Andrés Carmona, durante la preparación de Colombia, camino al preolímpico, en México.
Foto: @sigilfredo99 - DPB
Hubo noches, sentado frente al televisor de su casa en Rionegro, en las que, sin darse cuenta, Andrés Carmona se enamoró del baloncesto. A decir verdad, era muy pequeño y no lo recuerda, porque ni siquiera entendía lo que veía, pero tiene en su memoria la voz de su abuela, que le decía que la que estaba en la pantalla era mamá. Son imágenes vagas en su cabeza, pero las recuerda; a su abuela señalando que la que tenía la pelota era mamá y que la que había encestado la pelota, también era mamá.
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