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Lamentando la noticia de su muerte, el periodista Alberto Salcedo Ramos definió a José Bernardo Prada como “un cachaco que peleaba como mexicano y andaba risueño por la vida. Fotógrafo, dicharachero, transparente. Como boxeador tenía puños de acero, pero fuera del ring tenía manos blandas, manos de tipazo, de ser humano muy bello. Se fue un grande”.
Imposible una mejor descripción del mejor pugilista bogotano de la historia, quien falleció este martes en la capital de la República a los 68 años de edad.
José Bernardo Prada Morocotoro nació en el barrio Las Aguas y desde niño supo que su futuro estaba en los cuadriláteros. Acompañaba siempre a su padre, Enrique Sáenz, quien era el organizador y presentador oficial de las peleas de boxeo en los años 50 y 60.
Y fue precisamente a su papá a quien primero tuvo que convencer de que podía ser boxeador. Era alto, de brazos largos y buena pegada. Había aprendido los secretos del deporte y tenía, evidentemente, coraje y temperamento.
Su padre prefería que estudiara, pero ante la insistencia del joven y los buenos resultados en sus primeros combates tuvo que apoyarlo.
En 1974 viajó a México para enfrentar al héroe local, Jesús Mortero Alonso, a quien, contra todos los pronósticos, incluso los propios, venció por decisión unánime. Fue entonces décimo clasificado mundial del CMB, escalafón que logró con esa victoria en Monterrey.
“Cómo sería mi superioridad, para que a uno en Monterrey le levanten el brazo en una pelea ante un mexicano”, solía decir José Bernardo, recordado también por los épicos duelos que libró con el barranquillero Emiliano Villa.
Con uno de sus cuatro combates, con saldo de dos empates y una victoria para cada uno, se inauguró el coliseo El Campín, ante cerca de 20.000 espectadores. Nació allí el apodo del Orgullo Bogotano.
Después viajó a Panamá, pues aceptó una propuesta para representar a ese país. Y el 3 de noviembre de 1978 enfrentó nada menos que a Sugar Ray Leonard, campeón olímpico y mundial de la categoría wélter.
“No me dejé intimidar, le pegué buenos golpes”, recordaba José Bernardo, quien cayó por decisión dividida ante el estadounidense, considerado uno de los mejores boxeadores de la historia.
Después de 10 años de carrera profesional y un balance de 23 victorias y 23 derrotas, Prada colgó los guantes, pero siguió activo en el ámbito del deporte.
Estudió periodismo y fundó un periódico llamado El Vocero de los Barrios, pero como empresario no tuvo éxito. Esa experiencia le sirvió, sin embargo, para darse cuenta de que era bueno para la fotografía y que esa era una actividad rentable.
Pradita, como le decían, se dedicó a cubrir eventos deportivos y sociales. A seguir a los equipos de fútbol bogotanos, pero especialmente a su amado Independiente Santa Fe. También le dedicó tiempo al atletismo, otra de sus pasiones. De hecho, participó en varias maratones internacionales. Hasta que un cáncer de huesos se lo impidió.
José Bernardo, el Orgullo Bogotano, estaba casado con Elvira Ardila y tenía cinco hijos. Sus exequias serán este miércoles a las 3:00 p.m., en la iglesia de la Porciúncula, y sus restos serán cremados en el Cementerio de Chapinero.