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Una leyenda llamada Serena Williams

Ganadora de 23 Grand Slams, decidió retirarse para darle un nuevo rumbo a su vida. Será recordada como una de las mejores deportistas de todos los tiempos. Con carisma y personalidad se ganó el respeto de la sociedad y les dio relevancia a las mujeres negras. Un inmenso legado.

Valentina Fajardo
04 de septiembre de 2022 - 02:30 a. m.
La tenista Serena Williams se despidió en Nueva York como lo que es, una de las mejores deportistas de todos los tiempos. EFE/EPA/JASON SZENES
La tenista Serena Williams se despidió en Nueva York como lo que es, una de las mejores deportistas de todos los tiempos. EFE/EPA/JASON SZENES
Foto: EFE - JASON SZENES
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“Nunca me ha gustado la palabra jubilación. No me parece moderna. He estado pensando en esto como una transición, pero quiero ser sensible sobre cómo uso esa palabra, que significa algo muy específico e importante para la gente. Quizás la mejor palabra para describir lo que estoy haciendo es evolución. Estoy aquí para decirles que me estoy alejando del tenis hacia otras cosas que son importantes para mí”, escribió Serena Williams en un ensayo para la revista Vogue en agosto pasado, en el que anunciaba su retiro de las canchas.

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Así ganara o perdiera, Serena siempre dejaba lo mejor cada vez que pisaba la cancha. Creció creyendo que lo imposible era posible. Era una fuerza imparable cuando tenía una raqueta entre sus manos y un espíritu que contagiaba a quienes la veían. Serena Williams es el tenis.

La estadounidense, de 40 años, es un ícono que ha batido marcas en un deporte que una vez estuvo dominado por hombres blancos. Con carisma y personalidad se ganó el respeto de la sociedad y les dio relevancia a las mujeres negras. Su dominio fue inspirador, incluso hasta su retiro, pues ha sido la gran figura de este Abierto de Estados Unidos, ese que escogió para su retiro.

El adiós donde todo comenzó

Retirarse en el estadio Arthur Ashe tiene un gran significado para Serena Williams: fue en ese mismo escenario donde se llevó su primer Grand Slam, en 1999. Venus, su hermana mayor, había llegado al tenis profesional antes y Serena no veía el momento de volverse una figura tan importante como ella. La observó, aprendió de los errores que cometió y rápidamente las Williams estuvieron en el mismo nivel. Se hablaba de Serena como una futura ganadora en Nueva York, pero nadie se imaginó que iba a suceder tan pronto.

A dos semanas de cumplir 18 años, ya era séptima en el escalafón de la WTA y debutaba en el Abierto de Estados Unidos. Superó fácilmente las tres primeras rondas, dejando atrás a Kimberly Po, Jelena Kostantic y Kim Clijsters. En la cuarta se encontró con una de las grandes figuras del tenis desde finales de los años ochenta: Conchita Martínez. Ganadora de Wimbledon en 1994 y doble medallista olímpica en Barcelona 1992 y Atlanta 1996, la española era el primer gran reto de Williams y la estadounidense logró vencerla 4-6, 6-2 y 6-2.

En cuartos de final tenía al otro lado de la cancha a Mónica Seles, ganadora de nueve Grand Slams, a la que venció en un partido de tres sets. El juego contra Lindsay Davenport, segunda en el escalafón y campeona defensora del torneo, fue el último escalón para llegar a la final del US Open 1999. Serena ganó en un largo partido y se llevó un cupo a su primera final de Grand Slam. Sin embargo, no la tuvo fácil: su rival fue la suiza Martina Hingis.

Hingis, de 18 años, ya contaba con cinco títulos de Grand Slam y era la número uno del mundo. En 1999, la suiza había ganado el Abierto de Australia, perdió la final de Roland Garros y fue eliminada en primera ronda de Wimbledon, por lo que venía con hambre de triunfo. En Flushing Meadows dejó atrás a Venus Williams para encontrarse con su hermana menor en el partido final.

Después de un largo duelo en el estadio Arthur Ashe, la estadounidense se impuso por 6-3, 7-6 (7-4). Ante 20.000 espectadores, Serena Williams se llevó su primer título importante y fue la primera tenista negra en ganar un torneo de Grand Slam desde Althea Gibson en 1958. Ganar ese US Open la llenó de confianza y ese impulso duró otros 22 años.

Una carrera admirable

Es difícil imaginar el tenis sin la leyenda estadounidense que ganó todo lo posible durante dos décadas. Serena Williams conquistó 23 títulos de Grand Slam en individuales, solo superada por la australiana Margaret Court, que cuenta con 24, entre 1960 y 1971.

Jugó cerca de mil partidos oficiales en torneos WTA y pasó 319 semanas en el número uno, incluidas 186 consecutivas de 2013 a 2016.

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Logró la corona del US Open en 1999, 2002, 2008, 2012, 2013 y 2014. En Wimbledon fue donde se llevó más títulos: los de 2002, 2003, 2009, 2010, 2012, 2015 y 2016. Fue campeona del Abierto de Australia en 2003, 2005, 2007, 2009, 2010, 2015 y 2017, disputando esta última final estando embarazada. También ganó en Roland Garros tres veces: 2002, 2013 y 2015. Serena dijo varias veces que superar el récord de Court era la única razón por la que todavía jugaba después del nacimiento de su hija.

Completó el Golden Slam (los cuatro grandes y el oro olímpico) cuando tenía 30 años y se subió al primer lugar del podio en Londres 2012. Tras superar en la final a la rusa Maria Sharapova, se convirtió en la segunda tenista en lograrlo; la primera fue la alemana Steffi Graf, quien ganó todo en un solo año, 1988.

A diferencia de muchos otros grandes tenistas, el éxito de Williams no se limitó solo a los sencillos. Junto a Venus formaron una de las mejores parejas de la historia, ganando 14 títulos de Grand Slam. Las hermanas también se llevaron tres medallas olímpicas de oro, en Sídney 2000, Pekín 2008 y Londres 2012.

Serena Williams dejó récords difíciles de superar. Ganó diez grandes después de haber cumplido 30 años y conquistó al menos tres veces cada uno.

Y pudo haber logrado muchos más éxitos si no hubiera sufrido durante su carrera episodios de depresión, ansiedad y estrés que en ocasiones la obligaron a alejarse temporalmente de las canchas. Para ella no siempre fue sencillo manejar la presión y aceptar la derrota. De hecho, fue una de las primeras figuras en alertar sobre el cuidado de la salud mental de los deportistas, que era tan importante como el físico.

Alexis y Olympia: su nueva prioridad

En enero de 2017, Serena ganó el Abierto de Australia, su Grand Slam número 23, sin perder un solo set, a pesar de tener ocho semanas de embarazo. Se alejó temporalmente de las canchas y dio a luz el 1° de septiembre, con la idea de volver a tomar pronto la raqueta.

No era tan descabellado: jugadoras coma la belga Kim Clijsters, Lindsay Davenport y Margaret Court volvieron al circuito después de ser madres e incluso ganaron un nuevo título de Grand Slam. Con Serena, sin embargo, fue distinto. Después del parto estuvo postrada en cama durante seis semanas debido a una embolia pulmonar que por poco la mata. Tras cuatro cirugías salió del hospital.

En Wimbledon 2018, diez meses después de haberse convertido en madre, llegó a la final, pero perdió contra la alemana Angelique Kerber por doble 6-3. En el US Open también estuvo a punto de sumar su título 24, pero Naomi Osaka le negó la oportunidad de hacer historia.

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Ser madre y deportista de élite no es tan sencillo, porque tiene un desgaste físico y emocional inmenso. Es posible, pero requiere compromiso, comprensión y dedicación. Muchos atletas profesionales viajan, tienen horas de entrenamiento diario y competencias que duran semanas. Combinar una carrera exitosa con una familia en crecimiento es difícil, por lo que en varias ocasiones Serena renunció a torneos para dedicarse a cuidar a su hija Olympia.

“Créeme, nunca quise tener que elegir entre el tenis y una familia. No creo que sea justo. Si fuera un hombre, no estaría escribiendo esto porque estaría jugando y ganando. Tal vez sería más como Tom Brady si tuviera esa oportunidad”, dijo.

Fue una encrucijada para Serena. Por un lado, estaba dejar atrás un deporte al que le había dedicado más de la mitad de su vida, pero también estaba construir la familia junto a Alexis, su esposo; Olympia y un futuro hijo. Probablemente en unos años Serena mirará atrás y se dará cuenta de que tomó la decisión correcta: dedicarse de lleno a su familia.

Un legado más allá del deporte

Serena espera haber inspirado a las tenistas que vienen detrás de ella. Así como lo hizo Billie Jean King en los años 70, la menor de las Williams construyó un legado que sirvió para cambiar el tenis tanto dentro como fuera de la cancha. Logró transformarlo con convicción a pesar de los obstáculos, especialmente el de ser una mujer negra que logró brillar en un deporte en el que sobre todo se destacaban hombres blancos.

Serena Williams: De la calle a la gloria en el tenis

Fue ejemplo de que el trabajo constante y duro es la clave del éxito. Al lado de su hermana Venus fueron la razón de un ambicioso plan de su padre Richard y su madre Oracene, quienes desde niñas las prepararon para ser campeonas. En los años 90, la vida de la familia, conformada por tres hermanas más –Yetunde, Lyndrea e Isha–, giró en torno a los entrenamientos de las dos tenistas.

En el momento de hablar de igualdad racial en el deporte, los Williams son elemento básico. Naomi Osaka y Coco Gauff, dos de las mejores tenistas del momento, son resultado de su legado. No habrían puesto un pie en una cancha si no fuera por el ejemplo de Venus y Serena, quienes les abrieron el camino a las jugadoras afros y rompieron el obstáculo del techo de cristal.

La palabra retiro es demasiado difícil de decir e igual de dolorosa de escuchar, sobre todo si se vincula al nombre de una leyenda. Los amantes del tenis sentimos nostalgia porque termina una era, nunca habrá otra Serena Williams.

Valentina Fajardo

Por Valentina Fajardo

Comunicadora social y periodista e historiadora con énfasis sociocultural de la Universidad Javeriana. Principal interés en la historia deportiva, el fútbol y el tenis.@valfajardomvfajardo@elespectador.com

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