Rafael Nadal sufrió, pero avanzó a octavos de final en la Caja Mágica de Madrid
El exnúmero uno del mundo superó al argentino Pedro Cachín y se enfrentará a Jiri Lehecka en el Masters 1.000 de la capital española.
Santiago Aparicio
Rafael Nadal, exigido, con sufrimiento y algo de épica, se consolidó en Madrid, una estación inicialmente de paso en su hoja de ruta de la temporada en curso, encaminada hacia objetivos mayores, pero donde se ha asentado con una victoria ante el argentino Pedro Cachín (6-1, 6-7(5) y 6-3) que le acomoda en los octavos de final del Masters 1.000 de la Caja Mágica.
Se ha adentrado en la segunda semana del torneo que ha conquistado en cinco ocasiones y por primera vez en lo que va de año ha logrado apuntarse tres victorias seguidas. No lo pudo hacer al principio de 2024, en Brisbane, donde, tras ganar al austríaco Dominik Thiem y al australiano Jason Kluber, cayó a la tercera, ante el local Jordan Thompson. Además, salió malparado del evento, dañado en una cadera. Y tuvo que volver a parar.
Ha necesitado Nadal más de tres horas de partido para sobrevivir en el torneo y aplazar otra vez su despedida. Hace dos semanas que ha vuelto a la competición el ganador de veintidós Grand Slam ya con los objetivos definidos. Selectivo en su calendario. Tierra batida. Barcelona, donde solo ganó un partido, frente el italiano Flavio Cobolli, antes de caer contra Alex de Miñaur.
Afrontó en Madrid con todas las precauciones y con la idea de avanzar, de progresar en su puesta a punto. Sin más. Sacó adelante el cara a cara inicial ante el estadounidense Darwin Blanch y, sobre todo, completó una esperada revancha frente a De Miñaur, undécimo jugador del mundo. Esta vez, en el tercer tramo, dejó en el camino a Pedro Cachín, un argentino de rango inferior, sin excesiva repercusión y malos números en el curso que apenas inquietó al español.
Está en alerta la Caja Mágica ante un eventual adiós de Nadal, que advirtió en la víspera de entrar en acción que afrontaba su última participación en Madrid. Se prepara el torneo para dar una despedida a la altura a su pentacampeón, a la esencia del evento. Cada partido puede ser el último. Así se lo toma el de Manacor y también el público, que en cada partido, en cada juego y en cada punto quiere dar calor a su ídolo. Hacerle sentir querido.
Planeó el adiós durante un tramo del partido. El público torció el gesto porque vio cómo Cachín, intrascendente en el primer set, desaparecido, irrelevante, emergió después. Dio un cambio radical el argentino, que tocó su techo en Madrid en los octavos de final del año pasado, eliminado por el finalista Jan Lennard Struff.
Pasan las jornadas y Rafael Nadal sigue en Madrid, en competición, en activo. Superó a Cachín, con el que nunca antes había jugado, en tres horas y cuatro minutos, y en la manga definitiva.
No hizo falta alardes del otrora número uno del mundo, que gastó momentos de alto nivel en el primer parcial pero que fue arrinconado en el segundo. Cachín dio lo mejor. Creció en confianza, se sintió a gusto y llevó al límite a Nadal.
Nada que ver este Cachín con el que llegó a Madrid, al Masters 1.000, lastrado por quince derrotas seguidas, aunque enmendó la situación con victorias notables ante el austríaco Sebastian Ofner y el estadounidense Frances Tiafoe. Y nada mejor que un cara a cara con Nadal, con el rey de la tierra, para disparar su proyección, ahora anclada en el puesto 91 del ránking.
De pronto, Nadal se encontró con un partido trampa, con un partido con el que no contaba que se le enquistó en el segundo set. Lo tenía perdido y lo pudo enmendar, pero Cachín, que ya había desperdiciado tres puntos de set antes del ‘tie break’, no falló en el desempate.
Le pudo la presión primero al argentino y luego el físico en la manga final. Aunque mantuvo el tipo. Igualó una desventaja de dos juegos y respondió al pulso con el 4-3. Aceleró el español, más preciso al final, hasta cerrar el partido.
El ganador de veintidós grand Slam, que logró un tercer triunfo consecutivo por primera vez en dieciocho meses, jugará en octavos frente a Jiri Lehecka, que eliminó al brasileño Thiago Monteiro por 6-4 y 7-6 (5).
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Rafael Nadal, exigido, con sufrimiento y algo de épica, se consolidó en Madrid, una estación inicialmente de paso en su hoja de ruta de la temporada en curso, encaminada hacia objetivos mayores, pero donde se ha asentado con una victoria ante el argentino Pedro Cachín (6-1, 6-7(5) y 6-3) que le acomoda en los octavos de final del Masters 1.000 de la Caja Mágica.
Se ha adentrado en la segunda semana del torneo que ha conquistado en cinco ocasiones y por primera vez en lo que va de año ha logrado apuntarse tres victorias seguidas. No lo pudo hacer al principio de 2024, en Brisbane, donde, tras ganar al austríaco Dominik Thiem y al australiano Jason Kluber, cayó a la tercera, ante el local Jordan Thompson. Además, salió malparado del evento, dañado en una cadera. Y tuvo que volver a parar.
Ha necesitado Nadal más de tres horas de partido para sobrevivir en el torneo y aplazar otra vez su despedida. Hace dos semanas que ha vuelto a la competición el ganador de veintidós Grand Slam ya con los objetivos definidos. Selectivo en su calendario. Tierra batida. Barcelona, donde solo ganó un partido, frente el italiano Flavio Cobolli, antes de caer contra Alex de Miñaur.
Afrontó en Madrid con todas las precauciones y con la idea de avanzar, de progresar en su puesta a punto. Sin más. Sacó adelante el cara a cara inicial ante el estadounidense Darwin Blanch y, sobre todo, completó una esperada revancha frente a De Miñaur, undécimo jugador del mundo. Esta vez, en el tercer tramo, dejó en el camino a Pedro Cachín, un argentino de rango inferior, sin excesiva repercusión y malos números en el curso que apenas inquietó al español.
Está en alerta la Caja Mágica ante un eventual adiós de Nadal, que advirtió en la víspera de entrar en acción que afrontaba su última participación en Madrid. Se prepara el torneo para dar una despedida a la altura a su pentacampeón, a la esencia del evento. Cada partido puede ser el último. Así se lo toma el de Manacor y también el público, que en cada partido, en cada juego y en cada punto quiere dar calor a su ídolo. Hacerle sentir querido.
Planeó el adiós durante un tramo del partido. El público torció el gesto porque vio cómo Cachín, intrascendente en el primer set, desaparecido, irrelevante, emergió después. Dio un cambio radical el argentino, que tocó su techo en Madrid en los octavos de final del año pasado, eliminado por el finalista Jan Lennard Struff.
Pasan las jornadas y Rafael Nadal sigue en Madrid, en competición, en activo. Superó a Cachín, con el que nunca antes había jugado, en tres horas y cuatro minutos, y en la manga definitiva.
No hizo falta alardes del otrora número uno del mundo, que gastó momentos de alto nivel en el primer parcial pero que fue arrinconado en el segundo. Cachín dio lo mejor. Creció en confianza, se sintió a gusto y llevó al límite a Nadal.
Nada que ver este Cachín con el que llegó a Madrid, al Masters 1.000, lastrado por quince derrotas seguidas, aunque enmendó la situación con victorias notables ante el austríaco Sebastian Ofner y el estadounidense Frances Tiafoe. Y nada mejor que un cara a cara con Nadal, con el rey de la tierra, para disparar su proyección, ahora anclada en el puesto 91 del ránking.
De pronto, Nadal se encontró con un partido trampa, con un partido con el que no contaba que se le enquistó en el segundo set. Lo tenía perdido y lo pudo enmendar, pero Cachín, que ya había desperdiciado tres puntos de set antes del ‘tie break’, no falló en el desempate.
Le pudo la presión primero al argentino y luego el físico en la manga final. Aunque mantuvo el tipo. Igualó una desventaja de dos juegos y respondió al pulso con el 4-3. Aceleró el español, más preciso al final, hasta cerrar el partido.
El ganador de veintidós grand Slam, que logró un tercer triunfo consecutivo por primera vez en dieciocho meses, jugará en octavos frente a Jiri Lehecka, que eliminó al brasileño Thiago Monteiro por 6-4 y 7-6 (5).
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