pero siguió vinculado a ella al menos dos décadas más, incluso a la distancia. “Ahí [en la sede la cra. 68] sembré un árbol que traje de Canadá, que simboliza el deporte; cuando vi que ya no estaba, me dolió como si hubiera perdido un hijo”.
Santandereano de nacimiento y cachaco por elección, el licenciado en Educación Física y Bacteriología compartió esa anécdota en una entrevista en 2016. En ese momento tenía 96 años y la mente lúcida, la misma de la que hizo gala durante toda su carrera profesional, la misma que le permitió dictar la clase de Sociología del Deporte en la Universidad Santo Tomás hasta sus 88 años.
Apoyado en el interés deportivo del propio Guillermo Cano, Forero hizo de las páginas de El Espectador una plataforma para hablar con ahínco de fútbol, ciclismo y béisbol. Al punto que se inventó un premio para esos hombres y mujeres que lo dejaban todo en el terreno. En esta época de celulares y medios digitales, la imagen de un Mike Forero contratando a un ayudante para cargar una grabadora no se asimila
con tanta facilidad, especialmente las generaciones que ni siquiera han usado un casete en su vida. Pero, en 1952, eso fue lo que Forero tuvo que hacer con la grabadora que echó en su carro para recorrer el país cubriendo por primera vez una Vuelta a Colombia.
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“Paraba de pronto en una carretera; comenzaba preguntándole a un campesino por algún cruce y terminaba entrevistándolo para ponerle contexto a una etapa de competencia”, dijo su hijo Clemente Forero en las palabras que leyó durante el sepelio de su padre.
Cuando se unió a la redacción de Guillermo Cano, Forero dejó de cubrir la Vuelta en su propio automóvil para hacerlo desde un jeep que pasó a ser conocido como la Chiva de El Espectador.
“Mike se preparó, desde muy joven, para ser un verdadero maestro del periodismo, cuya tarea era enaltecer al deportista colombiano, defendiéndolo a lo largo y ancho del país, exponiendo sus tesis con sólidos argumentos y demostrando que nuestros atletas lo tenían todo para triunfar, que lo que les hacía falta era apoyo y verdaderos instructores”, dijo de él, tras su fallecimiento, Antonio Andraus Burgos. “Yo soy muy colombianista”, decía Forero cuando le preguntaban sobre sus futbolistas favoritos.
“Claro que Mike era un periodista en todo el ancho de la palabra. Por eso pudo incursionar en temas políticos, de poesía y literatura, historia y cuantas exigencias les impusiera el oficio”, comentó Rufino Acosta.
En Filadelfia (Estados Unidos), donde estudió Bacteriología, Forero se enamoró del béisbol y sembró amistades con personas negras, en una época en la que ese país aún tenía estados que auspiciaban la segregación racial. En la Universidad Nacional, donde estudió su licenciatura en Educación Física, Forero se enamoró de Alicia Pineda, quien luego sería su esposa. “Hace rato perdí la cuenta de su árbol familiar, por lo amplio y frondoso”, agregó Acosta.
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A Mike Forero, conocido por su familia y amigos como un “optimista empedernido”, le faltaron seis meses para alcanzar un siglo de vida. Una caída hizo difícil sus últimos cuatro años de existencia y una afección pulmonar fue la razón por la que no pudo festejar su cumpleaños cien. Fue un deportista consumado. Obtuvo un segundo lugar en salto triple en los Juegos Panamericanos cuando esa disciplina comenzaba a conocerse; fue ciclista y basquetbolista, además de director técnico. Y, cómo no, una leyenda del periodismo deportivo cuyo legado sigue vigente.
Mike Forero fue un personaje histórico del periodismo deportivo colombiano. A lo largo de los 50 años largos que estuvo en El Espectador, adonde llegó promovido por el intelectual Eduardo Zalamea Borda —que era entonces columnista de este diario—, dejó un legado que hoy se palpa sobre todo en lo que este periódico celebra anualmente por esta época: el Deportista del Año.
Sus maestros del periodismo, dicho por él mismo, fueron Luis Cano, Gabriel Cano, Guillermo Cano, además de Zalamea, Juan Gossaín y Gabriel García Márquez. “[Guillermo Cano era] el mejor ser humano del mundo”, solía decir sobre quien fue su jefe y su amigo.
Su escritorio estuvo siempre ubicado en la sede de la carrera 68, la misma que Pablo Escobar trató de destruir con un camión bomba el 2 de septiembre de 1989. La explosión no acabó con el periódico y, como ocurrió muy temprano un sábado, ninguna vida se sacrificó; pero fue un golpe devastador para un medio de comunicación que aún no se reponía, como el propio Forero, de la pérdida de su faro, Guillermo Cano, asesinado por orden de Escobar el 17 de diciembre de 1986.
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Forero había dejado la redacción de El Espectador en 1978, pero siguió vinculado a ella al menos dos décadas más, incluso a la distancia. “Ahí [en la sede la cra. 68] sembré un árbol que traje de Canadá, que simboliza el deporte; cuando vi que ya no estaba, me dolió como si hubiera perdido un hijo”.
Santandereano de nacimiento y cachaco por elección, el licenciado en Educación Física y Bacteriología compartió esa anécdota en una entrevista en 2016. En ese momento tenía 96 años y la mente lúcida, la misma de la que hizo gala durante toda su carrera profesional, la misma que le permitió dictar la clase de Sociología del Deporte en la Universidad Santo Tomás hasta sus 88 años.
Apoyado en el interés deportivo del propio Guillermo Cano, Forero hizo de las páginas de El Espectador una plataforma para hablar con ahínco de fútbol, ciclismo y béisbol. Al punto que se inventó un premio para esos hombres y mujeres que lo dejaban todo en el terreno. En esta época de celulares y medios digitales, la imagen de un Mike Forero contratando a un ayudante para cargar una grabadora no se asimila
con tanta facilidad, especialmente las generaciones que ni siquiera han usado un casete en su vida. Pero, en 1952, eso fue lo que Forero tuvo que hacer con la grabadora que echó en su carro para recorrer el país cubriendo por primera vez una Vuelta a Colombia.
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“Paraba de pronto en una carretera; comenzaba preguntándole a un campesino por algún cruce y terminaba entrevistándolo para ponerle contexto a una etapa de competencia”, dijo su hijo Clemente Forero en las palabras que leyó durante el sepelio de su padre.
Cuando se unió a la redacción de Guillermo Cano, Forero dejó de cubrir la Vuelta en su propio automóvil para hacerlo desde un jeep que pasó a ser conocido como la Chiva de El Espectador.
“Mike se preparó, desde muy joven, para ser un verdadero maestro del periodismo, cuya tarea era enaltecer al deportista colombiano, defendiéndolo a lo largo y ancho del país, exponiendo sus tesis con sólidos argumentos y demostrando que nuestros atletas lo tenían todo para triunfar, que lo que les hacía falta era apoyo y verdaderos instructores”, dijo de él, tras su fallecimiento, Antonio Andraus Burgos. “Yo soy muy colombianista”, decía Forero cuando le preguntaban sobre sus futbolistas favoritos.
“Claro que Mike era un periodista en todo el ancho de la palabra. Por eso pudo incursionar en temas políticos, de poesía y literatura, historia y cuantas exigencias les impusiera el oficio”, comentó Rufino Acosta.
En Filadelfia (Estados Unidos), donde estudió Bacteriología, Forero se enamoró del béisbol y sembró amistades con personas negras, en una época en la que ese país aún tenía estados que auspiciaban la segregación racial. En la Universidad Nacional, donde estudió su licenciatura en Educación Física, Forero se enamoró de Alicia Pineda, quien luego sería su esposa. “Hace rato perdí la cuenta de su árbol familiar, por lo amplio y frondoso”, agregó Acosta.
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A Mike Forero, conocido por su familia y amigos como un “optimista empedernido”, le faltaron seis meses para alcanzar un siglo de vida. Una caída hizo difícil sus últimos cuatro años de existencia y una afección pulmonar fue la razón por la que no pudo festejar su cumpleaños cien. Fue un deportista consumado. Obtuvo un segundo lugar en salto triple en los Juegos Panamericanos cuando esa disciplina comenzaba a conocerse; fue ciclista y basquetbolista, además de director técnico. Y, cómo no, una leyenda del periodismo deportivo cuyo legado sigue vigente.