Roberto José Guerrero, el pionero del automovilismo colombiano
El primer piloto de nuestro país en la F1 conversó con El Espectador sobre su llegada a la élite, su legado y la vida después de las pistas.
Daniel Bello
Una decena de pilotos de nuestro país recorren las categorías juveniles de Europa y Norteamérica con el sueño de competir en la Fórmula Uno. Esa hazaña, que parece inalcanzable, fue hecha realidad por Roberto José Guerrero en 1982, cuando se convirtió en el primer colombiano en competir en la Gran Carpa del automovilismo.
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Una decena de pilotos de nuestro país recorren las categorías juveniles de Europa y Norteamérica con el sueño de competir en la Fórmula Uno. Esa hazaña, que parece inalcanzable, fue hecha realidad por Roberto José Guerrero en 1982, cuando se convirtió en el primer colombiano en competir en la Gran Carpa del automovilismo.
En su época era más frecuente ver latinos en la grilla. Con el tiempo hubo menos y en la actualidad solo el mexicano Sergio Checo Pérez representa a la región. “Es muy difícil, porque los presupuestos son altos y hay pilotos que tienen ventaja, pero si hay perseverancia es posible”, subraya Guerrero, nacido en Medellín hace 64 años.
Como siempre pasa en las historias del deporte a motor, el camino del antioqueño arrancó en el kartismo, donde se consagró campeón nacional un par de veces. Partió al extranjero con la convicción de perseguir su sueño, pues de quedarse en Colombia jamás habría alcanzado su mejor versión, la que le permitiría llegar a la élite, en parte por la limitada infraestructura local.
Estudió ingeniería automotriz en Inglaterra, un destino que escogió por ser la sede de varias escuderías. Convenció a su padre de que las carreras iban a quedar en un segundo plano, pero al llegar se inscribió en la escuela de pilotaje de Jim Russell. Tuvo un arranque prometedor y decidió contarle a su familia.
Lejos de molestarse, su papá le ayudó a conseguir patrocinios. “Si no fuera por él, no habría llegado a la F1”, subraya Roberto. En ese momento nadie de nuestro país corría en el extranjero y las empresas colombianas se subieron a su carro porque era la novedad. Primero encaró la Fórmula Ford, luego F3 Británica y el Campeonato Europeo de Fórmula 2.
La élite y sus anécdotas
La F1 pasó de ser un sueño a una realidad palpable en 1982, cuando corrió para la escudería Ensign Racing. “La gente en Colombia estaba muy contenta con eso. La prensa estaba pendiente cada fin de semana”. Sin embargo, y a diferencia de su paso en otras categorías, los contratiempos fueron frecuentes y su equipo tenía un presupuesto limitado.
Se supone que iba a debutar en el Gran Premio de Sudáfrica de 1982. Estaba listo para correr, pero estalló una huelga entre los pilotos por la solicitud de una superlicencia. Los emblemáticos Niki Lauda y Gilles Villeneuve le pidieron al colombiano que apoyara sus reclamos y lo pusieron en una encrucijada, pues sus patrocinadores estaban muy ansiosos por verlo competir.
Al final tuvo que esperar hasta el GP del oeste de Estados Unidos para estrenarse en la F-1, luego de un papel destacado en las clasificaciones. Corrió 27 vueltas y se vio obligado a abandonar, lo cual en la época era muy frecuente por fallas mecánicas.
Ser el primer colombiano en la máxima categoría del automovilismo fue un honor para él. En los dos años que compitió fue parte de 29 clasificaciones y encaró 21 GP. Cuando el Theodore Racing Team –su equipo en su segunda temporada– dejó de existir, le llegaron posibilidades de otras escuderías de nivel similar, pero no le ofrecían competitividad.
“Era seguir en la Fórmula Uno, estando en la parte de atrás, o ser competitivos en la CART. Por eso decidí hacer el cambio y no me arrepiento”. En Estados Unidos tuvo una carrera destacada. Durante su primer año (1984) fue el mejor novato y en las emblemáticas 500 Millas de Indianápolis rompió el récord de vuelta (1992).
Una las cosas más lindas que le dio su paso por el automovilismo norteamericano fue competir con Emerson Fittipaldi, cuyos afiches coleccionaba de niño. Corrieron juntos y forjaron una amistad.
Cuando su carrera concluyó, Roberto trató de meterse en el mundo de las inversiones, pero no era lo suyo. Aunque había dejado los carros, los carros nunca lo iban a dejar a él. Fue comentarista en las transmisiones de Fox Sports y en la actualidad trabaja como contratista independiente para varias casas de autos, como la multinacional japonesa Lexus.
Otro colombiano en la F1
A finales de los noventa, Juan Pablo Montoya comenzó a llamar la atención. Roberto siempre supo de las condiciones del bogotano, pues su hermano Jaime corrió con él en karts. Además, las familias de ambos eran muy amigas. “Juan Pablo decía que yo fui su héroe, pero en una entrevista juntos cambiaron los papeles y yo le dije que él era el mío”.
Juan Pablo lidera en la actualidad el Team Montoya, con el que espera poner a un colombiano de vuelta en la élite y agrandar su legado. Sobre eso, Guerrero comentó que “una de las cosas por las que le fue tan bien a JPM fue por su papá, Pablo. Siempre lo puso en el equipo apropiado en el momento que era. Estoy 100 % seguro de que con su asesoría podremos tener más pilotos colombianos en lo más alto”.
Sobre la F1 actual
“Lo lindo de la F1 es que uno de los equipos logra encontrar una ventajita y los demás se demoran mucho en alcanzarlos”. Pueden pasar varios años para que las escuderías descifren cómo vencer ese tipo de diferencias. Pese a que Red Bull ha sido el mejor de los últimos años, Roberto no descarta que Ferrari y Mercedes le arrebaten el trono en un futuro cercano.
Contrario a los que opinan que eso le puede quitar atractivo a la competición, asegura que es normal vivir en épocas en las que domina un piloto. La hegemonía que Max Verstappen tiene ahora la tuvieron en su momento gozaron Lewis Hamilton, Michael Schumacher y Ayrton Senna.
Aunque ya las competencias quedaron atrás, la F1 sigue siendo su pasión y cada fin de semana está pendiente de ella. Es agradecido con el automovilismo, pues este le dio a su familia. En un GP de Mónaco, al que fue como aficionado, conoció a su esposa. Llevan más de 40 años de casados. Tienen tres hijos y ocho nietos.