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Desde hace un par de años, Daniel Galán viene demostrando que es el mejor tenista colombiano. Ante el retiro de Alejandro Falla y el ocaso de Santiago Giraldo, el santandereano tomó la posta y se convirtió en el número uno en el equipo de la Copa Davis.
Callado, tranquilo, de bajo perfil, necesitaba una gran actuación para creerse el cuento y recibir el merecido reconocimiento de sus compañeros y de la afición. Y lo hizo este fin de semana en el Palacio de los Deportes de Bogotá, en donde fue la gran figura de la selección colombiana, que venció a la de Argentina y avanzó a la final mundial de la Copa Davis.
Ganó con autoridad sus dos partidos en sencillos, entre ellos el cuarto de la serie, con el que se selló la victoria 3-1, justo después de la victoria de Juan Sebastián Cabal y Robert Farah en dobles.
“Realmente no pensé que iba a jugar tan bien, aunque he trabajado muy duro. Me enorgullece que digan que jugué como un top 10”, admitió luego de su victoria sobre el número uno de Argentina, Juan Ignacio Lóndero, con la que selló su histórico triunfo, pues Colombia había caído en las tres confrontaciones previas ante los albicelestes.
Galán completó así nueve presentaciones en tres años jugando la Copa Davis, con un balance de seis victorias y tres derrotas. Profesional desde 2015 y con un paso fugaz por las categorías juveniles, hoy, con 23 años, ocupa el puesto 148 del escalafón mundial. Su próximo objetivo es comenzar a participar en los Grand Slam y lograr su primer título en el circuito de la ATP.
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“Tiene un gran saque, pero probablemente su mayor cualidad es la consistencia; es un jugador muy parejo, de pocos altibajos”, señaló el extenista Gastón Gaudio, capitán del equipo argentino, quien destacó la fuerza mental y madurez con la que Galán asumió la serie.
En realidad Daniel es un muchacho que se ha preparado para el éxito. Entrena todos los días entre cuatro y cinco horas. Además de la preparación física, técnica y estratégica, hace énfasis en la mental, tan importante en este juego. Se cuida mucho en la alimentación y últimamente ha incrementado su trabajo en el gimnasio, que también es clave.
Santos y Doris, sus padres, destacan su disciplina, pero sobre todo la pasión con la que asume su profesión. Y sus hermanos, Xando, Sat y Rocío, quienes le abrieron el camino en el tenis, elogian su humildad. “Es un luchador, valora las cualidades de los demás jugadores, pero no se acompleja, confía en su talento”, dicen.
Probablemente la serie ante Argentina, en la que supo liderar un equipo con tenistas mucho más experimentados, sea el punto de quiebre de su carrera. Está para pelear por cosas más grandes; dejó de ser la promesa, para convertirse en una gran realidad. Asumió el mando del tenis colombiano y tiene condiciones para llevarlo por muchos años.