Gerard Piqué y su King’s League: la ilusión de revolucionar el fútbol
El español creó un torneo con equipos presididos por “influencers” que en su primer fin de semana tuvo registros de audiencia históricos, por encima de la media de espectadores de la liga española. ¿Qué significa este fenómeno?
Fernando Camilo Garzón
Cuando Pelé llegó al Cosmos, en 1975, Estados Unidos mandó un mensaje: quería meterse de lleno en el deporte más popular del mundo, el fútbol. O Rei era el primer eslabón de un mercado por conquistar en el que los norteamericanos estaban muy lejos de la cima.
La desidia por la pelota —el espectáculo más grande del planeta— de los autoproclamados “dueños del mundo” los llevó a pretender cambiar el deporte. Dejó de ser fútbol, lo llamaron soccer. Presupuesto en mano, podían traer las estrellas que quisieran... compraron al mejor de todos los tiempos; podían llevar el torneo más importante... hicieron el mundial en el 94, y podían cambiar las reglas a su antojo... los penaltis se cobraban desde tres cuartos de cancha, el reloj iba para atrás y cuando la pelota salía del campo, el tiempo se paraba. No era fútbol, tenían razón. Y por lo mismo, sus ideas fracasaron. El balompié se defendió, en su esencia; una tradición que, no obstante, ahora vuelve a debatir qué tanto debe cambiar para adaptarse a los nuevos públicos. No son los 70 ni los 90, las nuevas generaciones consumen entretenimiento de otras maneras y el fútbol cede cada vez más terreno.
Ventajoso de las nuevas realidades, del panorama cambiante de las audiencias en la era digital, Gerard Piqué, campeón del mundo, leyenda del Barcelona y retirado del fútbol hace menos de dos meses, aspira a ser el nuevo revolucionario y pretende volcar tradicionales ideas del balompié en función de su negocio.
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El catalán lanzó su propia liga, la King’s League; un torneo de fútbol siete, con 12 clubes presididos por grandes figuras del mundo del streaming y los videojuegos, como el español Ibai Llanos (uno de los influencers con más seguidores del mundo) o el colombiano Juan Guarnizo, y figuras de talla mundial y peso en el balompié internacional, aunque también relacionados con el mundo de los medios digitales, como Sergio Kun Agüero e Iker Casillas.
El torneo de Piqué riñe con reglas básicas del fútbol y centra su mayor atractivo en la interacción de los espectadores con la competición. Por un lado, los seguidores de la King’s League —mediante votaciones en Twitter— crearon el reglamento del evento. Y, por el otro lado, la audiencia tiene total acceso a todos los aspectos de la liga, con cámaras y micrófonos en todas partes, desde el árbitro, que lleva una Go Pro en el pecho, hasta las charlas técnicas, en las que son reveladas todas las interacciones de los entrenadores. Es un reality, una especie de gran hermano, en el que todas las intimidades del fútbol quedan expuestas a la luz pública. Así lo explicó Piqué en la presentación del proyecto: “Con cámaras y micros se podrá acceder a los vestuarios, ver cómo los jugadores hablan con los entrenadores, ver cómo se compra y se vende en el mercado de fichajes. La idea es que nada quede oculto”.
En su primer fin de semana, en la bienvenida del Año Nuevo, con seis partidos, uno cada hora, la King’s League —que se juega en el pasto sintético de un coliseo en Barcelona y desde allí se transmite a todo el mundo— alcanzó un pico de audiencia de 800.000 espectadores (sumando todas las plataformas de emisión) y una media de 450.000. Números que en España avivaron el debate por el público del fútbol, pues los partidos de “la liga de youtubers” superaron el rating de varios encuentros de la Liga, el torneo oficial en el que compiten históricos del fútbol mundial, como Barcelona y Real Madrid. De hecho, para la campaña 21-22, la media de espectadores de la Liga española alcanzó los 301.000 espectadores, una diferencia negativa de más de 100.000 para el campeonato de la Federación Española; datos, eso sí, de toda una temporada, incomparables con la competición de Piqué, que lleva una fecha.
La discusión quedó planteada´, pero la idea del español está precoz. Fue anunciada en noviembre y puesta en marcha en menos de dos meses. Sin embargo, atacó un problema que preocupa a los grandes dueños del deporte: las audiencias. Y el exdefensor de Barcelona lo sabe, “los jóvenes no aguantan un partido completo y atienden más a las redes, a los canales alternativos o a las multipantallas”. ¿Noventa minutos ya son demasiado para los nuevos públicos? Ese es el paradigma que el español quiere revolucionar.
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¿Qué es la King’s League?
Pasó hace dos meses. El Kun Agüero estaba de paso por Madrid cuando le entró una llamada, era Piqué. Un par de minutos y ya le había soltado la idea, pero el argentino no estaba convencido. Primero, le sonaba raro eso de cambiar las reglas. Después, y era su principal duda, no quería meterse en un nuevo proyecto que le implicara más trabajo a solo unas semanas del mundial, que además terminó ganando Argentina con él como “jugador número 27” del plantel.
“No quería agregarle una carga más al corazón, boludo”, comentó en una transmisión de Twitch el exdelantero, que se retiró del fútbol por un problema cardíaco. Sin embargo, lo que lo convenció fue la posibilidad de darle visibilidad a futbolistas que nunca alcanzaron el sueño de ser profesionales. “Dudé mucho si entrar o no, pero un día dije: vamos a divertirnos. La idea de la King’s League es darles una oportunidad a los jugadores que nunca llegaron y encima poder pagarles una guita [plata] para que se muestren en vivo ante miles de personas. Eso me pareció importante y dije: vamos a hacerlo”.
El principal activo del nuevo proyecto de Piqué son 120 jugadores, entre aficionados y exfutbolistas como el venezolano Gabriel Cichero o el español Ricardo López, que fueron escogidos de un draft al que se presentaron más de 13.000 aspirantes para la primera temporada de la competencia. La idea, explica Piqué, es que temporada tras temporada haya una nueva selección, como en la NBA, el baloncesto estadounidense, en la que los presidentes de los 12 equipos se vean obligados a desechar a la mitad de la plantilla y vuelvan a escoger su nómina, basados en los méritos deportivos que conseguirán en esta primera campaña de 11 fechas de todos contra todos y los posteriores playoffs a los que clasifican los ocho mejores.
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La King’s League es, sobre todo, un boom mediático. Así lo ha proyectado Piqué. No solo por su formato de reality, la influencia de los presidentes de los 12 clubes en los nuevos públicos y la repercusión que da el hecho de tener a figuras de talla mundial al mando del barco. Sobre todo, la liga de Gerard Piqué ha tenido mucha repercusión porque plantea el cambio de muchas normas que hoy en día, en las asambleas de la FIFA, son centro de debate.
Por ejemplo, la duración de los partidos, que en vez de 90 minutos, tienen dos partes de 20. O las tandas de penaltis, que son cobradas desde la mitad de la cancha, con margen de cinco segundos. En la King’s League, los cambios son ilimitados y se modifica también el saque inicial, con la pelota en la mitad de la cancha y los dos equipos detrás de los arcos a la espera de un conteo regresivo que les permita ir por el balón, como en el waterpolo —una norma que se está revisando por la alta probabilidad de lesiones—. Además, las amarillas implican que un equipo se queda con un jugador menos en el campo durante dos minutos, aunque puede volver a ingresar, mientras que la roja trae una suspensión de cinco minutos, sin posibilidad de reintegrar al jugador expulsado, pero sí de volver a tener siete en cancha. ¡Y todas esas normas las escogió el público!
Un reglamento al que se suma que cada equipo tiene unas cartas que dan beneficios especiales, como un penalti, la posibilidad de dejar al rival con un jugador menos, un gol que vale doble, que el arquero no pueda usar las manos o dos comodines: uno de robo de tarjeta y otro para escoger cualquiera de los beneficios.
Todo un show montado con el añadido de que cada presidente debe escoger un jugador 11 y 12 que no haya estado en el draft y que puede ser cualquiera —un amigo, un famoso— o una estrella del fútbol mundial, activos o retirados que fueron leyendas e incluso históricos de otros deportes como el fútbol sala. La regla es que el 11 debe ser el mismo toda la temporada y el 12, en cambio, puede rotar, abriendo el abanico a la posibilidad de traer a todo tipo de íconos.
Es tanto el impacto del torneo que Ibai Llanos, incluso, bromeó con traer a Luis Enrique, entrenador de la selección española en Catar 2022, en una entrevista exclusiva que le hizo después de la Copa del Mundo, para entrenar a su equipo. La idea no pasó de ahí, pero Llanos no se quedó corto y contrató al mexicano Javier Chicharito Hernández, noticia que estremeció a los medios de todo el mundo, pues el delantero tiene contrato vigente con Los Ángeles Galaxy.
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Sin embargo, esa es apenas la primera estrella que pasa por el torneo de Piqué. También jugó, por ejemplo, Joan Capdevila, campeón del mundo en Sudáfrica 2010, y están próximos a unirse Javier Saviola y Ricardinho, una de las leyendas del fútbol sala. Sergio Agüero, de hecho, aseguró que jugará alguna fecha con su equipo y prometió traer figuras como Gonzalo Higuaín, Juan Román Riquelme e incluso, para el verano, dijo que intentará traer a Lionel Messi, fichaje que terminaría de dinamitar el impacto de la King’s League. Se ve imposible, pero habrá que ver. El capitán de los campeones del mundo es mejor amigo de Agüero y es muy cercano a Piqué, que además tiene excelentes relaciones con Catar, los dueños del contrato del astro argentino en París.
La revolución que sueña Piqué
No había pasado ni un día de su retiro y Gerard Piqué ya había lanzado su nuevo proyecto de la mano de Ibai Llanos, figura del mundo digital que tiene el récord de audiencia en Twitch, con más de tres millones de espectadores únicos en una velada de boxeo que el streamer hizo con otros creadores de contenido.
Llanos ha sido un aliado clave para Piqué y su empresa Kosmos, la misma que reformó la Copa Davis. El exfutbolista se asoció con el streamer para organizar un Mundial de Globos, comprar un equipo de e-sports y adquirir los derechos de competiciones como la Copa América o la Ligue 1 cuando PSG fichó a Messi para retransmitirlos en la plataforma de streaming.
Piqué empezó a cimentar su idea de revolucionar el mundo deportivo cuando descubrió Twitch, el nuevo paradigma comunicativo para las trasmisiones, no solo deportivas y de videojuegos, sino también periodísticas. Un sitio web que compró Amazon —la empresa más fuerte del mundo— por 735 millones de euros en 2014 y que, según sus datos oficiales, tiene una media de 140 millones de usuarios mensuales que dejan más de dos billones de horas de visualización cada 30 días.
Y ese ni siquiera es el pico más alto en el panorama digital, pues YouTube —un gigante con muchos más años de consolidación— tiene una media 20 veces más grande, con 2,6 billones de usuarios mensuales.
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Por eso, Piqué, astuto, no limitó la King’s League solo a Twitch y trajo a su lado a youtubers como DjMaRiiO, uno de los más seguidos en la comunidad hispanohablante, o a tiktokers como Adrián Contreras, aprovechando todo el ecosistema digital para la difusión de su torneo.
El proyecto del exdefensor de Barcelona tiene como principal objetivo atacar las nuevas audiencias, que se encuentran en todas estas plataformas y que, paulatinamente, le han quitado público al fútbol.
Es algo que preocupa a los grandes clubes del mundo, que, alertas de la pérdida de seguidores a escala global, han amenazado a la FIFA y la UEFA con crear competiciones apartadas de las federaciones, como fue la propuesta de la Superliga Europea de Florentino Pérez el año pasado, que puso en jaque a las ligas de todo el mundo y, a pesar de su fracaso, sigue más viva que nunca.
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Si bien el mundial demostró que la gente sigue interesada en el fútbol, con picos de audiencia y asistencia sin precedentes, competiciones más pequeñas sufren el decrecimiento de sus audiencias o la pérdida del interés. Sobre todo les pasa a las ligas, como la colombiana, con un calendario saturado y entornos cada vez más privados que les cobran a los hinchas hasta por ver los goles. Incluso la Champions League ya definió nuevos formatos en su competencia para atacar el fenómeno de la pérdida de espectadores.
Piqué ha dejado claro que no pretende cambiar el fútbol, que ni siquiera es el mismo deporte, pues se trata de fútbol siete. De hecho, dicen los responsables de la King’s League, sin saber lo que se imaginan, que no ven en un futuro a Florentino Pérez bajando del palco en medio de un Barcelona-Real Madrid a usar una carta en el último minuto para que les piten un penalti. Pero sí advierten que la King’s League puede ser un experimento para ver otras reglas y cómo esas modificaciones tienen una respuesta, hasta ahora muy positiva, en la audiencia.
En la última polémica de su Liga, Piqué, vivo, filtró desde su cuenta de Twitter una conversación con los presidentes de su liga. La borró al instante, pero se alcanzó a ver a uno de los presidentes burlarse: “¡A ver quién se ve el domingo un Rayo-Betis o un Sevilla-Getafe cuando hay King’s League!”. El torneo de Gerard Piqué llegó para incomodar la tradición del fútbol y abrió el debate sobre qué tanta revolución puede haber en el deporte rey. ¿El fútbol, como lo conocemos, tendrá que adaptarse a las nuevas audiencias o este nuevo intento es una ilusión? ¿El fútbol seguirá imperturbable sin ceder su corona?
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Cuando Pelé llegó al Cosmos, en 1975, Estados Unidos mandó un mensaje: quería meterse de lleno en el deporte más popular del mundo, el fútbol. O Rei era el primer eslabón de un mercado por conquistar en el que los norteamericanos estaban muy lejos de la cima.
La desidia por la pelota —el espectáculo más grande del planeta— de los autoproclamados “dueños del mundo” los llevó a pretender cambiar el deporte. Dejó de ser fútbol, lo llamaron soccer. Presupuesto en mano, podían traer las estrellas que quisieran... compraron al mejor de todos los tiempos; podían llevar el torneo más importante... hicieron el mundial en el 94, y podían cambiar las reglas a su antojo... los penaltis se cobraban desde tres cuartos de cancha, el reloj iba para atrás y cuando la pelota salía del campo, el tiempo se paraba. No era fútbol, tenían razón. Y por lo mismo, sus ideas fracasaron. El balompié se defendió, en su esencia; una tradición que, no obstante, ahora vuelve a debatir qué tanto debe cambiar para adaptarse a los nuevos públicos. No son los 70 ni los 90, las nuevas generaciones consumen entretenimiento de otras maneras y el fútbol cede cada vez más terreno.
Ventajoso de las nuevas realidades, del panorama cambiante de las audiencias en la era digital, Gerard Piqué, campeón del mundo, leyenda del Barcelona y retirado del fútbol hace menos de dos meses, aspira a ser el nuevo revolucionario y pretende volcar tradicionales ideas del balompié en función de su negocio.
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El catalán lanzó su propia liga, la King’s League; un torneo de fútbol siete, con 12 clubes presididos por grandes figuras del mundo del streaming y los videojuegos, como el español Ibai Llanos (uno de los influencers con más seguidores del mundo) o el colombiano Juan Guarnizo, y figuras de talla mundial y peso en el balompié internacional, aunque también relacionados con el mundo de los medios digitales, como Sergio Kun Agüero e Iker Casillas.
El torneo de Piqué riñe con reglas básicas del fútbol y centra su mayor atractivo en la interacción de los espectadores con la competición. Por un lado, los seguidores de la King’s League —mediante votaciones en Twitter— crearon el reglamento del evento. Y, por el otro lado, la audiencia tiene total acceso a todos los aspectos de la liga, con cámaras y micrófonos en todas partes, desde el árbitro, que lleva una Go Pro en el pecho, hasta las charlas técnicas, en las que son reveladas todas las interacciones de los entrenadores. Es un reality, una especie de gran hermano, en el que todas las intimidades del fútbol quedan expuestas a la luz pública. Así lo explicó Piqué en la presentación del proyecto: “Con cámaras y micros se podrá acceder a los vestuarios, ver cómo los jugadores hablan con los entrenadores, ver cómo se compra y se vende en el mercado de fichajes. La idea es que nada quede oculto”.
En su primer fin de semana, en la bienvenida del Año Nuevo, con seis partidos, uno cada hora, la King’s League —que se juega en el pasto sintético de un coliseo en Barcelona y desde allí se transmite a todo el mundo— alcanzó un pico de audiencia de 800.000 espectadores (sumando todas las plataformas de emisión) y una media de 450.000. Números que en España avivaron el debate por el público del fútbol, pues los partidos de “la liga de youtubers” superaron el rating de varios encuentros de la Liga, el torneo oficial en el que compiten históricos del fútbol mundial, como Barcelona y Real Madrid. De hecho, para la campaña 21-22, la media de espectadores de la Liga española alcanzó los 301.000 espectadores, una diferencia negativa de más de 100.000 para el campeonato de la Federación Española; datos, eso sí, de toda una temporada, incomparables con la competición de Piqué, que lleva una fecha.
La discusión quedó planteada´, pero la idea del español está precoz. Fue anunciada en noviembre y puesta en marcha en menos de dos meses. Sin embargo, atacó un problema que preocupa a los grandes dueños del deporte: las audiencias. Y el exdefensor de Barcelona lo sabe, “los jóvenes no aguantan un partido completo y atienden más a las redes, a los canales alternativos o a las multipantallas”. ¿Noventa minutos ya son demasiado para los nuevos públicos? Ese es el paradigma que el español quiere revolucionar.
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¿Qué es la King’s League?
Pasó hace dos meses. El Kun Agüero estaba de paso por Madrid cuando le entró una llamada, era Piqué. Un par de minutos y ya le había soltado la idea, pero el argentino no estaba convencido. Primero, le sonaba raro eso de cambiar las reglas. Después, y era su principal duda, no quería meterse en un nuevo proyecto que le implicara más trabajo a solo unas semanas del mundial, que además terminó ganando Argentina con él como “jugador número 27” del plantel.
“No quería agregarle una carga más al corazón, boludo”, comentó en una transmisión de Twitch el exdelantero, que se retiró del fútbol por un problema cardíaco. Sin embargo, lo que lo convenció fue la posibilidad de darle visibilidad a futbolistas que nunca alcanzaron el sueño de ser profesionales. “Dudé mucho si entrar o no, pero un día dije: vamos a divertirnos. La idea de la King’s League es darles una oportunidad a los jugadores que nunca llegaron y encima poder pagarles una guita [plata] para que se muestren en vivo ante miles de personas. Eso me pareció importante y dije: vamos a hacerlo”.
El principal activo del nuevo proyecto de Piqué son 120 jugadores, entre aficionados y exfutbolistas como el venezolano Gabriel Cichero o el español Ricardo López, que fueron escogidos de un draft al que se presentaron más de 13.000 aspirantes para la primera temporada de la competencia. La idea, explica Piqué, es que temporada tras temporada haya una nueva selección, como en la NBA, el baloncesto estadounidense, en la que los presidentes de los 12 equipos se vean obligados a desechar a la mitad de la plantilla y vuelvan a escoger su nómina, basados en los méritos deportivos que conseguirán en esta primera campaña de 11 fechas de todos contra todos y los posteriores playoffs a los que clasifican los ocho mejores.
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La King’s League es, sobre todo, un boom mediático. Así lo ha proyectado Piqué. No solo por su formato de reality, la influencia de los presidentes de los 12 clubes en los nuevos públicos y la repercusión que da el hecho de tener a figuras de talla mundial al mando del barco. Sobre todo, la liga de Gerard Piqué ha tenido mucha repercusión porque plantea el cambio de muchas normas que hoy en día, en las asambleas de la FIFA, son centro de debate.
Por ejemplo, la duración de los partidos, que en vez de 90 minutos, tienen dos partes de 20. O las tandas de penaltis, que son cobradas desde la mitad de la cancha, con margen de cinco segundos. En la King’s League, los cambios son ilimitados y se modifica también el saque inicial, con la pelota en la mitad de la cancha y los dos equipos detrás de los arcos a la espera de un conteo regresivo que les permita ir por el balón, como en el waterpolo —una norma que se está revisando por la alta probabilidad de lesiones—. Además, las amarillas implican que un equipo se queda con un jugador menos en el campo durante dos minutos, aunque puede volver a ingresar, mientras que la roja trae una suspensión de cinco minutos, sin posibilidad de reintegrar al jugador expulsado, pero sí de volver a tener siete en cancha. ¡Y todas esas normas las escogió el público!
Un reglamento al que se suma que cada equipo tiene unas cartas que dan beneficios especiales, como un penalti, la posibilidad de dejar al rival con un jugador menos, un gol que vale doble, que el arquero no pueda usar las manos o dos comodines: uno de robo de tarjeta y otro para escoger cualquiera de los beneficios.
Todo un show montado con el añadido de que cada presidente debe escoger un jugador 11 y 12 que no haya estado en el draft y que puede ser cualquiera —un amigo, un famoso— o una estrella del fútbol mundial, activos o retirados que fueron leyendas e incluso históricos de otros deportes como el fútbol sala. La regla es que el 11 debe ser el mismo toda la temporada y el 12, en cambio, puede rotar, abriendo el abanico a la posibilidad de traer a todo tipo de íconos.
Es tanto el impacto del torneo que Ibai Llanos, incluso, bromeó con traer a Luis Enrique, entrenador de la selección española en Catar 2022, en una entrevista exclusiva que le hizo después de la Copa del Mundo, para entrenar a su equipo. La idea no pasó de ahí, pero Llanos no se quedó corto y contrató al mexicano Javier Chicharito Hernández, noticia que estremeció a los medios de todo el mundo, pues el delantero tiene contrato vigente con Los Ángeles Galaxy.
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Sin embargo, esa es apenas la primera estrella que pasa por el torneo de Piqué. También jugó, por ejemplo, Joan Capdevila, campeón del mundo en Sudáfrica 2010, y están próximos a unirse Javier Saviola y Ricardinho, una de las leyendas del fútbol sala. Sergio Agüero, de hecho, aseguró que jugará alguna fecha con su equipo y prometió traer figuras como Gonzalo Higuaín, Juan Román Riquelme e incluso, para el verano, dijo que intentará traer a Lionel Messi, fichaje que terminaría de dinamitar el impacto de la King’s League. Se ve imposible, pero habrá que ver. El capitán de los campeones del mundo es mejor amigo de Agüero y es muy cercano a Piqué, que además tiene excelentes relaciones con Catar, los dueños del contrato del astro argentino en París.
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No había pasado ni un día de su retiro y Gerard Piqué ya había lanzado su nuevo proyecto de la mano de Ibai Llanos, figura del mundo digital que tiene el récord de audiencia en Twitch, con más de tres millones de espectadores únicos en una velada de boxeo que el streamer hizo con otros creadores de contenido.
Llanos ha sido un aliado clave para Piqué y su empresa Kosmos, la misma que reformó la Copa Davis. El exfutbolista se asoció con el streamer para organizar un Mundial de Globos, comprar un equipo de e-sports y adquirir los derechos de competiciones como la Copa América o la Ligue 1 cuando PSG fichó a Messi para retransmitirlos en la plataforma de streaming.
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Piqué ha dejado claro que no pretende cambiar el fútbol, que ni siquiera es el mismo deporte, pues se trata de fútbol siete. De hecho, dicen los responsables de la King’s League, sin saber lo que se imaginan, que no ven en un futuro a Florentino Pérez bajando del palco en medio de un Barcelona-Real Madrid a usar una carta en el último minuto para que les piten un penalti. Pero sí advierten que la King’s League puede ser un experimento para ver otras reglas y cómo esas modificaciones tienen una respuesta, hasta ahora muy positiva, en la audiencia.
En la última polémica de su Liga, Piqué, vivo, filtró desde su cuenta de Twitter una conversación con los presidentes de su liga. La borró al instante, pero se alcanzó a ver a uno de los presidentes burlarse: “¡A ver quién se ve el domingo un Rayo-Betis o un Sevilla-Getafe cuando hay King’s League!”. El torneo de Gerard Piqué llegó para incomodar la tradición del fútbol y abrió el debate sobre qué tanta revolución puede haber en el deporte rey. ¿El fútbol, como lo conocemos, tendrá que adaptarse a las nuevas audiencias o este nuevo intento es una ilusión? ¿El fútbol seguirá imperturbable sin ceder su corona?
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