Wimbledon se prepara para darle el adiós a Andy Murray
El tenista británico, exnúmero uno del mundo y campeón de tres Grand Slams, se retirará al final del verano europeo.
Juan Diego Forero Vélez
Nadie sabe cuándo llegará su final. Es imposible. Todo pasa demasiado rápido, todo es demasiado confuso. Las piernas empiezan a volverse obstinadas, los latidos se agitan con facilidad, las manos tiemblan y el pulso, antes infalible, falla. Andy Murray lleva muchos años jugando al tenis; más de lo que puede soportar un ser humano normal y mucho más de lo que él mismo está dispuesto a admitir.
Sus palabras fueron tajantes tras perder contra Hugo Humbert en el Torneo de Dubai en febrero. “Creo que no jugaré más después del verano”, confesó sin titubear. Las cámaras, dispuestas a su alrededor, lo enfocaron obsesivamente, y aun con todos los objetivos apuntándole, los periodistas presentes parecieron no escuchar con claridad, pues en Indian Wells, un mes después, luego de caer derrotado contra Andrey Rublev, fue preguntado de nuevo por su funeral deportivo. “Siento que nadie me escucha. Estoy planeando terminar en verano. No sé qué más puedo decir”, respondió cansino pero sonriente, frente a los flashes.
La despedida de Andy abre las puertas al final de una era, y ningún aficionado del tenis está preparado para el entierro del “Big Four”. El primero en abandonar fue Roger Federer, que desde el 2020 dejó atrás su condición semidivina para sentarse junto al pueblo enardecido y suplicante. Son dos años ya siendo uno más de los que animan y pelean, y gritan detrás de la lejana y segura pantalla del televisor.
Cuando la BBC cuestionó a Federer por el posible retiro de Andy Murray, no se calló nada. Sintió que su deber, como viejo rival, era tratar de privar al británico de la exposición y el morbo, y sobre todo del dolor momentáneo de abandonar el tenis de forma solitaria. “Como aficionado espero que Andy Murray, Rafael Nadal y Novak Djokovic sigan jugando para siempre (..) El retiro es algo supremamente personal. Todos tienen realidades diferentes; familia, vida, cuerpo, mentalidad. Esta decisión es una que solo él puede tomar y en la cual solo las personas más cercanas pueden aconsejarle”, sentenció, con expresión severa.
La descomposición de los cuatro jugadores más prolijos de los últimos 20 años es una realidad inevitable. Nadie, ni con el mejor revés, ni la mejor volea, ni el mejor servicio, puede vencer al tiempo. Rafael Nadal anunció que quizá este sea su último año; Novak Djokovic ya tiene 37 años y acaba de sufrir una lesión en Roland Garros; y Andy Murray dijo que no jugaría más luego del verano en Europa. El inevitable e ignoto final se acerca cauteloso, amenazando arrasar con todo.
Andy Murray, que de no ser por las finales perdidas contra Novak Djokovic, Roger Federer y Rafael Nadal, tendría al menos 8 Grand Slam más, ha sido certero respecto a su futuro. El verano se acerca y no quiere seguir jugando, o no puede, o siente que no debe.
Sea cual sea la razón, parece que espera poder ganar otra medalla de oro, ahora en los Juegos Olímpicos de París, pues ha manifestado su intención de representar una vez más a Reino Unido. La opción de jugar dobles la descartó a medias, y aún no promete del todo poder jugar singles, pues ha manifestado que en tierra batida sintió mucho dolor en la espalda. El retiro parece inminente.
Andy perdió contra Marcos Giron en el Torneo de Stuttgart el martes y, por primera vez en dos años, saldrá del top 100 del ranking. El que fue número 1 del mundo por 41 semanas consecutivas y ocupó cada uno de las primeras 10 casillas de la tabla en su carrera parece estar vapuleado y, por eso, ante la duda, la CEO de Wimbledon, Sally Bolton, ha dicho que están “listos y preparados” para conmemorar a Andy; si es que decide retirarse definitivamente.
“Nosotros tenemos todo planeado (...) Pero al final depende de la decisión de Andy. De acuerdo a lo que él decida nosotros adecuaremos nuestros planes”. Puede ser una gran fiesta, un funeral con vestidos blancos, como merece Andy Murray, puede ser, si no el final soñado, si uno sobre el césped de la catedral del tenis. Él lo merece.
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Nadie sabe cuándo llegará su final. Es imposible. Todo pasa demasiado rápido, todo es demasiado confuso. Las piernas empiezan a volverse obstinadas, los latidos se agitan con facilidad, las manos tiemblan y el pulso, antes infalible, falla. Andy Murray lleva muchos años jugando al tenis; más de lo que puede soportar un ser humano normal y mucho más de lo que él mismo está dispuesto a admitir.
Sus palabras fueron tajantes tras perder contra Hugo Humbert en el Torneo de Dubai en febrero. “Creo que no jugaré más después del verano”, confesó sin titubear. Las cámaras, dispuestas a su alrededor, lo enfocaron obsesivamente, y aun con todos los objetivos apuntándole, los periodistas presentes parecieron no escuchar con claridad, pues en Indian Wells, un mes después, luego de caer derrotado contra Andrey Rublev, fue preguntado de nuevo por su funeral deportivo. “Siento que nadie me escucha. Estoy planeando terminar en verano. No sé qué más puedo decir”, respondió cansino pero sonriente, frente a los flashes.
La despedida de Andy abre las puertas al final de una era, y ningún aficionado del tenis está preparado para el entierro del “Big Four”. El primero en abandonar fue Roger Federer, que desde el 2020 dejó atrás su condición semidivina para sentarse junto al pueblo enardecido y suplicante. Son dos años ya siendo uno más de los que animan y pelean, y gritan detrás de la lejana y segura pantalla del televisor.
Cuando la BBC cuestionó a Federer por el posible retiro de Andy Murray, no se calló nada. Sintió que su deber, como viejo rival, era tratar de privar al británico de la exposición y el morbo, y sobre todo del dolor momentáneo de abandonar el tenis de forma solitaria. “Como aficionado espero que Andy Murray, Rafael Nadal y Novak Djokovic sigan jugando para siempre (..) El retiro es algo supremamente personal. Todos tienen realidades diferentes; familia, vida, cuerpo, mentalidad. Esta decisión es una que solo él puede tomar y en la cual solo las personas más cercanas pueden aconsejarle”, sentenció, con expresión severa.
La descomposición de los cuatro jugadores más prolijos de los últimos 20 años es una realidad inevitable. Nadie, ni con el mejor revés, ni la mejor volea, ni el mejor servicio, puede vencer al tiempo. Rafael Nadal anunció que quizá este sea su último año; Novak Djokovic ya tiene 37 años y acaba de sufrir una lesión en Roland Garros; y Andy Murray dijo que no jugaría más luego del verano en Europa. El inevitable e ignoto final se acerca cauteloso, amenazando arrasar con todo.
Andy Murray, que de no ser por las finales perdidas contra Novak Djokovic, Roger Federer y Rafael Nadal, tendría al menos 8 Grand Slam más, ha sido certero respecto a su futuro. El verano se acerca y no quiere seguir jugando, o no puede, o siente que no debe.
Sea cual sea la razón, parece que espera poder ganar otra medalla de oro, ahora en los Juegos Olímpicos de París, pues ha manifestado su intención de representar una vez más a Reino Unido. La opción de jugar dobles la descartó a medias, y aún no promete del todo poder jugar singles, pues ha manifestado que en tierra batida sintió mucho dolor en la espalda. El retiro parece inminente.
Andy perdió contra Marcos Giron en el Torneo de Stuttgart el martes y, por primera vez en dos años, saldrá del top 100 del ranking. El que fue número 1 del mundo por 41 semanas consecutivas y ocupó cada uno de las primeras 10 casillas de la tabla en su carrera parece estar vapuleado y, por eso, ante la duda, la CEO de Wimbledon, Sally Bolton, ha dicho que están “listos y preparados” para conmemorar a Andy; si es que decide retirarse definitivamente.
“Nosotros tenemos todo planeado (...) Pero al final depende de la decisión de Andy. De acuerdo a lo que él decida nosotros adecuaremos nuestros planes”. Puede ser una gran fiesta, un funeral con vestidos blancos, como merece Andy Murray, puede ser, si no el final soñado, si uno sobre el césped de la catedral del tenis. Él lo merece.
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