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Óscar Rivas nació en Buenaventura el 6 de junio de 1987, pero creció en Cali. Vivió primero en varios sectores del distrito de Aguablanca y luego en el barrio Meléndez, de la Comuna 18. Pelea desde que tiene memoria, aunque recuerda que de niño también fue arquero. Era bueno, asegura sin mucha convicción, y explica que dejó el fútbol por una fractura en la mano.
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No fue un estudiante modelo, pero dejó huella en el colegio Luis Eduardo Nieto Caballero, donde terminó el bachillerato. “Era una polilla, yo era el que hacía bullying. Les saqué canas a mis profesores, pero aprendí sus valores”, destaca el primer campeón del peso Bridger del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), título que consiguió el 22 de octubre pasado tras derrotar por decisión unánime al canadiense Ryan Rozicky.
Aunque ya había sido monarca del peso pesado de la Organización Norteamericana de Boxeo (NABF), la Federación Norteamericana de Boxeo (NABO) e interino de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), este cinturón tiene mayor valor por el prestigio, la tradición y el reconocimiento que tiene el Consejo Mundial en el deporte de las narices chatas.
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Rivas, quien fue medallista en varios eventos del ciclo olímpico, se radicó en Canadá hace más de una década. Y fue en ese país donde encontró apoyo para su carrera profesional. A los 34 años logró su consagración definitiva, pero espera seguir cosechando al menos un par de años más los frutos de lo que sembró con esfuerzo durante mucho tiempo.
¿Cuál fue la clave para conseguir el título mundial?
La perseverancia. Me enorgullece hacer historia y dejar en alto al boxeo colombiano, pero tuve que luchar mucho para llegar hasta acá. Hice de todo en esta vida, trabajé en construcción, recogiendo basura, cargando tractomulas, arreglando carpas de camiones, en limpieza, pero nunca dejé de soñar con ser campeón mundial, ni siquiera cuando sufrí el desprendimiento de la retina de un ojo y pensé que hasta ahí llegaba. En realidad, no ha sido un camino fácil.
¿Esta es su mayor victoria?
En lo deportivo sí, pero en la vida fue haber elegido el deporte como opción, me alejé de la violencia, de las drogas, del mal camino; esa fue la gran victoria.
¿Y ahora, en la cumbre, a quiénes agradece?
Uff, a mucha gente. Primero a mi mamá, que es una berraca, que me sacó adelante y me llevó por el buen camino, a pesar de que era un niño hiperactivo y travieso. También a mis entrenadores Jorge Aguirre, Rafael Sanclemente y Arbey Castro, ellos me pulieron y me insistieron en que no dejara de creer en mis condiciones.
¿Qué viene ahora en su carrera?
Seguir trabajando fuerte. Estar preparado para los retadores que vengan por mi título. El que lo quiera tendrá que arrancarme la cabeza. Mi primera defensa debe ser por ahí en marzo. Vamos a escuchar las ofertas, pero les aseguro que hay campeón mundial para rato.
¿Cómo quedó ahora su récord de peleas como profesional y quién lo maneja?
Llevo 28 victorias, 19 de ellas por nocaut, y una sola derrota. Tengo contrato hace años con el Grupo Yvon Michel, con el que firmé hasta 2024.
*El pugilista bonaverense Óscar Rivas es uno de los nominados al premio del Deportista del Año de El Espectador y Movistar, que se entregará el lunes 6 de diciembre, en Connecta, en Bogotá