Giordano Pacheco, en el Dakar más puro de todos
El colombiano está en la categoría Originals, que no tiene asistencia mecánica y no están las grandes estructuras. Las raíces de la carrera a motor más peligrosa del mundo.
Thomas Blanco
Desde este sábado, 1.065 pilotos provenientes de más de 60 países repartidos en 430 vehículos, en Arabia Saudita, correrán el Rally Dakar, la carrera de motor más peligrosa del mundo. Serán 8.177 km divididos en 12 etapas, con un solo día de descanso. Y cuatro de ellos serán colombianos. En quads estará Nicolás Robledo, en prototipo ligero Mateo Moreno y Javier Vélez harán dupla en su buggy, mientras que en motos participará Giordano Pacheco.
Hay dos Dakar: en un lado están los que corren por ganarlo y en el otro los que luchan por terminarlo. ¿El factor diferencial? El presupuesto. Los colombianos, pertenecientes al segundo grupo, son parte de esa selección de corredores que se unen para salir adelante en medio de una carrera hecha para rendirse y oprimir el botón rojo, por lo que se torna más bien en una prueba de solidaridad entre ellos. El contrapunto entre el denominado rally de los ricos y el de los pobres.
Lea: Alexander Domínguez, arquero de la selección de Ecuador, será jugador de Tolima
Y en motos, Giordano Pacheco correrá en la categoría Originals, en la que no hay asistencia mecánica, una prueba que hace apología a las raíces y al purismo del Dakar, también a la falta de grandes estructuras. La supervivencia no del más rico, sino del más fuerte.
“Mi primer Dakar lo corrí en 2019 con equipo, con asistencia, pero me tuve que ir al segundo día porque se me dañó la moto. Para 2020 quise volver, pero en un lugar con mayor dificultad para tener revancha. Y logré terminarlo décimo en Orginals. Todos estábamos en las mismas condiciones, con los mismos recursos. Es una categoría muy linda, porque hay muchas posibilidades de pelear el podio, son 40 cupos y es una carrera muy competitiva. Entre más difícil, me motivo más, aparte de que esta es la esencia del Dakar. Por esa magia fue que me enamoré cuando lo vi por primera vez a los siete años”, dice en entrevista con este diario.
Su papá, aficionado foribundo del Dakar, lo despertó a las 4:00 a.m. para que vieran la carrera. “Quedé alucinado, loco. Nunca me lo perdí. Soñé toda mi vida con estar ahí. Empecé a comprar videos en VHS, revistas, todo. Y a los 12 años me gané una moto y empecé a entrenar motrocrós y enduro, ahí empezó todo”, comenta quien correrá su tercer Dakar, luego de que el año pasado no pudiera largar por dar positivo en la prueba del coronavirus. Tuvo que seguir la prueba encerrado en un hotel desde su celular. “Sentí mucha frustración, no podía entenderlo. Pero no era mi Dakar, dos meses antes me había caído haciendo motrocrós y me fracturé siete vértebras, dos de ellas terminaron muy graves. A un Dakar necesitas llegar 100 % física y mentalmente”.
Y a esta edición llega con ganas de hacer un gran Dakar, con una moto de mucha calidad, superior al de la media, una Husqvarna 450 Rally. “ Uno ya está mentalizado en las condiciones extremas que va a sufrir. De frío, calor, hambre, agotamiento, de dolor. Pero uno solo piensa en llegar a la meta. Después de un Dakar te demoras casi dos meses recuperándote, la mente se apaga y el cuerpo pasa la cuenta de cobro”.
Si le interesa seguir leyendo sobre fútbol colombiano, puede ingresar aquí
Los pilotos colombianos coinciden en que la etapa más brava del Dakar es la de antes de llegar a él: conseguir los recursos, el patrocinio. La falta de apoyo es una realidad en Suramérica. Pacheco vive desde hace 15 años en Chile, donde hay mayor cultura de Rally y la topografía de los desiertos es más favorable.
“Lo que más me gusta ver en un Dakar son los camellos, son seres lindos e interesantes. Pero lo más duro, sin dudas, es ver pilotos heridos. Cuando muere alguien, como pasó con Paulo Gonçalves en la séptima etapa. Uno siente que ese pudo ser uno. Pero el Dakar es un vicio. Y no concibo mi vida sin estar todos los años aquí”, cierra Pacheco, el colombiano que corre el Dakar más puro de todos.
Desde este sábado, 1.065 pilotos provenientes de más de 60 países repartidos en 430 vehículos, en Arabia Saudita, correrán el Rally Dakar, la carrera de motor más peligrosa del mundo. Serán 8.177 km divididos en 12 etapas, con un solo día de descanso. Y cuatro de ellos serán colombianos. En quads estará Nicolás Robledo, en prototipo ligero Mateo Moreno y Javier Vélez harán dupla en su buggy, mientras que en motos participará Giordano Pacheco.
Hay dos Dakar: en un lado están los que corren por ganarlo y en el otro los que luchan por terminarlo. ¿El factor diferencial? El presupuesto. Los colombianos, pertenecientes al segundo grupo, son parte de esa selección de corredores que se unen para salir adelante en medio de una carrera hecha para rendirse y oprimir el botón rojo, por lo que se torna más bien en una prueba de solidaridad entre ellos. El contrapunto entre el denominado rally de los ricos y el de los pobres.
Lea: Alexander Domínguez, arquero de la selección de Ecuador, será jugador de Tolima
Y en motos, Giordano Pacheco correrá en la categoría Originals, en la que no hay asistencia mecánica, una prueba que hace apología a las raíces y al purismo del Dakar, también a la falta de grandes estructuras. La supervivencia no del más rico, sino del más fuerte.
“Mi primer Dakar lo corrí en 2019 con equipo, con asistencia, pero me tuve que ir al segundo día porque se me dañó la moto. Para 2020 quise volver, pero en un lugar con mayor dificultad para tener revancha. Y logré terminarlo décimo en Orginals. Todos estábamos en las mismas condiciones, con los mismos recursos. Es una categoría muy linda, porque hay muchas posibilidades de pelear el podio, son 40 cupos y es una carrera muy competitiva. Entre más difícil, me motivo más, aparte de que esta es la esencia del Dakar. Por esa magia fue que me enamoré cuando lo vi por primera vez a los siete años”, dice en entrevista con este diario.
Su papá, aficionado foribundo del Dakar, lo despertó a las 4:00 a.m. para que vieran la carrera. “Quedé alucinado, loco. Nunca me lo perdí. Soñé toda mi vida con estar ahí. Empecé a comprar videos en VHS, revistas, todo. Y a los 12 años me gané una moto y empecé a entrenar motrocrós y enduro, ahí empezó todo”, comenta quien correrá su tercer Dakar, luego de que el año pasado no pudiera largar por dar positivo en la prueba del coronavirus. Tuvo que seguir la prueba encerrado en un hotel desde su celular. “Sentí mucha frustración, no podía entenderlo. Pero no era mi Dakar, dos meses antes me había caído haciendo motrocrós y me fracturé siete vértebras, dos de ellas terminaron muy graves. A un Dakar necesitas llegar 100 % física y mentalmente”.
Y a esta edición llega con ganas de hacer un gran Dakar, con una moto de mucha calidad, superior al de la media, una Husqvarna 450 Rally. “ Uno ya está mentalizado en las condiciones extremas que va a sufrir. De frío, calor, hambre, agotamiento, de dolor. Pero uno solo piensa en llegar a la meta. Después de un Dakar te demoras casi dos meses recuperándote, la mente se apaga y el cuerpo pasa la cuenta de cobro”.
Si le interesa seguir leyendo sobre fútbol colombiano, puede ingresar aquí
Los pilotos colombianos coinciden en que la etapa más brava del Dakar es la de antes de llegar a él: conseguir los recursos, el patrocinio. La falta de apoyo es una realidad en Suramérica. Pacheco vive desde hace 15 años en Chile, donde hay mayor cultura de Rally y la topografía de los desiertos es más favorable.
“Lo que más me gusta ver en un Dakar son los camellos, son seres lindos e interesantes. Pero lo más duro, sin dudas, es ver pilotos heridos. Cuando muere alguien, como pasó con Paulo Gonçalves en la séptima etapa. Uno siente que ese pudo ser uno. Pero el Dakar es un vicio. Y no concibo mi vida sin estar todos los años aquí”, cierra Pacheco, el colombiano que corre el Dakar más puro de todos.