San Andrés, el alma de los campeones del baloncesto colombiano
Caribbean Storm hizo historia en el primer semestre al coronarse campeón por primera vez en la historia de la isla. Este es el legado de los campeones para una de las regiones más basqueteras de Colombia.
Fernando Camilo Garzón
La sirena del carro de bomberos y los pitos de las decenas de motos que precedían la caravana de los campeones levantaron a los que todavía reposaban el guayabo del día anterior. Era imposible perderse aquel carnaval, pues hasta el más desinteresado por la pelota naranja salió a la calle ante el griterío de todo San Andrés, que recibía a los ganadores de la Liga de Baloncesto Profesional: Caribbean Storm Islands.
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La sirena del carro de bomberos y los pitos de las decenas de motos que precedían la caravana de los campeones levantaron a los que todavía reposaban el guayabo del día anterior. Era imposible perderse aquel carnaval, pues hasta el más desinteresado por la pelota naranja salió a la calle ante el griterío de todo San Andrés, que recibía a los ganadores de la Liga de Baloncesto Profesional: Caribbean Storm Islands.
La marcha triunfal de los jugadores, desde el aeropuerto hasta el coliseo Ginny Bay, quedó grabada en cuanto celular registró la llegada de los héroes. Todos querían inmortalizar aquella fiesta, pues la isla entera, al grito unísono de “Caribbean, Caribbean”, se volcó a bailar en las aceras y a tomar en honor del título que nunca les había tocado.
Tal vez el baloncesto no se vive en ninguna otra parte de Colombia como se vive en San Andrés. Allá, en la isla, en la tierra de las copas decembrinas en las que los barrios definen dónde se juega mejor al básquet, del aro en la palmera que hace de poste, de la pelota que rebota mejor en la arena que en el pavimento, antes del torneo del primer semestre de este año, un equipo sanandresano jamás había logrado el título profesional.
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Y fue inesperado porque fue fugaz. Hasta hace un par de años el equipo ni siquiera existía. Se llamó durante un tiempo Warriors de San Andrés y después, incluso, compartió nombre y plaza con Cimarrones del Chocó. En la pandemia, cuando la isla fue sede de la burbuja, el equipo fue tan decepcionante para los locales que, un par de torneos después, cuando en 2022 llegó a la final, la incredulidad de varios se vio correspondida en la paliza que Titanes de Barranquilla les dio en aquella definición.
Barridos, y con el 3-0 entre pecho y espalda, pocos esperaban que al semestre siguiente Caribbean cobrara venganza, sacando en semifinales a los mismos atlanticenses que fueron sus verdugos, cortándoles además una racha de siete títulos consecutivos y venciendo a Cafeteros en Rionegro para coronarse campeones.
Lo insólito de la gesta provocó todo ese jolgorio cuando llegó el equipo triunfante, pero ese título no se cocinó de un día para otro. Precisamente, en el aprendizaje de la final perdida estuvo la clave. Ni aun derrotados, el club desmontó la base. Todo lo contrario, la nutrió. Entendieron la derrota, mejoraron y, en esa construcción, hicieron historia.
Así se lo explicó a este diario Iván García, el entrenador campeón: “Desde que asumí como entrenador en jefe tenía una idea clara, de proyecto. Tuvimos en cuenta muchos factores, como el armado del equipo, las características de los jugadores, la planificación muy meticulosa del plan de entrenamiento y el orden dentro del grupo. Con esa idea llegamos a la final en Barranquilla. Cuando perdimos, y por cómo perdimos, fue un golpe muy duro, pero a la vez también fue el punto de partida en el que nos dimos cuenta de que todavía nos faltaban aspectos por mejorar. Piezas que faltaban y una estructura que podía ser más fuerte”.
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Tras la final perdida, García le madrugó a la planificación del primer semestre de 2023. En enero, dos meses antes de la pretemporada, ideó todo un plan alrededor de los jugadores que ya tenía. Sobre todo para rodear a su figura: Andrés Ibargüen, la pantera, a quien le dio las llaves del equipo y lo nombró capitán. Con ese eje trajo las piezas que le faltaban, Michael Jackson, Romario Roque, entre otros, construyó un grupo y dio el inesperado golpe.
El proyecto, la promesa que guió el título de los sanandresanos, se reivindicó con el triunfo, pero también se desvaneció entre los festejos. Una larga herencia que atormenta a la isla. Al bajar la marejada, ante el inicio de una nueva liga, Caribbean perdió los pasos andados. La liga empieza de nuevo, pero la esperanza de defender el título parece cuestión de ilusos. Solo pasaron un par de meses, pero ya no están ni el coach, ni el capitán, ni la base construida. ¿El título de Caribbean fue una ilusión de un día o se mantiene la promesa del equipo glorioso, el que le dio a San Andrés el primer título profesional de su historia?
San Andrés, tierra de baloncesto
Randy Stephens es una de las grandes glorias del baloncesto sanandresano. Fue parte de la nómina de la única selección de Colombia que ha participado en un Mundial, cuando el país fue sede en 1982.
El básquet es una herencia de su abuela. Cuando era niño, en la casa improvisaron un aro con el rin de una motocicleta colgado en una palma de coco. Ahí, rebotando la pelota entre la arena, hizo sus primeras cestas. Empezó a jugar al básquet, mucho antes de medirse en duelos míticos con sus amigos en el colegio, al lado de las olas en el patio de su casa.
Por esa época, cuenta, el baloncesto en San Andrés era algo cultural. Una tradición que hoy la considera olvidada. No se jugaba por negocio, sino por amor y reconocimiento. Los basquetbolistas querían que su nombre resonara en toda la isla. Por aquel entonces, en la segunda mitad del siglo XX, toda su generación se crió jugando en la intemperie en el único coliseo que había, muy cerca del Hotel Isleño. Era una cancha precaria, sin techo, sin gradas. Apenas con la cancha, el pavimento y la pintura. Ahí se congregaba, como podía, la gente a verlos jugar durante horas. Cientos de personas enamoradas de la pelota naranja.
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Fue en esas tardes de básquet que conoció a Juan Ramírez, el maestro que, cuenta Stephens, sacó la mayor camada de basquetbolistas isleños. “Él era el entrenador de todos nosotros. Cuando empecé, veía que él dirigía a las selecciones mayores. Un día me invitó a entrenar con ellos y, gracias a él, yo y muchos otros salimos adelante”.
San Andrés vibraba al ritmo del bote de la pelota y los juegos callejeros, con el tiempo, adquirieron fama y se volvieron tradición. Y cuando llegó la Copa Costeñita a la isla el evento causó conmoción.
Jiggy Drama, uno de los artistas urbanos más importantes de San Andrés, recuerda esas épocas de los 90, cuando con sus amigos se metían entre el barullo y la montonera de la gente para ver a los basquetbolistas que venían de todas partes al Coliseo Rosado. “Se llenaba como no te imaginas, era una fiesta y una locura total”, recuerda. Él soñaba con ser como esos atletas, que veían tan portentosos y espectaculares.
Pero las oportunidades eran pocas. “Todos los niños querían ser basquetbolistas y había muchas escuelas, pero uno veía que los que querían jugar como profesionales tenían que irse a otras partes del país. Ser basquetbolista era un sueño imposible, por eso, más bien, me dediqué a cantar”, le contó el artista a El Espectador.
“El baloncesto en San Andrés cambió con el tiempo. Acá, todo el que llega ve a este deporte como un negocio. Nadie hace un proyecto en serio, porque todo lo que buscan es ganar dinero”, advierte Randy Stephens.
Dice que el título de Caribbean Storm Islands fue importante porque hace mucho tiempo en San Andrés había dejado de hablarse de baloncesto. Y por supuesto, porque desde el interior del país se volvió a ver con atención el básquet de la isla.
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Sin embargo, señala que el triunfo no es realmente de San Andrés, porque no representa un gran cambio para el básquet de la isla: “Es un falso progreso. Si tú cuentas los jugadores sanandresanos que tuvieron minutos en el título, son muy pocos. Con el equipo pasa lo mismo que ha pasado siempre, no hay un verdadero proyecto más allá del negocio. Hay mucha ambición, pero no un verdadero progreso para el baloncesto de San Andrés”.
La historia del baloncesto sanandresano ha recorrido los mismos derroteros con el paso de los años. Ante la ausencia de un básquet profesional en el archipiélago, los grandes jugadores siempre emigraron al continente. Pasaba, en su momento, con estrellas como Stephens, pero también con jugadores de su camada, como Javier Gordon o George y Brook Cristhoper. O antes, con Arturo Watson, Lindel Manuel y Julio Bush. Ninguno fue héroe en su propia tierra.
Con el transcurrir de las décadas nunca dejó de pasar. No se cuentan, pero fueron cientos de sueños frustrados de basquetbolistas que nunca llegaron a ser profesionales por la falta de oportunidades.
El equipo campeón, un quiebre en la historia
Jiggy Drama, todo un símbolo para San Andrés, fue uno de los que más bombo le dio al triunfo de Caribbean Storm Islands en la Liga Wplay de Baloncesto a través de sus redes sociales. “Para nosotros el básquet es como para ustedes el fútbol. Yo crecí jugando todos los días baloncesto. Llegaba del colegio a jugar. Y a eso me dediqué toda mi infancia. No sé si se puede comparar, pero yo creo que en ninguna parte de Colombia se vive el baloncesto como acá en San Andrés”.
Por eso, opina, el título de baloncesto fue tan importante: “Porque volvimos a hablar de básquet, cuando los niños de hoy en día no quieren tanto el deporte como lo queríamos nosotros”.
El título se vivió de una manera especial en la isla. Después de que Caribbean pasara de las semifinales toda la atención se volcó sobre el equipo. No se hablaba de nada más. Fue desmedido, incluso. Tanto, que se volvió un asunto de Estado. Justo después del primer partido de la final contra Cafeteros, que los locales ganaron por un marcador muy apretado, el gobernador de San Andrés, Everth Hawkins, salió a criticar públicamente al entrenador por su planteamiento del partido. Dijo el mandatario que Iván García se había equivocado al darle tantos minutos de rotación a la estrella, Andrés Ibargüen, y dejó entrever que el estratega, al no ser isleño, buscaba la derrota del equipo.
Una tensión que obligó al entrenador a ausentarse del segundo partido, pues a su Whatsapp empezaron a llegar amenazas de muerte. “Fue una situación incómoda. Siempre hubo críticas porque yo no era de la isla, pero creo que ahí se superó un límite. La gente hablaba por hablar. En ese primer partido nosotros rotamos mucho para aprovechar la localía. Para desgastar al rival por las condiciones climáticas de San Andrés. Y quedó demostrado en ese segundo juego, cuando no pude estar en la cancha buscando cuidar mi vida ante las amenazas, porque ganamos con mucha diferencia en el marcador”, le contó el entrenador a este diario.
“En medio de la felicidad por el triunfo es triste que las cosas terminaran así. Hay cosas que no se deben mezclar con la política, pero lastimosamente en San Andrés suelen suceder esas cosas”, asegura Jiggy Drama.
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Sin embargo, aun en medio del caos, Caribbean Storm Islands sacó la final adelante en Rionegro y pudo coronarse campeón para llevarse, por primera vez, el trofeo a casa. Muchos aseguraron que el título para San Andrés llegó porque Titanes de Barranquilla llegó diezmado, sin los mejores jugadores que tuvo en otros tiempos. Ante las críticas, Iván García responde: “La oportunidad siempre va a estar dada para aquel que está preparado para tomarla. Algunos dirán que fue suerte y otros la menospreciarán, pero al final la oportunidad te tiene que tomar preparado. Y nosotros estábamos preparados. Tuvimos una oportunidad y se nos escapó, pero para la segunda estábamos dispuestos a conseguir nuestro objetivo”.
Tras la caravana de la victoria algunos aros en las canchas agrietadas de la isla volvieron a cobrar vida. Los hilos de la malla desgastados por la brisa y la sal evaporada del agua tocaron una vez más una pelota, que rebotó como nunca en la madera crujiente de los viejos tableros. Durante años la llama del baloncesto se apagó en la isla, pero el título de sus campeones, los que ganaron la liga por primera vez, volvió a prender el alma de la raíz de la victoria, el espíritu basquetero de San Andrés.
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