Natalia Linares: Soñar sin medir distancias
La deportista colombiana buscará hoy el primer lugar en la final de salto alto en el Mundial de Atletismo Sub-20, que irá hasta mañana en Cali.
Andrés Osorio Guillott
Los saltos y las alegrías de Natalia Linares evocan el vallenato de su tierra. Cuando sus pies tocan el suelo luego de un salto largo, lo que se escucha no es el golpe en la arena y los granos de esta caer, lo que se escucha es el sonido metálico de un acordeón y una caja. Cada intento, cada prueba lograda y cada victoria se convierten en acordes, en notas bajas y altas según la circunstancia. Así, su carrera empieza a escucharse como los vallenatos de su tierra natal.
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Los vallenatos de Linares comenzaron a sonar desde 2014, cuando tenía once años y empezó a participar en competencias de atletismo en su colegio, el Gimnasio del Norte. Su compromiso y sus logros fueron tales que no solo comenzó a destacarse en la institución, sino que empezó a subirse en los podios de los Juegos Intercolegiados de Valledupar y en los Juegos Suramericanos Escolares. En estas últimas justas, la atleta vallenata, en la edición de 2016, se quedó con tres medallas de oro. “Fue una época que me sirvió mucho para crecer y tomarme confianza”, dijo.
Fabián Martínez, profesor de educación física del colegio de Natalia, recordó en una nota para Mi Diario que: “Yo lo creí, supe que había algo diferente en ella, cuando era pequeña no caminaba, sino que corría, se tiraba de la escalera, era muy rápida en la bicicleta, tenía mucha energía”, pues según él, sus resultados estaban cinco veces por encima de los de sus compañeros.
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Además de Martínez, que fue quien la impulsó, hay dos personas que han hecho que la atleta de 19 años sea una promesa del deporte colombiano: Yanelis González, su mamá, y Martín Suárez, su entrenador desde hace tres años. “Ella es la demostración de todo el talento que tenemos, hemos hecho un trabajo fuerte en el que tengo que destacar su perseverancia, es una deportista que no se rinde y aquí se pueden ver los resultados”, comentó Suárez.
El miércoles, luego de haber logrado un registro de 6,31 en la prueba de salto alto y clasificarse como segunda de su grupo a la final de hoy, Linares habló de su mamá, la que estuvo acompañándola desde las gradas del estadio Pascual Guerrero, pues desde siempre ha sido Yanelis la compañía y confidente ideal para su carrera: “Es la compañera de vida que me ha dado Dios, el apoyo incondicional desde que comencé en el deporte y quien será siempre mi primera dedicatoria en todo lo que logre. ¡Es mi mamá! Ella ha sido la pionera y me ilusiona ganarme esa medalla de oro por el trabajo que hemos hecho juntas”.
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En la nota de Mi Diario, Yanelis contó: “Dios me dio una misión, el propósito de sacar adelante a mis dos hijos y acompañar a Natalia a cumplir sus sueños. Ambas hemos crecido espiritualmente superando todos los obstáculos, porque nunca he dudado del talento de mi hija, a ella no he tenido que regañarla para que entrene, para que se levante, esa es su pasión, lo hace porque le gusta”. Y esa convicción de ser cada vez más grande y superarse a sí misma lo ha dicho en palabras y lo ha demostrado con sus resultados, pues a este mundial llegó como una promesa luego de haber ganado medalla en los Juegos Bolivarianos, que se realizaron en su tierra hace unos meses.
“Antes de la competencia siempre dije que aquí tenía que hacer historia. Esta pista la construyeron para mí, porque tuve que irme a Santa Marta, pero ya tenemos pista y quedó inaugurada con baño de oro y en mi tierra”, declaró Natalia Linares luego de ganar la presea dorada en la Unidad Deportiva La Gota Fría, lugar en el que registró una marca de 6,79 metros, imponiendo a su vez el récord de las justas y otro a nivel nacional en las categorías sub-20 y sub-23, pues superó el que ella misma hizo en el Campeonato Nacional en Ibagué –que era de 6,52– y el que logró hace años Caterine Ibargüen en los Juegos Bolivarianos de Armenia.
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Y, como si fuera poco, Linares con su registro de 6,68 metros quedó segunda en el escalafón mundial de la categoría sub-20, siendo superada por la atleta alemana Helena Borner, que tiene una marca de 6,73 metros. “Se me vienen un montón de cosas a la cabeza, pero no solo quiero ganar la medalla de oro, quiero conseguir un récord grande y hacer historia”, dijo antes de los Bolivarianos. Y todo lo cumplió.
En el palmarés de la atleta vallenata también se destacan medallas de oro en los Juegos Suramericanos y Panamericanos en los 4x100 y en salto largo; también registra medallas a nivel nacional en las pruebas de 100, 200 metros y salto largo en las categorías sub-20, sub-23 y mayores, así como ser dueña de récords en salto largo en las categorías sub-16, sub-18 y sub-20.
“Estoy con mucha ilusión. Hemos entrenado duro por esto, con toda el alma, con el corazón, y esperamos obtener buenos resultados. Ahora que estoy representando a Colombia en Cali, en un mundial, obviamente hay nervios, pero estoy manejando la tranquilidad con mucho trabajo de respiración y concentración, tratando de no alterarme”, dijo Linares al llegar esta semana a la capital del Valle del Cauca.
“Cuando inicié, normalmente ganaba en el último salto y mi mamá me decía: no me pongas a parir de nuevo, que yo ya te parí una vez”, rememoró Linares el pasado miércoles, y agregó que “esté o no en el podio, igual voy a ser campeona”, demostrando el orgullo de estar en el lugar en el que está con la compañía de su madre, que es su inspiración y su mayor símbolo de confianza para seguir creyendo en sí misma, pues aunque Caterine Ibargüen haya servido como ejemplo a seguir, más que el legado de la antioqueña, lo que le interesa a Linares es mejorar siempre sus marcas y derrotar sus límites, haciendo que sus sueños, a diferencia de lo que debe hacer en las pruebas, se realicen como el nombre del vallenato de Diomedes Díaz: sin medir distancias.
Los saltos y las alegrías de Natalia Linares evocan el vallenato de su tierra. Cuando sus pies tocan el suelo luego de un salto largo, lo que se escucha no es el golpe en la arena y los granos de esta caer, lo que se escucha es el sonido metálico de un acordeón y una caja. Cada intento, cada prueba lograda y cada victoria se convierten en acordes, en notas bajas y altas según la circunstancia. Así, su carrera empieza a escucharse como los vallenatos de su tierra natal.
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Los vallenatos de Linares comenzaron a sonar desde 2014, cuando tenía once años y empezó a participar en competencias de atletismo en su colegio, el Gimnasio del Norte. Su compromiso y sus logros fueron tales que no solo comenzó a destacarse en la institución, sino que empezó a subirse en los podios de los Juegos Intercolegiados de Valledupar y en los Juegos Suramericanos Escolares. En estas últimas justas, la atleta vallenata, en la edición de 2016, se quedó con tres medallas de oro. “Fue una época que me sirvió mucho para crecer y tomarme confianza”, dijo.
Fabián Martínez, profesor de educación física del colegio de Natalia, recordó en una nota para Mi Diario que: “Yo lo creí, supe que había algo diferente en ella, cuando era pequeña no caminaba, sino que corría, se tiraba de la escalera, era muy rápida en la bicicleta, tenía mucha energía”, pues según él, sus resultados estaban cinco veces por encima de los de sus compañeros.
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Además de Martínez, que fue quien la impulsó, hay dos personas que han hecho que la atleta de 19 años sea una promesa del deporte colombiano: Yanelis González, su mamá, y Martín Suárez, su entrenador desde hace tres años. “Ella es la demostración de todo el talento que tenemos, hemos hecho un trabajo fuerte en el que tengo que destacar su perseverancia, es una deportista que no se rinde y aquí se pueden ver los resultados”, comentó Suárez.
El miércoles, luego de haber logrado un registro de 6,31 en la prueba de salto alto y clasificarse como segunda de su grupo a la final de hoy, Linares habló de su mamá, la que estuvo acompañándola desde las gradas del estadio Pascual Guerrero, pues desde siempre ha sido Yanelis la compañía y confidente ideal para su carrera: “Es la compañera de vida que me ha dado Dios, el apoyo incondicional desde que comencé en el deporte y quien será siempre mi primera dedicatoria en todo lo que logre. ¡Es mi mamá! Ella ha sido la pionera y me ilusiona ganarme esa medalla de oro por el trabajo que hemos hecho juntas”.
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En la nota de Mi Diario, Yanelis contó: “Dios me dio una misión, el propósito de sacar adelante a mis dos hijos y acompañar a Natalia a cumplir sus sueños. Ambas hemos crecido espiritualmente superando todos los obstáculos, porque nunca he dudado del talento de mi hija, a ella no he tenido que regañarla para que entrene, para que se levante, esa es su pasión, lo hace porque le gusta”. Y esa convicción de ser cada vez más grande y superarse a sí misma lo ha dicho en palabras y lo ha demostrado con sus resultados, pues a este mundial llegó como una promesa luego de haber ganado medalla en los Juegos Bolivarianos, que se realizaron en su tierra hace unos meses.
“Antes de la competencia siempre dije que aquí tenía que hacer historia. Esta pista la construyeron para mí, porque tuve que irme a Santa Marta, pero ya tenemos pista y quedó inaugurada con baño de oro y en mi tierra”, declaró Natalia Linares luego de ganar la presea dorada en la Unidad Deportiva La Gota Fría, lugar en el que registró una marca de 6,79 metros, imponiendo a su vez el récord de las justas y otro a nivel nacional en las categorías sub-20 y sub-23, pues superó el que ella misma hizo en el Campeonato Nacional en Ibagué –que era de 6,52– y el que logró hace años Caterine Ibargüen en los Juegos Bolivarianos de Armenia.
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En el palmarés de la atleta vallenata también se destacan medallas de oro en los Juegos Suramericanos y Panamericanos en los 4x100 y en salto largo; también registra medallas a nivel nacional en las pruebas de 100, 200 metros y salto largo en las categorías sub-20, sub-23 y mayores, así como ser dueña de récords en salto largo en las categorías sub-16, sub-18 y sub-20.
“Estoy con mucha ilusión. Hemos entrenado duro por esto, con toda el alma, con el corazón, y esperamos obtener buenos resultados. Ahora que estoy representando a Colombia en Cali, en un mundial, obviamente hay nervios, pero estoy manejando la tranquilidad con mucho trabajo de respiración y concentración, tratando de no alterarme”, dijo Linares al llegar esta semana a la capital del Valle del Cauca.
“Cuando inicié, normalmente ganaba en el último salto y mi mamá me decía: no me pongas a parir de nuevo, que yo ya te parí una vez”, rememoró Linares el pasado miércoles, y agregó que “esté o no en el podio, igual voy a ser campeona”, demostrando el orgullo de estar en el lugar en el que está con la compañía de su madre, que es su inspiración y su mayor símbolo de confianza para seguir creyendo en sí misma, pues aunque Caterine Ibargüen haya servido como ejemplo a seguir, más que el legado de la antioqueña, lo que le interesa a Linares es mejorar siempre sus marcas y derrotar sus límites, haciendo que sus sueños, a diferencia de lo que debe hacer en las pruebas, se realicen como el nombre del vallenato de Diomedes Díaz: sin medir distancias.