Publicidad

“Solo Bryant y Jordan pueden hablarte basura y luego humillarte”: LeBron James

Hace 16 años Kobe Bryant, al más puro estilo de Dibu Martínez, le comió la mente a Luis Scola en perfecto español.

Juan Diego Forero Vélez
23 de agosto de 2024 - 12:46 a. m.
Estados Unidos posa tras recibir la medalla de oro en baloncesto masculino después de derrotar a España durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Estados Unidos posa tras recibir la medalla de oro en baloncesto masculino después de derrotar a España durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Foto: Getty Images - Jed Jacobsohn

Parece una rutina de baile o una obra de teatro. Parece como si todo estuviera planeado de antemano y los demás participantes solo acudieran por las sobras. El equipo masculino de baloncesto de los Estados Unidos ha estado en el podio olímpico en 20 ocasiones; siendo, su única mancha, en 1980, cuando su gobierno decidió que ningún deportista estadounidense viajaría a representar la bandera a Moscú. Hace 16 años, en los Olímpicos de Pekín 2008, ocurrió lo que hoy vamos a relatarles, pero antes, un poco de contexto.

El equipo de los Estados Unidos llegó a Atenas 2004 con los mismos objetivos de siempre, con la mente despejada y los ojos orgullosos e inyectados con sangre. Conseguir la medalla de oro, divertirse y dar un espectáculo que nadie pudiera olvidar eran casi como una obligación para los 12 jugadores y para el entrenador del equipo, Larry Brown.

Había presión en cada lanzamiento, en cada finta y en cada salto. Todos eran conscientes que sobre sus hombros reposaban millones de miradas orgullosas y aliviadas; sabían que cada uno debía cumplir su papel a cabalidad, sin excusas. Ganar era el único resultado aceptable y, durante los primeros partidos, todo parecía ir de acuerdo al plan.

No contaban con que se encontrarían a un fiero e inamovible equipo argentino en la semifinal, un equipo que viajó a Atenas con nada más que sueños loables y esperanzas repartidas en migajas. Los argentinos, comandados por Manu Ginóbili y Luis Scola, superaron a los estadounidenses 89-81 en un baile categórico y superlativo.

Las caras aburridas y derrotadas de LeBron James y sus compañeros de equipo eran el reflejo vivo y puro de todas las almas estadounidenses, que miraban con perplejidad el resultado irreal que aplastaba sus festejos anticipados.

Claro que tuvieron su revancha cuatro años después. La que nos reúne hoy aquí. Para dejar volar los recuerdos marchitos de una época mejor. Y para que no olvidemos los hechos y su importancia, LeBron James nos recuerda la derrota sufrida contra Argentina como una paliza histórica. “Nos patearon el culo”, dijo, pero consciente de que siempre, mientras haya fuerzas, habrá tiempo para resarcirse.

El mismo pensamiento estaba en la cabeza de todo el equipo que viajó a Pekín cuatro años después. Todos con la misma mirada furiosa y el mismo deseo ferviente en el vientre. El equipo de los Estados Unidos llegó a Pekín 2008 con sed de venganza y un compromiso irreparable. Si se enfrentaban contra los argentinos de nuevo sería solo la cereza del pastel, lo importante era ganar el oro.

Un año más viendo desde el cuarto de al lado como otro se ponía la corona habría sido una humillación difícil de disimular y asumir, una a la que ninguno de los convocados quería someterse. Las críticas, el cinismo y los nervios se apoderaron de cada escenario que LeBron, Kobe Bryant, Dwight Howard, Jason Kidd, Chris Paul, Michael Redd, Dwyane Wade, Carmelo Anthony, Carlos Boozer, Chris Bosh, Tayshaun Prince y su entrenador, Mike Krzyzewski, pisaron. Fue tenso y mágico. Hasta que finalmente el destino preparó el tan anhelado duelo en bandeja de plata.

En la semifinal, por segunda edición consecutiva, Argentina y Estados Unidos se vieron las caras. Muchos de ellos no eran los mismos, pero el recuerdo de la tragedia y de la gloria, dependiendo del ángulo, yacía latente en cada uno de los equipos.

Todo marchó más o menos de acuerdo a lo planeado tras bambalinas en los primeros minutos hasta que algo inaudito sucedió. Chris Bosh lanzaba un tiro libre cuando, a través del insólito mutismo del público, se escuchó la voz de Kobe rompiendo la cuarta pared. Su voz llegó clara a cada rincón del escenario, en un perfecto español.

“Me encanta Scola. Así, me gusta”, gesticuló la Black Mamba con picardía, a lo que el argentino respondió: “Habla inglés, que hablas mejor”. Y todo habría quedado ahí, pero Kobe no le sentó bien el comentario y respondió, con signos de ira, que le iba a mostrar “qué lenguaje realmente hablaba”.

“Lo tengo, lo tengo. Este es mío”, continuó diciendo Bryant aún molesto con la situación, hasta que LeBron le pidió, con timidez, que lo dejara, que era “tiempo de jugar”. De todas formas, habría sido un final impropio, creo que todos estamos de acuerdo.

El destino es juguetón, así que, acto seguido, como si el 24 de los Lakers lo hubiera planeado, en un ataque infructuoso de Argentina, en la jugada inmediatamente posterior al intercambio de palabras, Kobe robó el balón, corrió solitario hacía la cesta rival y se colgó del aro por un tiempo semi eterno; y el público estalló en gritos y vítores. Estados Unidos consiguió su revancha, le ganó el oro a España, y desde entonces no pierde una sola final olímpica. Van cinco consecutivas.

🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador

Por Juan Diego Forero Vélez

Temas recomendados:

 

cesar(29326)26 de agosto de 2024 - 08:51 p. m.
en 1972 perdieron con rusia
A(31678)24 de agosto de 2024 - 08:08 a. m.
Ridículo que encumbren a deportistas y vendan la idea de que sus posturas y actitudes sean dignas de ser copiadas. Bryant era solamente un buen jugador de baloncesto. Jordan ha sido más un producto de marketing que otra cosa. Ahora por ejemplo todo el mundo habla del "'ultimo baile" de no sé quiencito porque hay un documental del mencionado basquetbolista que lleva ese nombre. Sigan vendiendo frivolidades.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar