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Incrédulos, por decir lo menos, antes de empezar este siglo, muchos consideraban casi imposible que la presencia de la mujer fuese, ahora más que nunca, una realidad en casi todos los campos del béisbol, y en especial de las organizaciones de las Grandes Ligas.
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Ese mito se acabó. Y hace rato. Por doquier ya se citan nombres de damas que ocupan diferentes cargos en el Rey de los Deportes, desde los puestos directivos hasta en los propios campos de juego.
Así como Kim Ng, norteamericana de nacimiento pero coreana de ascendencia, es la primera mujer en ser gerente general de un equipo de las Grandes Ligas, los Marlins de Miami, ya otras están acaparando titulares y puestos de preferencia, como ocurre con Rachel Balkovec, de Omaha, Nebraska, la primera en dirigir una novena dentro de una organización de la Gran Carpa, en este caso al equipo Tampa Tarpons, de clase A de los Yanquis de Nueva York; mientras que la californiana Alyssa Nakken se convirtió en la primera en ser asistente técnica de primera base en las Grandes Ligas, con los Gigantes de San Francisco.
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Pero hay que destacar a la primera mujer latina, y para más señas colombiana, en administrar una novena dentro de una organización en la Gran Carpa.
Se trata de la gerente general de la clase A de la novena de los Marineros de Seattle, Verónica Hernández Pachón. Nacida en la ciudad de New Milford, en el estado de Connecticut, de padre antioqueño (Héctor) y madre bogotana (Verónica), egresada como periodista de la Universidad de Ithaca, de Nueva York, con énfasis en mercadeo deportivo, nunca le pasó por su mente llegar a la tarea de manejar las riendas de un equipo de béisbol, porque ella se perfilaba para “hacer relaciones públicas y el contacto con los periodistas y los medios de comunicación, para desarrollar mis conocimientos profesionales”.
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Le encanta la bandeja paisa, “por ese chicharrón tan crocante y delicioso”, sin olvidar el tradicional ajiaco, un plato apetecido por propios y extraños, además de las famosas empanadas cundiboyacenses que le prepara el tío Sergio “cada vez que voy a Colombia”.
Hermana de Javier y de Natalie, Verónica confiesa que ella no sabe cuándo empieza su labor diaria, ni mucho menos a qué hora termina, “porque quisiera que el día no fuera tan corto, para poder desarrollar todo lo que tengo en mente y todo lo que incluyo en el menú diario para mejorar todos los frentes de la novena”.
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Esquiadora de niña, jugadora de fútbol en la adolescencia, entrenadora en ese deporte con niños en centros deportivos de su ciudad natal, pero además, programadora de eventos, organizadora de torneos, por lo que, para ella, desde los 17 años ya estaba ejerciendo el mercadeo deportivo, “sobre lo cual hice énfasis en mi carrera de periodista, porque en el deporte hay muchas facetas para desarrollarse”.
Terminada su carrera, empezó a tocar puertas para ejercer la profesión, “pero todo era esquivo y como tenía obligaciones adquiridas para pagar mi universidad, trabajé en un banco, como mesera en restaurantes, inclusive en McDonalds”. Y pensando a largo plazo, intentó llegar al grupo de mercadeo de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), postulándose para una posición que estaba vacante. “Pero no me recibieron, porque me faltaba experiencia”.
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Después aplicó con un equipo universitario que iba a participar en un torneo de béisbol de verano y la contrataron como supervisora. Estuvo a cargo de la venta de boletos para el estadio, el expendio de alimentos en el escenario, los refrigerios para los peloteros y los técnicos, la promoción de los partidos, de todo.
Estando en esas la reclutaron para una novena de clase A de la organización de los Rayas de Tampa, como promotora de mercadeo. “En ese momento, creo que se me abrieron las puertas para llegar al Béisbol Organizado y sabía que era la oportunidad que estaba esperando y que no la podía desaprovechar”, confiesa Verónica, quien pasó luego por los Angelinos de California y los Rockies de Colorado, siempre en el sector de mercadeo.
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“A comienzos de este año era asistente acá, en los Nueces de Modesto, de la Clase A menor de los Marineros de Seattle, pero el gerente renunció y me ofrecieron el cargo. Acá estoy. Todo esto ha sido un sueño”.
Los 132 partidos del año
“Cada temporada es de 132 partidos, 66 en casa y 66 como visitantes. Comienza la primera semana de abril y termina en la segunda de septiembre”, explica.
Para esta colombiana, que no tiene respiro en sus tareas diarias, “el equipo es de jóvenes, que vienen de diferentes países, con distintas culturas, con un idioma que no es el de ellos, de tal manera que debemos enseñarles y adaptarlos al medio, a las costumbres, al juego, que es tan exigente como disciplinado”.
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Verónica advierte que “este deporte es de paciencia, de constancia, de disciplina, de esfuerzos, en el que diariamente tienes que aprender algo y practicarlo una y otra vez hasta volverlo rutina, para conseguir los rendimientos en los diamantes”.
En la novena Nueces de Modesto, a cuyo campo concurren en promedio unos 2.000 aficionados por juego, que es la mitad de la capacidad del estadio, “la diversidad se puede notar por la presencia de peloteros de República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Nicaragua y estamos esperando un peruano y un colombiano. El resto de la nómina de 30 jugadores es de diferentes partes de los Estados Unidos”.
“Nuestro estratega, Austin Knight, es dedicado, es como un padre para esos muchachos, y su tarea es encontrar que aprendan del juego, lo disfruten y vayan al campo con los deseos de hacerlo bien”, comenta Verónica.
La cara y el sello de los estrategas
Aunque es punto de apoyo y soporte para lo que necesite el cuerpo técnico, su tarea más importante es administrar la organización para que todo funcione como debe ser.
Nació en Estados Unidos, pero confiesa: “amo al país de mis padres, Colombia, al que voy a visitar cada vez que tengo la oportunidad. Tengo todo mi compromiso de corazón y de afecto con esta nación norteamericana que me ha dado todo, en donde nací, he crecido y estaré siempre”.
De poca estatura, pero con un corazón enorme, piel trigueña y ojos vivaces, con una dulzura a flor de piel, Verónica ya está en la historia del béisbol. Es la primera mujer latina, la primera colombiana, en ser gerente general de una novena dentro de la organización de las Grandes Ligas.