Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El rival no es Steven Gardiner, el campeón mundial y olímpico. “Es el cronómetro y Dios”. También venía siendo él mismo. Ruido, desorden, alegría; su genoma. Se fue a Quito, lejos, lejos de todos, de una porción de sí mismo... a vivir cerca de su entrenador, el cubano Nelson Gutiérrez, para preparar los 44 segundos que le dieron a Colombia la medalla más importante a nivel técnico de su historia. Y horas antes de partir de Tokio, el segundo hombre más veloz de la Tierra corriendo 400 metros habló mano a mano con El Espectador.
Cuando estuvo en Río 2016 con el equipo de relevos vio a Van Nierkerd romper el récord mundial que tanto tiempo tuvo Michael Johnson. Ese momento lo marcó, ¿qué significó llegar a los siguientes Olímpicos a competir contra él y los mejores?
La verdad, me siento feliz y orgulloso por competir con una leyenda, es algo histórico. Casi corre en 42 segundos y para mí es como un ídolo, aparte de Michael Johnson, el hombre que seguí desde pequeño y a quien conocí una vez. Me han dicho que corro similar a él.
La siguiente meta es convertirse en el primer hombre de la historia en romper la barrera de los 43 segundos y llegar a los 42. ¿Cómo lo imagina?
Cuando me pongo metas, no me queda nada imposible. Este fue un año durísimo para mí, la pandemia en Colombia nos cogió de últimos, fue un año encerrado, viendo, sin hacer nada. Y cuando salí me dio coronavirus, me enfermé... pero soy tan fuerte, que salí adelante. Me mentalicé, dejé mi familia y amigos a un lado, me enfoqué y cumplí la meta que le prometí a mi mamá de ser medallista olímpico. Tumbé ese mito de que en Colombia ningún atleta iba a correr en 43 segundos y llegó Anthony Zambrano. Y vamos a seguir.
¿Y cómo ha sido el proceso de bajar la barrera de los 43 segundos en los entrenamientos?
La verdad es que en los entrenamientos me he mandado 42 segundos con 80 milésimas, pero una cosa son los entrenos y otra la competencia. Hay un equilibrio diferente, toca mejorar poco a poco. Desde que tu mente esté fuerte, estás listo para la guerra. Anthony Zambrano ha corrido contra todas las potencias y les ha ganado a todos, menos a Gardiner, que es un talentazo, peso pluma. Seguiré entrenando porque quiero bajar los 43 segundos.
(Lea también: Los Firulais: Perlaza, Palomeque, Solís y Zambrano.Rápidos y furiosos)
Con la marca que impuso en las semifinales (43,93), solo hay 16 velocistas que han sido más rápidos en la historia. Quería correr en 43,80 para asegurar el oro, ¿por qué en la final le cambiaron la estrategia para no dejarlo rematar “bien”?
Ufff, sí, ya estoy en el top 20 de los que han corrido en 43 segundos. Toca seguir mejorando y enfocarme más. Me quedan tres años para pelear el oro en París 2024, con el favor de Dios. Me la cambiaron en la final porque un buen corredor de 400 metros planos tiene que pasar los primeros 200 como a 21,10 o 21,20 para que pueda rematar bien. Lo que ellos hicieron fue dañarme la estrategia, porque tenía pensado con mi entrenador pasar en esos tiempos y lo que hicieron fue salir muy duro. Yo salí duro, cuando vi los 150 metros comencé a flotar, como dice uno a coger un poquito de aire para que cuando llegaran los 200 pudiera hacer mi remate. Pero veo que ellos me rebasan y se me van muy rápido, pues bueno, lo que hice fue cambiar y al entrar a la recta estaba un poco cansado, no tenía ese aire que siempre tengo. Pero tengo fuerza y así he ganado las carreras faltando 20 metros.
¿Qué fue lo que realmente pasó con Anthony Zambrano en 2016 en el que “todos le dieron la espalda”?
Cuando clasifiqué para Río 2016, faltando unos días, el profesor que estaba encargado de los relevos me puso a hacer los 350 y el chequeo para ver quién corría, y lo gané. No tenía mucha experiencia, tenía 18 años y me pusieron a salir. No sirvo para salir porque soy muy pasivo, soy una persona que cuando ya está parada a recibir el testimonio resuelve. Después de esos 350 tenía una molestia en el tobillo y corrí. Como era muy joven la fama me cogió y me golpeó. Además no me cuidé, seguí entrenando con dolor y me decía que podía. Un día haciendo unos tramos en El Metropolitano de Barranquilla, como estaban arreglando la pista y la grama, no vi un peñón, pisé y se me dobló el tobillo en un tercer grado. Lastimosamente en ese tiempo Indeportes Atlántico no estaba bien para los fisios ni nada de eso, no podían darme las terapias. Me retiré. Para mí fue un año muy duro y a mitad de 2017 fui al estadio, hablé con un profe y le dije que me ayudara.
¿Y que pasó después?
Di con mi entrenador Nelson, que me ayudó a retomar con los planes que me hizo. Poco a poco volví, tuve el apoyo más importante que fue el de mi madre. Si iba a ser un gran deportista, iba a llegar lejos. Me enfoqué y todos me dieron la espalda, pero no le guardo rencor a nadie. Lo único que hacen estas cosas es enseñar que cuando alguien se cae, hay que levantarlo, no dejarlo tirado.
El tema de las lesiones, que ya es crónico, también ha sido otro de los factores a superar. ¿Con el tiempo han logrado domarlas con su entrenador?
La verdad es que eso todavía no lo he podido manejar. Soy una persona muy explosiva, porque cuando hago los tramos el profe me dice que hay que mejorar, y exagero. Él me dice: “Bueno, vamos a hacer cuatro 200 con un minuto de pausa. El primero a 26, luego a 25, después a 24 y de últimas a 23″. Hago el primero a 24, después a 23, luego 21 y así lo que hago es lastimar el cuerpo. No soy una persona con músculos fuertes, tengo problemas en el femoral. De tantas lesiones que hemos tenido, las hemos lidiado en los entrenos, gracias a Dios tengo un fisio que parece un mago. Y en dos o tres días me trae de vuelta y me dice: “Vamos arriba, que si otra vez te toca, otra vez te curo”. Lo más importante para un deportista es tener un buen entrenador y fisioterapeuta.
(Lea: ¿Romper la marca de los 43 segundos? Los cronómetros de Anthony Zambrano)
¿Cómo fue alejarse de todo su mundo en Colombia para irse a Ecuador?
Mi entrenador es cubano, pero vive allá con su familia y entrena con varios atletas. Me tocó irme para recibir mis planes, estar enfocado, es un país tranquilo. Los barranquilleros somos muy desordenados, muy bulleros, que aquí, que allá, es difícil concentrarse, y para tener éxito hay que hacer sacrificios. Ese es el mío por cumplir mis sueños y hacer a mi mamá feliz.
¿Cómo ve a Los Firulais, ese grupo tan fuerte de cuatro grandísimos amigos que fue cuarto en el Mundial de Doha en los relevos 4x400 y también están haciendo historia?
Nosotros somos gente que no es normal (risas). Ese apodo lo puse porque Perlaza es un chico hiperactivo, camina más que Moncayo; Solís es un chamaco que no para de luchar; a Palomeque le gusta dormir demasiado, y yo soy muy bullero, cada vez que hay concentración llevo un parlante gigante y así... somos hermanos. La pasamos rico, hacemos bulla, chistes, en vivos y competimos.
You can all stop posting about #InternationalDanceDay – Colombia's 4x400m guys including @AZambrano400 just won the whole thing 🕺🇨🇴#WorldRelays pic.twitter.com/lZEc7ZfsTr
— World Athletics (@WorldAthletics) April 29, 2021
(Lea también: Del amateurismo al profesionalismo: el cambio de chip de los Juegos Olímpicos)
Caterine Ibargüen se despidió de sus últimos Olímpicos, ¿cómo ve el futuro del atletismo colombiano?
Se nos va una atleta muy carismática, muy importante para Colombia, ya tiene su edad y quiere dedicarse a su familia, y se lo merece por todo lo que le dio a Colombia. Voy a ayudar a mi país para que cambien muchas cosas y se implementen otras. Apoyar es lo más importante, no destruir. Vamos a construir entre todos. Ella se nos va, pero gracias a Dios llegó Zambrano, que no va a llenar ese asiento, pero va a darle felicidad a la gente como lo hizo ella.
Por: Thomas Blanco Lineros- @thomblalin