Óscar Tunjo y la familia como el primer equipo de cada piloto
Llegar al automovilismo profesional, sobre todo en países con poca cultura en estas disciplinas, requiere de tiempo, dinero y sobre todo, el apoyo incondicional de los más cercanos.
Daniel Bello
Ser piloto no es solo una carrera contra los rivales, sino contra los costos de participar en una competición. Es un deporte muy cambiante, donde hay muchos obstáculos por sortear y muchas puertas que tocar. En Colombia, como en todo el mundo, la ruta hacia la élite empieza con los karts. De los que arrancan ese proceso, pocos llegan a ser profesionales y una de esas historias de éxito es la de Óscar Tunjo.
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Ser piloto no es solo una carrera contra los rivales, sino contra los costos de participar en una competición. Es un deporte muy cambiante, donde hay muchos obstáculos por sortear y muchas puertas que tocar. En Colombia, como en todo el mundo, la ruta hacia la élite empieza con los karts. De los que arrancan ese proceso, pocos llegan a ser profesionales y una de esas historias de éxito es la de Óscar Tunjo.
Tunjo, nacido en Cali hace 26 años, no arrancó con la intención de llegar a la Fórmula Uno, pero resultó siendo bueno en algo que le apasionaba y decidió que ese era el rumbo que iba a querer para su vida. Al destacarse empezó a subir escalones, lo que significó buscar cada vez más apoyo financiero que le permitiera costear sus participaciones.
Su familia lo apoyó desde el principio, aunque fue difícil. “Esto es un proyecto que tú sabes cuando arrancas, pero no cuándo terminas”, destaca Óscar. En cada paso del proceso se presentan variables que obligan a reformular todo.
Las pruebas, los overoles, las refacciones y las piezas siempre serán un problema, en especial en un país como Colombia, donde la inversión privada en el automovilismo es relativamente pequeña. Sumado a los viajes y las horas de ingeniería, el simple hecho de competir es costeable solo por medio de sacrificios.
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“A uno le duele ver que los compañeros, sobre todo en Colombia, no tienen la oportunidad de continuar”, comenta Óscar. Acá es muy común ver como entre pilotos la competencia se limita a las pistas. Mientras por dentro buscan ser el primero, por fuera se la rebuscan entre sí para ver quien puede venderle a otro un overol de segunda mano o colaborar con algún patrocinio que sobre. En medio de las dificultades, el compañerismo es el que mantiene las ilusiones de algunos pilotos a flote.
Para Óscar, el primer paso hacia el profesionalismo fue el apoyo de su familia, el segundo fue pensarse como una empresa con él como producto. En el medio de esa apuesta estuvo la incertidumbre de un momento económico complicado. Aun así, se la jugaron. “Imagínate tú trabajar toda tu vida, como padre, y apostarle todo: tus ahorros, tu casa, todo lo que tenías, a un proyecto que de cierta manera es indeciso”, recuerda.
Desde siempre, el copiloto de Óscar en la tarea de tocar puertas ha sido su hermano Gonzalo. Él, 10 años mayor, fue uno de los que lo instruyó en el mundo del deporte a motor, pues también fue piloto. Usó su experiencia y conocimientos para invertir desde muy temprano en el proceso de su hermano. “Pudimos poner en práctica lo que aprendimos conmigo”, subraya Gonzalo.
Desde 2006 empezaron ese periplo de ir y volver del extranjero, sumar contactos y recorrer pistas. En 2010, cuando Óscar tenía 14 años, se trasladó a Malasia para iniciar su camino en las Fórmulas. El talento del caleño después lo llevaría a disputar los distintos escalones de la Fórmula Renault, semillero de la F1. A lo largo de los años, los hermanos Tunjo estrecharon su relación y así se han presentado ante las marcas, como un proyecto familiar.
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Hace una década, en la Fórmula Renault, Óscar enfrentó muchas dificultades, pues no podía competir en igualdad de condiciones por capacidad financiera. Allí fue rival de figuras que actualmente compiten en la F1 como Carlos Sainz Jr., Charles Leclerc, Pierre Gasly y Estaban Ocon. Mientras algunos de ellos podían costear 20 días de entrenamientos por temporada, Tunjo pagaba cinco. Lo que para algunos pilotos europeos era posible financiar gracias a un solo patrocinador, para él demandaba el apoyo de 10 o más marcas. De todos modos, se las arregló para competirles de igual a igual y meterse entre los mejores.
Aun así, arrancar no es sinónimo de poder terminar. Por ejemplo, en 2015, cuando Óscar corría en la GP3 Series, se vio obligado a abandonar por falta de patrocinadores. “Yo tomé eso como una oportunidad de ver cómo podía sacar adelante esa situación”, recuerda. Pese al freno en seco que eso fue para su carrera, logró tomar impulso y tras recibir nuevos apoyos, se metió de lleno en el mundo de los Turismos y en 2017 fue campeón del Special Tourenwagen Trophy.
“El estar un piloto [colombiano] en Estados Unidos o en Europa, ya es una tarea supergigante”, comenta Gonzalo. Ambos hermanos coinciden en que es importante respetar los procesos, ir paso a paso. Han acompañado el camino de pilotos emergentes como Jerónimo Berrío, que este año competirá en la Fórmula 4 española.
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Aun así, Óscar identifica que ahora es más costoso competir en Europa que cuando arrancó. Eso hace que sea más difícil para los pilotos colombianos competir, aunque tengan el talento para hacerlo. Para los pilotos de acá, es necesario hacer cien llamadas para conseguir apoyos, mientras que en otras latitudes, por apellidos, nacionalidad y/o contactos, solo basta con hacer una.
Con eso en perspectiva, Óscar valora el lugar en el que está y lo que ha conseguido. “Siento que soy de esos pilotos colombianos afortunados que actualmente se sostienen 100% de patrocinios”, comenta. “Puedo vivir de lo que me gusta y vivo de lo que hago”, agrega la cara más visible del equipo Tunjo.
Óscar viene de un 2022 destacado. Ganó las tres horas de Bogotá en julio y en diciembre completó el combo tras conquistar las seis horas. Fue un año de probar nuevas cosas y se involucró más de lleno en los prototipos. Este año planea participar en competencias de resistencia como la Michelin Cup y el Prototype Challenge.
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