Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El ruido ensordecedor en el LoanDepot Park de Miami pasó a un silencio sepulcral, cuando Shohei Othani salió del bullpen y ponchó a Mike Trout en la final del Clásico Mundial de Béisbol 2023. El duelo de ensueño, entre los dos mejores exponentes de este deporte, se sellaba con un el bate de Trout encontrando la brisa. Tercer título para Japón. En tercera base, disfrutando en primera fila de ese duelo, se encontraba el umpire colombiano, Ramiro Alfaro.
“Fue un momento sublime para mi carrera”, dijo el que fue uno de los dos que fueron citados, por Colombia, para hacer parte del cuerpo de árbitros de este torneo orbital, junto con el barranquillero Maikol Tibavijo. “Representar al país en este tipo de eventos es un honor porque podemos demostrar que tenemos un recambio dentro de quienes imparten justicia en el béisbol nacional, además se demuestra que es un deporte que está en un crecimiento importante”, añadió con una sonrisa.
La historia de este umpire, que hoy por hoy junto con otros tres dominicanos lidera el seminario de actualización de normas internacionales de juzgamiento que se realiza en Cartagena ,en una alianza que realizó el Ministerio del Deporte de Colombia y de República Dominicana, comenzó en los estadios de los corregimientos de la capital de Bolívar, en un torneo llamado Campesinos y Pescadores, que organiza el Instituto Distrital de Deporte.
De esta manera, iba y venía por lugares como Manzanillo, La Boquilla y Tierrabaja, con un cuaderno y un lapicero debajo del brazo, anotando bolas, strikes y los 27 outs que se realizaban en cada uno de los partidos a los que asistió. De esta manera se memorizó el movimiento que tenían que hacer los umpires dentro del terreno de juego y se aprendió las señas para cada jugada: brazos abiertos para cantar safe; mano cerrada para el out e índice al costado para el strike.
Así se fue dando a conocer, hasta que un día de partido hizo falta un umpire. La oportunidad esperada. Al primero que tuvieron en cuenta fue a Alfaro, quien con voz temblorosa aceptó. “Tú sabes cómo hacerlo, lo has visto varias veces”, le repitieron para que entrara en confianza. Esa fue la oportunidad que necesitaba para demostrar que su norte estaba en su amado béisbol.
Tal vez de pequeño gozaba más viéndolo que practicándolo, tal vez sus condiciones con un bate en la mano y una manilla no eran las más aptas, pero el cariño por el deporte, que le fue transmitido por su mamá, Luisa Pacheco, jugadora de la selección Bolívar de sóftbol, fue lo que hizo que se convirtiera en una actividad que estuviera presente en cada latido. Al final, fue el juzgamiento el que lo terminó atando a esta disciplina.
“Eres muy bueno”. “Sigue por este camino”, fueron las palabras de los umpires veteranos después de estar en ese encuentro. Frases que se convirtieron en gasolina para tomarse más a pecho lo que iba a ser de su vida. Empezó a tomar cursos y en 2004 se le abrió la oportunidad de convertirse en árbitro nacional, un camino que lo llevó a estar presente en el Panamericano Junior en Salta, Argentina, ese mismo año y la Serie Latinoamericana de Béisbol en México, en 2013.
En 2018, le llegó la noticia de que sería parte Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol (WBSC, por sus siglas en inglés), lo que le ha servido para ganarse un estatus importante dentro de los umpires nacionales. Comenzó un periplo internacional que lo llevó a hacer parte de torneos como el Mundial sub23; Juegos Panamericanos; Preclásico Mundial; Juegos Preolímpicos; Mundial sub-18 y Clásico Mundial de Béisbol 2023. Este año estará presente en el Premier 12, el más importante para la WBSC.
Su recorrido ya es de 20 años, en los que ha crecido, en los que ha aprendido y en los que ha dejado huella. Desde los polvorientos estadios de su natal Cartagena hasta los escenarios más prestigiosos del béisbol internacional, Ramiro Alfaro ha demostrado que el éxito no llega sin sacrificio, disciplina y pasión.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador