Shaquille O’Neal, un niño grande que impactó la NBA
Debutó con la camiseta de Orlando Magic el 6 de noviembre de 1992 contra Miami Heat. Lo que sucedió después, fue mágico.
Juan Diego Forero Vélez
El día del estreno de Shaquille O’Neal fue especial. Incluso los que no sabían lo que sucedía pudieron sentir que el aire era más denso, que el clima era más benévolo y que las nubes navegaban más alto de lo normal.
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El día del estreno de Shaquille O’Neal fue especial. Incluso los que no sabían lo que sucedía pudieron sentir que el aire era más denso, que el clima era más benévolo y que las nubes navegaban más alto de lo normal.
Shaq fue elegido en la primera posición del Draft de la NBA de 1992 por los Orlando Magic. Su aspecto era terrorífico e intimidante. Sus largos brazos, sus manos gigantes, sus 2 metros y 16 centímetros de estatura, y su pétrea corpulencia atrajeron la atención de todos los equipos. Era irresistible.
En la escuela secundaria The Diesel era casi incuestionable. Su supremacía y su poder eran absolutos, a tal punto que su equipo llegó a acumular 64 victorias y una sola derrota. Su presencia era sinónimo de destrucción en la cancha y los rivales no podían hacer nada para detenerlo. Era ágil, preciso y, pese a su altura y peso, muy rápido.
Casi nada cambió cuando llegó a la Universidad de Luisiana, donde fue nombrado jugador del año de la NCAA en 1991 y en donde sufrió uno de los más grandes desplantes que haya padecido un jugador de baloncesto, cuando el Dream Team que viajó a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 lo dejó por fuera de los elegidos, y prefirió llevar en su lugar a Christian Laettner.
Su cara, en ese entonces, en ese partido del debut, con apenas 20 años y ocho meses, era infantil y benevolente, carente de maldad alguna. No se veía para nada nervioso ni acomplejado, ni distraído, ni absorto en pensamientos pesimistas.
Estaba libre, se veía en absoluto control de sí mismo, fruto, tal vez, de los cientos de partidos que había jugado antes y de las miles de canastas que había logrado conquistar. “No siento presión. Para mí la presión es cuando no sabes de dónde vendrá tu siguiente comida. Yo se que mis cuentas están cubiertas así que solo vengo a divertirme. Quiero jugar un partido a la vez, esforzarme y seguir sonriendo. ¿ves?”, dijo Shaq mientras miraba a la cámara con descaro y felicidad genuinas. Se acercaba, acurrucado, al micrófono del periodista que lo cuestionaba previo a su debut, con reverencia.
Cuando por fin respondió a todas las preguntas, entró al vestuario y se puso su ropa de gala, para entrar al campo, al que ingresó junto a una porrista, que parecía por la diferencia de tamaños de un planeta diferente. Luego, tras ponerse el uniforme, el mundo se paralizó por un momento.
Su mirada era altiva y serena, y sus pasos, decididos y atronadores. El público lo miraba desde la distancia casi infinita que lo separaba de las gradas, y sus rivales lo observaban con desprecio deportivo, de reojo, ocultos por las luces del estadio y el reflejo del suelo encerado.
Shaq, uno de los mejores basquetbolistas de la historia
El juego empezó con el silbato monótono de siempre, pero algo diferente rozaba la punta de los vellos de los brazos de quienes estaban sentados en sus casas viendo el juego. Shaq salió al campo y convirtió en hábito lo que hasta entonces pocos se atrevían a hacer.
Salió a divertirse, tal como prometió, pero además salió y aplastó a sus rivales sin piedad. Esa noche su equipo ganó 110-100 y aunque la diferencia en el marcador no fue abultada ni humillante, si lo fue la llamarada que se encendió ese partido en el corazón del equipo, que encontró en Shaq un líder prematuro y tenaz. 12 puntos, 18 rebotes y tres bloqueos fueron el aporte de O’Neal en su primer partido, que luego se convertiría en uno de los mejores jugadores de la historia de la NBA.
En 1993 se llevó el premio al Novato del año sin discusión alguna ni alegatos y, aunque no logró llevar a su equipo al título, si logró que ganara 20 partidos más que la temporada anterior. Fue elegido tres veces como el mejor jugador de las Finales de la NBA, es el noveno basquetbolista con más puntos marcados, aunque el único triple que firmó fue en un partido contra Milwaukee Bucks, en 1996.
Ganó cuatro anillos de campeonato. Se retiró en 2011 después de pasar por los Lakers de Los Ángeles, los Heat de Miami, los Cavaliers de Cleveland y los Celtics de Boston, pero su legado permanece intacto. Su imagen aún genera respeto y devoción .
X: @JuanDiegoFore10
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